“¡Los odio!”
Luis D’Elía, 27 de marzo de 2008.
Kirchner – Gobierno – Chávez – Moreno – Argentina – Cristina.
Kirchner – Gobierno – Argentina – Cristina – Crisis.
Los grupos de palabras, similares, surgen de un modesto experimento. Apenas de realizar una representación gráfica de los términos más usados por el editorialista de La Nación Joaquín Morales Solá entre diciembre 2007 y marzo de 2008, por un lado; y entre septiembre y el mes de diciembre de este 2008, por otro.
No nos dice esto mucho más de lo que ya sabemos en cuanto a que el Gobierno nacional, la presidenta Cristina Kirchner a doce meses de haber asumido, y el jefe del PJ, Néstor Kirchner, conservan la iniciativa política después del año más conflictivo desde que el sector del peronismo al que representan llegó al poder en 2003.
La incertidumbre como virtud
Esta urgencia proviene de una simple cuenta. Luego del agitado 2008, lo que para el autor de esta nota y algunos lectores se puede identificar como «enormes virtudes» del kirchnerismo resultan hechos herejes para buena parte del establishment político y económico, los medios de comunicación y su público cautivo, los sectores medios de las grandes ciudades del país. Súmense a eso los «claros límites» y se tendrá un panorama complicado. En política, menos y menos es menos.
Esa medida logró lo que la política más audaz: quitar de un lado para poner en otro. Del sector privado al Estado, que es la única ventanilla donde los sectores populares tienen alguna posibilidad de que se cuiden sus intereses. Como confirmación de la hipótesis, basta con leer cada una de las notas editoriales y hasta las meras crónicas del diario La Nación, donde se denominaba «confiscación» la medida a pesar de que tuvo como sustento mayorías nunca vistas en ambas cámaras del Congreso.
En este sentido, la virtud estructural del kirchnerismo sigue siendo la misma de siempre: la incertidumbre casi sin límites que le impone al proceso político. Es decir: el matrimonio Kirchner es, ni más ni menos, kirchnerista. No cuida desde la cúpula del Estado de manera permanente ningún otro interés político que el propio. Si considera que
Atendido por sus propios dueños
Claro que esta tremenda virtud es aquello que, en medio de apelaciones de dirigentes de derecha y a veces no tanto, junto con la prensa, a la «oportunidad histórica perdida» por la Argentina, la «previsibilidad», la República y, la nueva Biblia de la oposición local, el Código Penal, causa serias heridas a los niveles de imagen positiva del Gobierno y, seguramente, a su caudal de votos entre los sectores medios.
Los límites del kirchnerismo son los mismos de siempre y en este contexto se profundizan, por ser el reverso de la moneda de sus
De este comportamiento del matrimonio presidencial también proviene la necesidad de recostarse sobre el PJ y sus intendentes del conurbano, «giro» que a nadie puede sorprenderle si se entiende que esa cuestionada dirigencia está sentada al living del poder desde mucho antes que varios «progresistas», cuando el «Pingüino» era apenas un proyecto del ex presidente Duhalde.
Si, entonces, se apela a la calculadora, virtudes y defectos parecen restar en la cuenta inexorable que arrojan las urnas. Yo no creo que el resultado que pueda obtener el kirchnerismo en las elecciones de 2009 vaya a ser terminal para su supervivencia política, ni mucho menos, pero no parece muy fácil que, con el respaldo tan mermado de las ciudades -y de la terra incógnita en la que se han convertido los interiores bonaerense, cordobés y santafesino- dé la cosa como para comprar mucho cotillón.
Un tiro en la cartuchera puede provenir de que la incertidumbre económica internacional de 2009 sea tal que algunos de estos buenos ciudadanos que hoy parecen opositores empiecen a darse vuelta al grito de «mejor bueno conocido, no hagan olas». Algún remedo de la dinámica del «voto cuota» menemista. Pero parece difícil.
¿Con el kirchnerismo o contra él?
Hoy por hoy, la oposición nacional realmente existente proviene del frente electoral que está intentando sellar la Coalición Cívica de Elisa Carrió con la UCR y Ricardo López Murphy, sumado quizás al
Como se dijo, lo que queda luego de este año tan complicado es una obligación política de generar un poskirchnerismo que no implique una salida de derecha. Si el poskirchnerismo es con el kirchnerismo o contra él deberá surgir de un análisis que sopese de manera adecuada las relaciones de fuerza nacionales y comprenda un contexto regional e internacional inéditos. Allá nos vemos, en 2009.
El autor lleva el blog Mide/No Mide y participa del colectivo Artepolítica.