La colonización pedagógica

En la década del setenta, con su politización, el desprendimiento de sus militantes y sus desvaríos, era lectura casi obligatoria Los Condenados de la Tierra donde el prólogo de Jean Paul Sastre era fuente de análisis y cuyo párrafo referencial era aquel que decía: “El colono si quiere liberarse, tiene que matar al colonizador. Al disparar su arma mata dos pájaros: suprime a un opresor y a un oprimido. Nace un hombre libre ( el colonizado que mató) queda un hombre muerto( el colonizador que murió). Hay que matar.”

El dominio absoluto del colonizador se produce cuando el discurso del opresor pasa a ser la argumentación del oprimido que inconscientemente lo adopta como de su propia elaboración.

Cuando la Presidenta Cristina Fernández habló en las Naciones Unidas afirmó en una parte de su discurso: “La otra reforma que siempre hemos impulsado es la de los organismos multilaterales de crédito, pero fundamentalmente la de un modelo económico que centró en la economía de ficción y en el mundo de las finanzas el centro
de la generación de riqueza. Los días que corren testimonian que aquellas cuestiones, aquellas posiciones, no eran producto de un sesgo ideológico o de cerrados dogmas, sino de la observación puntual y objetiva sobre las cosas que estaban sucediendo. Hoy ya no pueden hablar del efecto caipirinha o del efecto tequila, del efecto arroz, o del efecto que siempre denotaba que la crisis venía de los países emergentes hacia el centro. Hoy, si tuviéramos que ponerle un nombre, deberíamos decir tal vez el efecto jazz, el efecto que va desde el centro de la primera economía del mundo y se expande hacia todo el mundo. No nos pone contentos ni alegres esta situación, por el contrario, la consideramos también una oportunidad histórica para poder revisar comportamientos y políticas, porque se nos dijo a los países de la región de la América del Sur, durante la vigencia del Consenso de Washington, que el mercado todo lo solucionaba, que el Estado no era necesario, que el intervencionismo estatal era nostalgias de grupos que no habían comprendido cómo había evolucionado la economía. Sin embargo, señoras y señores jefes de Estado, y jefes y jefas de delegación, se produce la intervención estatal más formidable de la que se tenga memoria precisamente desde el lugar donde nos habían dicho que el Estado no era necesario, en el marco además de un fenomenal déficit fiscal y comercial.”

Inmediatamente oyentes de las principales radios, los medios y periodistas del establishment y “progresistas” funcionales al poder, pusieron el grito en el cielo. ¿Cómo la presidenta de un país marginal que concretó el default más grande de la historia, (un quinto apenas del monto de la quiebra actual de Lehman Brothers) podía alzar la voz en territorio del imperio? ¿Qué terribles consecuencias podrían caer sobre nosotros por la imprudencia presidencial? Estos críticos pusilámines abominan hoy de las relaciones carnales pero inconcientemente la añoran con la peregrina idea de ser una colonia próspera. De sentirse protegidos arrodillados frente al gigante. Inmediatamente ejemplifican con otros presidentes que de ninguna manera cometerían estas imprudencias. Recurren a las figuras de Lula y Bachelet. Ellos son políticos serios que de ninguna manera provocarían las furias y las represalias del imperio.

Son mentes penetradas por los medios del establishment, en un bombardeo sistemático de colonización pedagógica que en su momento desenmascaró Arturo Jauretche, quien escribió: “Se confundió civilización con cultura, como en la escuela se sigue confundiendo instrucción con educación. La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quién abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América, trasplantando el árbol y destruyendo al indígena que podía ser un obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa, y no según América… Por eso es imprescindible el conocimiento de la ‘colonización pedagógica’. Somos al fin y al cabo, hijos de ella». (Los Profetas del Odio y la Yapa. La colonización pedagógica. A. Peña Lillo Editor. Marzo 1975)

Así que los cerebros colonizados prefirieron mirar para otro lado cuando pocos días después Lula declaró: “¿Dónde se metió ahora el FMI? Cuando se trataba de Brasil o de Argentina, el Fondo hizo pronósticos y dictó qué hacer y qué no hacer. En épocas de vacas flacas nadie nos venía a ayudar. Ahora que tienen perjuicios, ellos quieren socializarlos con nosotros. Todas las semanas aparecía un equipo del FMI y decía: ‘Hagan esto o aquello’ y el pobre Brasil quebraba. Nosotros no queremos socializar la miseria, queremos socializar la bonanza.

A su vez Michelle Bachelet, el 7 de octubre declaraba: “Qué ironías de la vida, por años los países ricos nos quisieron enseñar a modernizar nuestros mercados…Vemos que los países ricos, por falta de regulación, entran en crisis. Nosotros hemos creído en el Estado.”

La forma impúdica en que el imperio domestica a sus súbditos, está descaradamente expresada en un cable de AP fechado en la víspera de los dichos de la mandataria chilena: “Los Estados Unidos pidieron a Latinoamérica que no cierren sus mercados. El secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, dijo que los países de la región ‘deben entender que no es un momento para políticas aislacionistas’, aunque admitió que los Estados Unidos podrían limitar sus importaciones. Ahora más que nunca es importante que los mercados del mundo se mantengan abiertos, que los países continúen trabajando para atraer inversiones extranjeras, que continuemos el comercio recíproco, que continuemos insistiendo en un buen acuerdo de Doha y continuemos impulsado la apertura», dijo Gutiérrez.

En estas afirmaciones de Gutiérrez está expresado el espíritu del ALCA, que los gurúes de la City, Carlos Menem, y otros cipayos publicitados nos vendían como panacea.

Los tiempos han cambiado. Pero la colonización pedagógica se mantiene inalterable.

Por eso convendría redefinir la frase de Jean Paul Sartre: “El colonizado que quiere liberarse tiene que matar al colonizador que lleva adentro. Al dar vuelta lo que pensó hasta ayer, mata dos pájaros de un tiro. Nace un hombre libre (el colonizado que abrió los ojos), queda un hombre simbólicamente muerto (el hombre que fue hasta ayer repetidor del discurso de los medios mayoritarios)”.

Hay que matar al colonizador que llevamos adentro.

El autor conduce de lunes a jueves a las 19:30, por AM 740 Radio Cooperativa, El Tren, junto a Gerardo Yomal.

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