Kicillof y el peronismo frente al 2027: entre la crisis y la reconstrucción

Entre la resistencia provincial y la proyección nacional, Kicillof aparece como la principal carta del peronismo para disputar el futuro. Por Antonio Muñiz

La política argentina atraviesa un proceso de reconfiguración marcado por la crisis económica, la fragilidad social y la incertidumbre internacional. En ese escenario, Axel Kicillof emerge como figura central del peronismo, no solo como gobernador de la provincia de Buenos Aires, sino también como posible candidato presidencial hacia 2027.

Su reciente triunfo en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires, el respaldo por parte de los bonaerenses a su gestión y su creciente proyección nacional lo colocan en el centro de un debate estratégico: ¿puede el peronismo reconstruirse en torno a un liderazgo renovado y ofrecer una alternativa frente al experimento liberal-libertario de Javier Milei?

El contexto de crisis: deuda externa y deuda social

El telón de fondo del período es una crisis económica-financiera de magnitud. La deuda externa continúa condicionando el margen de maniobra del Estado argentino, con vencimientos crecientes que obligan a renegociaciones permanentes con el FMI y los acreedores privados. Esta dependencia limita la capacidad de cualquier gobierno de diseñar políticas soberanas de desarrollo e inversión pública.

Paralelamente, la deuda social se expande: pobreza por encima del 50 %, caída del salario real, deterioro del empleo formal y un sistema productivo que no logra recuperar dinamismo. La combinación de ajuste fiscal, apertura indiscriminada de importaciones y tasas de interés elevadas genera tensiones en el tejido social. Este cuadro plantea un riesgo latente de estallidos sociales, con protestas que podrían multiplicarse si no aparece una salida política que ofrezca horizonte y esperanza.

El experimento libertario y sus límites

La presidencia de Javier Milei se sostiene sobre un programa de shock que busca imponer un nuevo orden económico y cultural. El ajuste fiscal drástico, la reducción del gasto público y la promesa de dolarización marcan la hoja de ruta del gobierno. Sin embargo, sus políticas chocan con realidades estructurales: la restricción externa, la dependencia tecnológica, el peso de la deuda y la resistencia social.

El “mileísmo” se apoya en un discurso antipolítico, en la figura del líder carismático y en un lenguaje disruptivo que conecta con sectores desencantados. Pero sus resultados económicos muestran límites concretos: inflación persistente, caída del consumo, desindustrialización y aumento de la desigualdad. El malestar social, puesto de manifiesto en la última elección, empieza a erosionar la legitimidad del proyecto, generando un escenario incierto para 2025 y 2026.

El rol de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires

Kicillof ha consolidado su liderazgo en el distrito más importante del país, donde gobierna con un fuerte respaldo territorial y una narrativa anclada en la defensa de la producción, el empleo y la inclusión. Su estilo combina gestión técnica con un discurso político claro, que interpela tanto a las bases tradicionales del peronismo como a sectores medios golpeados por la crisis.

La provincia se convierte así en un espacio de resistencia frente a las políticas nacionales, pero también en un laboratorio de alternativas. Iniciativas vinculadas a la educación, la obra pública, la producción industrial y el apoyo a pymes y cooperativas buscan mostrar que es posible un modelo diferente al de Milei.

Peronismo en transición: entre la memoria y la renovación

El peronismo atraviesa un proceso de transición generacional y política. La figura de Cristina Fernández de Kirchner conserva centralidad política y sobre todo simbólica, pero no proyecta una candidatura presidencial futura. En este vacío, Kicillof aparece como la opción más consistente para encarnar un peronismo federal, renovado, capaz de sintetizar tradición y modernidad.

El desafío es múltiple: reconstruir la unidad interna, articular un programa que combine soberanía económica con justicia social y lograr una narrativa que vuelva a conectar con las mayorías populares. La clave será transformar el descontento social en un proyecto político, evitando que el malestar quede atrapado en expresiones de derecha radicalizada.

El tablero político hacia 2027

De cara a las elecciones presidenciales de 2027, el tablero muestra tres grandes fuerzas:

  • El mileísmo, que buscará superar el golpe de la derrota reciente, consolidar su hegemonía presentándose como la única fuerza dispuesta a llevar hasta el final las reformas estructurales.
  • El peronismo, en proceso de reorganización, con Kicillof como principal candidato a liderar una alternativa nacional.
  • La oposición no peronista tradicional, especialmente el PRO y la UCR, que intentan reconstituirse tras el corrimiento del electorado hacia Milei.

El resultado dependerá de la capacidad de cada bloque para ofrecer respuestas concretas a la crisis. En este marco, la figura de Kicillof adquiere centralidad no solo por su proyección electoral, sino por la posibilidad de articular un discurso que vuelva a hablar de desarrollo, producción y soberanía en un país fatigado por la deuda y la desigualdad.

Un punto de inflexión histórico

La Argentina avanza hacia una encrucijada comparable a los grandes momentos de definición nacional: 1946, cuando irrumpió el peronismo como proyecto de justicia social e industrialización; 1973, con el retorno de Perón y la expectativa de una reconstrucción; 2001, con el derrumbe del orden neoliberal.

El bienio 2026/2027 condensa una tensión semejante. De un lado, la continuidad de un modelo liberal-libertario que promete estabilidad a costa de ajuste y desigualdad creciente. Del otro, la posibilidad de un peronismo renovado, encabezado por Axel Kicillof, que intente reconstruir un horizonte de soberanía, desarrollo y justicia social.

Lo que está en juego no es solo una elección, sino la orientación estratégica de la Argentina en las próximas décadas. Si el peronismo logra reconstituirse como proyecto de mayoría y Kicillof consolida su salto a la escena nacional, 2025 puede ser recordado como el inicio de un nuevo ciclo histórico.

De lo contrario, el riesgo es que la deuda externa, la crisis social y la fragmentación política arrastren al país a una nueva etapa de decadencia y pérdida de soberanía. La historia enseña que de cada crisis puede nacer una oportunidad. La pregunta es quiénes tendrán la capacidad, el coraje y la visión para encarnar ese giro histórico.

COMPARTÍ ESTE ARTÍCULO

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Recibí nuestras novedades

Puede darse de baja en cualquier momento. Al registrarse, acepta nuestros Términos de servicio y Política de privacidad.

Últimos artículos

De los derechos humanos al set televisivo, del progresismo al macrismo y de allí a la ultraderecha, Arietto encarna una trayectoria donde la obsesión por figurar pesa más que cualquier convicción. Por Ricardo Ragendorfer
Son cada vez más quienes han advertido que el rey está desnudo. ¿El electorado, expresará esa rabia con su voto? Por Yeyé Soria
Desde Corrientes | Contra todo pronóstico, la elección en Corrientes reafirma un esquema de poder dinástico que la oposición no logró quebrar. Por Jacinto Álvarez