La batalla de Santa Fe y la irrupción de la sorpresa

Caren Tepp sacude el tablero santafesino y desafía décadas de derrotas peronistas. Por Gustavo Castro.

El peronismo santafesino se acerca a la meta del 26 de octubre con expectativas ciertas de un triunfo que le es esquivo desde hace décadas en elecciones nacionales de medio término. Con un plus: es la provincia en la que el presidente Javier Milei decidió cerrar su campaña y donde Provincias Unidas, en cabeza aquí del gobernador Maximiliano Pullaro, quiere hacer pata ancha.

Los Balcanes peronistas

Si a principios de este mismo año, es decir hace apenas diez meses, alguien hubiera pronosticado semejante panorama para el justicialismo de Santa Fe, unánimemente se le hubiera aconsejado que afloje con la grapa en horario laboral. No es una exageración, aunque el lector no lo crea.
No es para menos. El PJ provincial venía de estallar en pedazos en un muy polémico Congreso virtual que terminó con un revoleo de denuncias cruzadas desde todos los sectores. En realidad, se trataba en la práctica de una exteriorización brutal de la crisis post catástrofe electoral de 2023, de la cual pocos habían salido relativamente indemnes, tanto a escala santafesina como nacional.

En el cierre de listas para convencionales constituyentes –Santa Fe reformó su Carta Magna en 2025 luego de 63 años– quedó evidenciada la rotunda fragmentación. Se presentaron tres nóminas peronistas: la del PJ oficial, la del senador nacional Marcelo Lewandowski y la del ex referente de Agustín Rossi, Roberto Sukerman. El sector del exgobernador Omar Perotti directamente decidió no participar. En ese paisaje balcanizado, apareció una novedad: Juan Monteverde, un concejal de una fuerza política rosarina de centroizquierda, Ciudad Futura se ubicó al frente de la lista del Partido Justicialista, en una confluencia inesperada con el rossismo, el Movimiento Evita y el esquema de los históricos senadores provinciales comandado por el polémico Armando Traferri.

Sociedades de socorros mutuos

Naturalmente, esta alianza desató zozobra a ambos lados de la mesa. Por formas y fondos, se asemejaba a un vínculo contranatura. Sin embargo, se transformó en un win-win. La razón es simple: Monteverde no contaba con una estructura provincial que sí podía aportar el PJ, y el justicialismo no tenía un candidato competitivo. Podía fallar, diría Tu Sam, pero no ocurrió. Si bien Pullaro ganó los comicios de convencionales constituyentes, el peronismo encabezado por el dirigente de Ciudad Futura tuvo una buena performance. Especialmente en Rosario, que contiene a cerca del 30% del padrón provincial.

Esa misma sociedad de socorros mutuos se replicó en el cierre de listas para la elección del próximo domingo. Hasta entrada la noche de aquella jornada, los distintos sectores del justicialismo santafesino tensionaban duramente y todo hacía presumir que se presentarían ofertas electorales por separado, ninguna de ellas con chances de disputar el primer puesto en octubre. La solución nuevamente vino a través de Ciudad Futura: Caren Tepp, concejala rosarina, dupla política y pareja personal de Monteverde.

A diferencia de lo ocurrido con la elección de convencionales constituyentes, tanto los heridos por el cierre de listas como los segmentos que directamente no participaron de la trenza resolvieron no plantar candidaturas externas. No será una lista de unidad pero sí una lista única. No es poco, con el clima interno antes descripto.

Los benditos tercios

A pesar de la victoria de Pullaro en los comicios de reformadores, la ilusión peronista se comenzó a cimentar ese mismo día. Es que se había empezado a dibujar en el horizonte la única distribución de votos que le permite una victoria en Santa Fe: el famoso escenario de tercios. Dicho de otra manera: en la provincia del Brigadier Estanislao López existe una mayoría electoral consolidada que es refractaria al peronismo en cualquiera de sus formas. Esa realidad no es inmutable, pero es la foto que persiste desde hace largos años. En consecuencia, para que el PJ pueda ganar es condición necesaria –pero no suficiente– que el voto anti se divida.

