Por Causa Popular.- La semana pasada en estas mismas líneas, Causa Popular sostuvo que en la interna del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires “aún queda mucha agua por correr y algunas cabezas que cortar, la interna comienza a tomar rumbos un poco más definidos.” Así sucedió en parte. Cada semana va dejando elementos nuevos para el análisis sobre cómo se prefigura una elección clave para el futuro del gobierno de Néstor Kirchner y por lo tanto para todo el pueblo argentino.
Como muestra, en los últimos días entró en juego una ficha hasta hace un tiempo impensable: la candidatura del mismísimo Eduardo Duhalde, “padrino” del PJ bonaerense. ¿Se le fue de las manos la confrontación a Kirchner?. El presidente había decidido mantener su alianza con Duhalde hasta el 2007, pero los tiempos parecen acelerarse y nadie puede augurar cual será el resultado.
Ante este escenario, cerca del Presidente aseguran que la decisión de que Cristina salga al ruedo ya está tomada, pero que la intención es llegar a un entendimiento con Duhalde. Los encuentros que esta semana la senadora -hasta ahora por Santa Cruz- mantuvo con algunos legisladores provinciales felipistas serían una prueba de que, más allá de los trascendidos, está preparando efectivamente el terreno. “Estamos creando el ambiente propicio para dialogar con Duhalde”, fue el eufemismo que utilizó un funcionario del Ejecutivo que interviene en cuestiones electorales.
De los tres actores principales -sumándolo a Solá-, Kirchner ha sido hasta ahora el que menos desgaste sufrió con la pelea en la provincia porque no se involucraba en forma explícita. Con Cristina en la arena, su figura empieza a correr también.
A la vez, es el que tiene más para ganar, porque podría pasar de una situación de dependencia política a controlar varios hilos del poder provincial. El lanzamiento casi oficial de Cristina lo instala en un nivel de negociación impensado tiempo atrás y lo muestra administrando los tiempos y las acciones en un distrito históricamente ajeno.
Pero si este fuera con vista a la ruptura, el movimiento entraña riesgos importantes. Primero, porque más allá de que las encuestas favorecen a su esposa, la expondría a una erosión muy grande si debe enfrentar al duhaldismo por afuera del partido.
Segundo, porque otro escenario que no fuera un triunfo aplastante lo debilitaría políticamente. Tercero, porque aún en la escena de la victoria no podría prescindir de la influencia de Duhalde para seguir gobernando. “No va a poder sacar ni una ley en el Congreso y la provincia se le va a tornar ingobernable a Solá”, amenazó un legislador duhaldista al analizar esta hipótesis.
Sorpresa en el duhaldismo
El cuadro no sería más favorable para Duhalde. Mantiene el control sobre el aparato partidario y cuenta con un tramado de intendentes y concejales efectivos para la lucha electoral, sobre todo en el conurbano, donde se concentran dos tercios del electorado mientras el felipismo se hace fuerte en el interior de la provincia. Pero al no ejercer el principal cargo de la provincia, le ha generado problemas para mantener la cohesión de su frente. Sólo con lo ocurrido hasta ahora, el ex mandatario ha sufrido una notoria sangría de poder.
Por primera vez desde que hegemoniza el PJ bonaerense enfrenta un desafío abierto y la amenaza de una fractura. Por eso lo que más desea el duhaldismo es aplastar a Solá en una interna. En su entorno piensan que el ex mandatario todavía cree que a pesar de la escalada de las últimas semanas, Kirchner finalmente lo llamará para acordar. Pero no es una visión compartida por todos en el campo duhaldista.
Una legisladora muy vinculada al bonaerense piensa que “Kirchner quiere acabar con el justicialismo en la provincia y reemplazarlo por una estructura afín a él”. Por las dudas, el propio Duhalde ya dejó instalada la posibilidad de que el PJ concurra a los comicios con más de una lista.
La candidatura más previsible, la lista no tanto
Cristina Fernández de Kirchner encabezaría la lista de candidatos del Frente para la Victoria en las internas abiertas, obligatorias y simultáneas que se realizarán en la provincia de Buenos Aires y en las generales del 23 de octubre. Funcionarios cercanos a la presidencia dejaron trascender que “sobre este punto -la candidatura de la primera dama- no hay discusión posible”, luego destacaron que “las formas y los detalles son materia de conversación”.
Clave para el desenlace que pueda tener la disputa bonaerense, el pasado miércoles finalmente Kirchner firmó el decreto de convocatoria a elecciones internas simultáneas, abiertas y obligatorias para el 7 de agosto próximo. Sin embargo, al día siguiente, tuvo su primer impugnación de parte de un ciudadano particular que la consideró “inconstitucional” y reclamó la suspensión de la convocatoria ante la jueza electoral María Servini de Cubría.
Esta presentación podría obligar al presidente a modificar el decreto abriendo una puerta para negociar con Duhalde, ya que la esperada norma nacionaliza la interna provincial perjudicando al duhaldismo.
En el circulo más cerrado del presidente manejan dos principales hipótesis. “Si Duhalde llega a un acuerdo con Kirchner -en una reunión pendiente que aún no tiene fecha-, irá con la lista del Frente para la Victoria, la misma con la que se alcanzó el triunfo en las presidenciales del 2003”. “Si por el contrario no hay acuerdo, entonces habrá dos listas”, en la provincia de Buenos Aires, donde tendrá lugar la “madre de todas las batallas”.
De todas maneras, aún no se descarta la posibilidad de que se presente una tercera nómina de candidatos, en el caso de que Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saa resuelvan conformar un frente en el territorio bonaerense.
Lo que queda claro hasta ahora es que Kirchner busca el doble objetivo de que el triunfo del 23 de octubre sea lo más suyo posible -de allí la presión con Cristina-, y de que Buenos Aires no se transforme en un territorio inestable por lo que aún no puede salir a una disputa a todo o nada.
Duhalde, por su parte, intenta contener la embestida y mantener su influencia sobre el aparato provincial. El cuadro indica que una comunicación entre ambos debería transformar la candidatura de Cristina en el primer paso hacia un acuerdo electoral, de formas aún inciertas.
Pero también muestra que la disputa ya cobró una dinámica menos previsible de la que traía, sólo están claros los límites, aunque cualquier paso en falso puede modificar radicalmente el escenario. Faltan sólo cuatro meses, en los que todos los contendientes buscarán que la sangre no llegue al río.