Kirchner y la Iglesia: crónica de un acercamiento por conveniencia

Por Causa Popular.- Desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, una de las relaciones más tensas que mantuvo fue con la Iglesia. Si bien el actual titular de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio, no se encuentra entre los más conservadores de la curia, sus críticas al gobierno por la desigual distribución de la riqueza, mas algunas posiciones reaccionarias como el pedido para que se cierre por “blasfemia” la muestra artística realizada por León Ferrari, fueron tensando la relación entre esta influyente Institución y el jefe de Estado. Pero el momento de mayor distancia se produjo cuando Kirchner revocó el nombramiento del obispo castrense Antonio Baseotto por haber sugerido que al ministro de Salud, Ginés González García, había que arrojarlo al mar. El pasado martes, el presidente compartió una ceremonia en homenaje a los sacerdotes palotinos asesinados durante la dictadura militar. La trama del inicio de una reconciliación que parece convenirle a ambos.

Detrás de las intrigas de palacio, por lo general, existen operaciones que van y vienen, a cargo de funcionarios de tercera y segunda línea. No es nada común, que hechos políticos como el protagonizado el martes por el cardenal y el presidente, se decidan de un día para el otro, como suele parecerle a la opinión pública cuando se difunde una noticia de este tipo.

El propio canciller, Jorge Taiana, fue quién protagonizo los más esforzados intentos de acercamiento por parte del gobierno con la cúpula de la Iglesia. En marzo, el canciller -de quien depende el secretario de Culto, Guillermo Olivieri-, sorprendió con una visita a la conducción del Episcopado que se revelaría clave para reencauzar la relación.

La visita de Taiana, un gesto de cortesía, fue retribuida apenas unas semanas después con la presencia en su despacho, del piso 13 de la Cancillería, del pleno de la cúpula del Episcopado, incluido Bergoglio. Un movimiento muy poco usual.

En aquella oportunidad, un vocero del espiscopado reveló a la prensa que en el encuentro los obispos manifestaron “preocupación” por un tema que hasta el momento no lograba llamar la atención de la Iglesia: el conflicto por las fábrica de pasta celulosa, que se profundizó con la suspensión de la cumbre entre el mandatario argentino y su par uruguayo Tabaré Vázquez, cuando aún no se habían reanudado los cortes.

El sacerdote explicó entonces que el encuentro con Taiana “fue una devolución del gesto de cortesía del canciller”, que el pasado 13 de marzo concurrió a la sede del Episcopado, pero negó que deba interpretarse como una reconciliación porque, afirmó como buen diplomático, “nunca hubo una pelea”. Consultado sobre la posible fecha de la audiencia entre Kirchner y la cúpula del Episcopado, el vocero respondió que “por ahora no hay nada previsto”, pero lo estimó “viable” en el mediano plazo. No obstante, destacó que existe una “buena relación” a nivel ministro y con la segunda línea de funcionarios.

Finalmente la predicción del vocero de la curia se materializó, y Kirchner compartió la misa en recuerdo de los curas palotinos con el cardenal Bergoglio. Junto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, Kirchner llegó el martes por la noche a la misma Iglesia San Patricio, donde los religiosos fueron acribillados por un grupo de tareas. Kirchner y Bergoglio se encontraron en el atrio y se dieron la mano, en un gesto que no por frío debe tener menos trascendencia.

“Vine a compartir un oficio religioso. Nunca tuve una mala relación con la Iglesia”, afirmó Kirchner. En el Gobierno sabían de antemano que Bergoglio participaría de la oración interreligiosa por los “mártires contemporáneos” católicos y de otras confesiones, entre los que se cuentan los cinco curas palotinos asesinados el 4 de julio de 1976.

La primera ceremonia religiosa compartida, sin embargo, en la que participaron altos funcionarios de ambos lados, no fue la protagonizada en la Iglesia de San Patricio. El 21 de marzo, en la Plaza San Martín, el gobierno organizó un homenaje a los sacerdotes y religiosos asesinados por la dictadura del que también participó un auxiliar de Bergoglio. Días después, el titular de la comunidad de San Egidio en la Argentina, originada en Italia, Marco Gallo, le propuso a la Secretaría de Culto que el gobierno participe del homenaje a los palotinos. Y cursó una invitación especial al Presidente, la que finalmente aceptó.

De todas maneras, al menos por ahora, los gestos no parecen extenderse más allá de la clásica figura de un matrimonio por conveniencia. Así como la Iglesia no puede darse el lujo de continuar alejándose de la sociedad estando distanciada de un gobierno con un alto porcentaje de apoyo popular, el Presidente intenta evitar que en la clásica homilía del 25 de mayo a cargo del cardenal, no se reproduzca el contenido de un documento que difundió la cúpula eclesiástica en el que criticó “el escandaloso crecimiento de la desigualdad” durante la actual gestión.

El último 25 de mayo, Kirchner eligió pasarlo en Santiago del Estero para que el Tedeum no estuviera a cargo de Bergoglio. Cuando los obispos en noviembre difundieron el documento sobre la desigualdad el santacruceño les endilgó entonces que actuaban como un partido político. Por los últimos gestos, una vuelta de página en esta historia se perfila como el deseo de ambas partes.

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