Irán hace el enroque

Las piezas están en juego. Algunos ven la más reciente movida de Irán (utilizar el euro como divisa principal en lugar del dólar) como el camino hacia una posición de jaque a Estados Unidos. Para otros se trata de un enroque defensivo. Lo cierto es que en el tablero de Oriente Medio el potencial de los dos jugadores se equilibra. El editor jefe de la bbc para temas internacionales, John Simpson, lo dijo con todas las letras: Irán es una potencia regional.

No hay acuerdo sobre cuál puede ser el efecto de que Irán abandone el dólar y desde 2007 pase sus cuentas -y transacciones petroleras- al euro. La mayor parte de los analistas de mercado niegan que sea una medida inesperada, sino que sería el anunciado desenlace de un proceso de tres años. Opinan que más que un arma contra Estados Unidos se trata de una jugada pensada para atenuar los efectos de las sanciones económicas que, eventualmente, podrían sobrevenir como castigo a la continuación de su plan nuclear.

Esa mesura de los primeros análisis no evitó que los opositores más entusiastas al rol que viene jugando Estados Unidos en Oriente Medio (Al Jazeera, por ejemplo) hayan pronosticado, por el contrario, el inicio del fin de la hegemonía estadounidense. Perdido el consenso político, ahora tampoco contarían con el consenso del dólar, aseguran. En una posición más cauta, académicos consultados por The Wall Street Journal indican que el problema podría ser verdaderamente preocupante si a Irán se le suma una decisión similar de otros actores importantes. El miedo mayor, por supuesto, apunta hacia China.

EL PÉNDULO

En julio de este año, Le Monde Diplomatique hablaba de “la intención de Irán de exigir el pago de las exportaciones de petróleo y gas en moneda europea, después de haber convertido ya a euros la mayor parte de las reservas de divisas, dado que Teherán sabe que en este momento el dólar es el talón de Aquiles de Estados Unidos”.
Relacionado o no con esta “amenaza” de la europeización de las divisas, el tema del acercamiento con Teherán ha estado en la primera página de la agenda estadounidense. Recuérdese, por ejemplo, el Informe Baker, en el que una comisión bipartidista recomendó al presidente George W Bush involucrar a Irán y Siria para lograr una salida a la crisis iraquí.

Si se toma en cuenta que los anuncios públicos se realizan midiendo los tiempos políticos, es probable establecer una sucesión de hechos que se produjeron en diciembre, durante los cuales Estados Unidos estuvo cerca de Irán, pero sólo para comenzar a alejarse de nuevo.

La primera reacción de Bush al Informe Baker fue aceptar que lo tomaría en cuenta para definir una nueva política hacia Irak “antes de Navidad”. A mediados de mes, el secretario del Consejo Superior de Seguridad Nacional de Irán, Ali Lariyani, dijo que “si Estados Unidos sigue una estrategia correcta y protege al gobierno, al parlamento, a la Constitución, a la unidad y la integridad territorial de Irak, entonces sí podrán contar con la colaboración de Irán”.

Un día después se conocía la derrota del sector del presidente iraní en las elecciones a la Asamblea de Expertos (véase recuadro) y parecía que la correlación de fuerzas en cada uno de los países (con el parlamento estadounidense en manos demócratas) apuntaba a fortalecer el diálogo. Pero el espíritu navideño duró poco. El 18 de diciembre Irán cambió su divisa oficial del dólar al euro.

Un día más tarde, Bush confirmó que estudia aumentar el número de tropas en Irak y pasó para comienzos de 2007 el anuncio de un nuevo enfoque sobre su política hacia ese país. Su principal aliado, el primer ministro británico, Tony Blair, llamó a los regímenes musulmanes “moderados” a formar una alianza para disminuir la influencia de Irán.