Es, en efecto, lo que ocurrió en las elecciones de concejales celebradas en junio pasado. La irrupción de La Libertad Avanza en el combate territorial habilitó que el peronismo, con su tercio, triunfe en seis de las diez principales ciudades de la provincia, que involucran a un 54% del padrón santafesino. Incluida Rosario, nada menos, también con Monteverde a la cabeza. Esta geografía electoral, la de la división del voto no peronista, es la que sostiene en buena medida las chances de Tepp y Fuerza Patria para el determinante domingo santafesino.

Eso no es todo, amigos

El escenario de tercios, como ya se explicó, es decisivo. Pero no sólo de eso vive el hombre. O la mujer, en este caso. La dirigente se reveló en esta campaña como una buena candidata. No sólo por su indiscutible solvencia a la hora de argumentar o debatir, tanto en actos como en entrevistas, sino por la frescura que le aportó a un justicialismo santafesino escuálido de renovación competitiva.

Pero además, para quien mira desde fuera de Santa Fe, vale recordar la particular idiosincrasia de la Pampa gringa: la postulante proviene de una familia radical de larga tradición y combina naturalidad con una presencia fresca, que transmite cercanía tanto en la cartelería como en la televisión y las redes. En paralelo, existe un visible deterioro en las fuerzas adversarias; se verificará el domingo de qué magnitud. Lo de La Libertad Avanza no es necesario explicarlo, se observa a diario en todo el país. De allí también su apuesta al antiperonismo más visceral.

La parte que le toca a Pullaro es menos conocida. En la elección de convencionales constituyentes, en la que él mismo fue cabeza de lista, perdió más de medio millón de votos, arriba del 50%, con relación a los comicios de 2023 que lo ungieron gobernador por paliza. Por supuesto que son votaciones distintas y un análisis fino exige matices, pero es un dato que no debería soslayarse. Esta caída se explica, al menos parcialmente, por el durísimo ajuste salarial ejecutado sobre activos y jubilados provinciales. Léase cientos de miles de docentes, policías, enfermeros y demás trabajadores estatales que hace dos años lo votaron masivamente y ahora se sienten estafados.

Bandera a cuadros

En las últimas semanas, tanto LLA como el frente Unidos que comanda Pullaro desataron una lluvia ácida sobre Caren Tepp. Desde ninguneos verbales como la caracterización de “la mujer de Monteverde”, proferido por el gobernador, hasta una burda campaña de afiches virtuales falsos con propuestas como “expropiar campos” e “indultar a Cristina”, a la que se subió el mismísimo presidente Javier Milei. Lo antedicho sugiere dos hipótesis: por un lado, la candidata de Fuerza Patria va punteando y por eso le pegan duro; por el otro, hay una cinchada brutal entre La Libertad Avanza y el pullarismo por ver quién se queda con el voto antiperonista más furioso. No es lo uno o lo otro: son las dos cosas juntas. Claro que no está nada dicho. La mejor prueba de ello es que, al momento en que se esté publicando esta nota, Milei estará cerrando su campaña nacional en Rosario. Señal de que cree que una victoria en la provincia de Santa Fe es posible. Y necesaria.

A su vez, Pullaro se cargó al hombro la campaña, con la vicegobernadora y presidenta del PRO santafesino, Gisela Scaglia, como figura principal, y activó un dispositivo mediático descomunal, por momentos abrumador. Confía, además, en el notable poderío territorial que le ofrecen senadores, intendentes y presidentes comunales del frente oficialista, sometidos a una presión asfixiante para que movilicen a su electorado. En una elección pareja, esa maquinaria puede resultar crucial. En este contexto, el peronismo se ilusiona con un batacazo histórico. No es una denominación antojadiza: con el kirchnerismo adentro, el PJ santafesino no ganó jamás una elección nacional de medio término. Nunca. En un puñado de días se sabrá si esa maldición se rompió.

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