EL ESPEJO IRAQUÍ

Pero el péndulo no puede alejarse demasiado. Ya en diciembre de 2004 el Atlantic Monthly citaba a Sam Gardiner, responsable de simulaciones de combate durante dos décadas en la Escuela Nacional de Guerra, quien resumía su experiencia dejando “dos simples frases para los decisores políticos: no disponen de una solución militar para los asuntos de Irán, y tienen que trabajar con la diplomacia”. Palabras en saco roto. A principios de 2005 The New Yorker publicó un informe basado en entrevistas con fuentes de inteligencia, las que aseguraban “repetidamente” que el próximo blanco estratégico sería Irán.

William Clark, autor del libro La lucha de los petrodólares: petróleo, Irak y el futuro del dólar, ya aseguraba en agosto del año pasado que “ahora es obvio que la invasión a Irak tenía menos que ver con las amenazas del programa de armas de destrucción masiva de Saddam, y ciertamente menos que ver todavía con la lucha contra el terrorismo internacional, que con la intención de ganar control estratégico sobre las reservas iraquíes de hidrocarburos y mantener el monopolio del dólar como divisa del crítico mercado internacional del petróleo”.

EXPECTATIVA SOBRE CHINA

Menzie D Chinn, doctorado en Berkeley, ex asesor presidencial y actual profesor de economía y políticas públicas en la Universidad de Wisconsin, fue consultado por The Wall Street Journal sobre la situación del dólar. “Claramente China no tiene interés en ver al dólar declinar rápidamente”, dijo. Lo que en su opinión explica “en parte” por qué el Banco Central de China “está manejando de un modo tan estricto el tema de la apreciación del yuan contra el dólar”.

Pero incluso si el Banco Central de China y otros poseedores de grandes reservas de dólares no quieren que el dólar se deprecie rápidamente, añadió, ellos tampoco quieren ser los últimos en pasar por la puerta: “Por eso es que veo el equilibrio actual balancearse en el filo de la navaja”. Consideró que “cualquier declinar en el dólar puede ser suficiente para impulsar a algunos bancos centrales a intentar diversificar sus existencias”. Y reconoció que “la gran pregunta es cómo responderá China una vez que comience el declive del dólar”. “Mientras yo solía estar muy preo-cupado por China -dijo- ahora estoy muy preocupado acerca de China y los países exportadores de petróleo”.

Expectativa. Ésa es la reacción general de los analistas ante la petroeuros iraníes. También es posible que todo sea parte de un largo plan de tres décadas. Por al menos 30 años, asegura John Simpson en un análisis difundido por la bbc, Occidente se ha concentrado en el fundamentalismo religioso de la República Islámica de Irán, “pero hemos olvidado que la revolución de Khomeini (1979) fue también una declaración de independencia del control británico y americano”.

Moderadamente conservadores

La República Islámica de Irán es un régimen que, dentro de sus peculiaridades, funciona respetando el dictado de las urnas. Fueron los votos los que detuvieron las reformas del ex presidente Seyyed Mamad Khatami, y ahora son los votos los que prenden la luz de alerta sobre la popularidad del actual mandatario, el polémico Mahmud Ahmadinejad. Aunque no se elegía presidente ni parlamento, estas elecciones de autoridades locales y de la Asamblea de Expertos mostraron un avance de los conservadores moderados, liderados por Akbar Hachemi Rafsanjani, también ex presidente.

Precisamente Rafsanjani fue el candidato que hace un año y medio perdió la pulseada por la presidencia con Ahmadinejad.
El equilibrio del sistema iraní se basa en una serie de instituciones electivas y otras no electivas, habiendo diversas restricciones para quienes pueden postular a cada una.

En el caso de la Asamblea de Expertos, ahora en poder de los conservadores moderados, tiene el rol de nombrar al líder espiritual del país (heredero del ayatolá Khomeini) y “controlar” su actuación. Algo casi tan dudoso como su hipotética potestad de destituir al ayatolá máximo. Se reúne sólo dos veces al año y está compuesta solamente por clérigos, los que a su vez pueden ser vetados en el momento de su candidatura por el Consejo de los Guardianes (verdadero brazo ejecutor del poder del líder espiritual).

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