Informe. Uruguay calienta motores para dejar el MERCOSUR: el portazo del más chico, una advertencia para los grandes

Por Causa Popular.- Nadie en su sano juicio podría discutir que el Mercado Común del Sur (Mercosur) pasa por su peor momento desde su fundación en 1995. Como en todo proyecto donde la ley predominante es la del libre mercado, los beneficios siempre son para los más grandes. Que Paraguay y Uruguay estén amenazando con salir del bloque no dice mucho sobre las diferencias ideológicas que pudieron existir entre Duarte Frutos y Tabaré Vazquez respecto de Lula y Kirchner. En un modelo comercial de este tipo, es el poder económico de cada país el que cristaliza ganadores y perdedores. De esta forma, mientras los más grandes buscan defender un mercado común que los beneficia, los más chicos amenazan con poner fin a su participación si las ventajas relativas no se modifican. Uruguay, el más chico, es el primero que amenaza con dar el portazo.

“Fue un esgrima. Aquí fuimos cinco mosqueteros, rodilla en tierra y espada de la buena. Es decir, los cuatro países miembros plenos de Mercosur y Venezuela que pronto pasará a ser miembro pleno de este acuerdo del Mercado del Sur”, describió Hugo Chávez la IV Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata en noviembre del año pasado luego de su finalización.

Sin embargo, ya por ese entonces desde este mismo sitio advertíamos las diferencias que se habían dejado entre ver durante la cumbre con el presidente uruguayo, y que habían pasado a segundo plano luego de la histórica oposición al ALCA que el Mercosur junto a Venezuela realizó en la ciudad feliz.

Contra todos lo pronósticos, desde que Tabaré Vásquez asumió el gobierno de su país en marzo del 2005, la política exterior uruguaya lejos estuvo de posar su mirada en el sur. A la autorización a sus Fuerzas Armadas a realizar ejercicios conjuntos con Estados Unidos, le sumo en Mar del Plata, la firma de un tratado bilateral de inversiones con el imperio, primer paso para el Tratado de Libre Comercio que lo dejaría automáticamente fuera del Mercosur.

A su creciente relación con el país gobernado por George Bush, el gobierno uruguayo le suma la controversia ambiental con la Argentina. La negativa a suspender por sesenta días la construcción de las dos plantas celulósicas a orillas del Río Uruguay, y la negativa uruguaya a aceptar la realización de un estudio de impacto ambiental, como pide la Argentina, acentuó las diferencias entre dos países con profundos lazos históricos y culturales.

Parte de la sorpresa respecto a la orientación del gobierno del Frente Amplio, está dada por cómo manejó la construcción de las pasteras, un acuerdo con la empresa española Ence y la finlandesa Botnia, que heredó de la presidencia neoliberal de Jorge Batlle. El plan de hacer de las pampas orientales una tierra que, además de competir en los mercados ganaderos, atrajera inversiones para la producción de pasta celulósica, materia prima para la fabricación de papel, no fue decisión del Frente Amplio.

Hace dos décadas atrás se plantaron árboles en miles de hectáreas gracias a un incentivo del Banco Mundial, pero hoy el gobierno uruguayo no se muestra dispuesto a desandar este camino, aunque por ello deba pagar un costo político muy alto. Eso sí es decisión del Frente Amplio.

Pero, a pesar de que la controversia con Argentina llega como una sólida y homogénea política de Estado desde la otra orilla del río de La Plata, algunos sectores que conforman la coalición frenteamplista, comienzan a dejar ver sus diferencias con el gobierno del que forman parte.

No es para menos, el modelo chileno que intenta imitar Tabaré Vásquez tiene un valor particular para el país trasandino por la complementariedad que su sector exportador tiene respecto al país del norte. En el caso de Uruguay sin embargo, que exporta vacas, textiles, calzado, está más cerca de la competencia con el mercado norteamericano, el canadiense y el mexicano, que de la complementariedad.

El camino que Tabaré se muestra decidido a seguir quedó claro una vez más esta semana. Mientras nuestro país se preparaba para denunciar al Estado uruguayo en la corte internacional de La Haya, su presidente buscó apoyo de los Estados Unidos por el diferendo. En la audiencia que tuvo con Bush el pasado jueves, le informó al presidente norteamericano sobre el mismo e intentó involucrarlo considerándolo “un conflicto internacional”.

En esa misma reunión en la Casa Blanca, que se realizó a la par que el encuentro en Misiones entre Lula, Kirchner Evo y Chávez, Vázquez acordó “profundizar las relaciones comerciales” bilaterales, y volvió a cuestionar en declaraciones a la prensa, el funcionamiento del bloque regional Mercosur.

“Este conflicto ha impactado en la región, ha impactado en toda América latina, se habla aquí en Norteamérica, se va a hablar en Europa, tiene una gran dimensión internacional por lo irracional”, arremetió Vázquez.

Finalizado el encuentro, ambos presidentes coincidieron en la necesidad de extender vínculos comerciales entre las naciones. “Hemos conversado sobre la necesidad de ampliar, aumentar e intensificar el intercambio comercial”, retrucó Vázquez en conferencia de prensa en Washington.

En este sentido, anticipó que ambos países “aumentarán los trabajos en ese sentido” de cara a la reunión de la comisión conjunta Uruguay-EE.UU. que tendrá lugar en octubre próximo en Montevideo.

En la misma línea, Bush explicó que con Vázquez había hablado sobre “ampliación de la relación comercial” y detalló que el mandatario uruguayo “mencionó un tema que es muy importante para nosotros: las fuentes de la energía renovable”.

El gobierno Frente Amplista parece decidido a llevar adelante una política independiente respecto a los países con lo que mantuvo en los últimos años una relación de tipo imperial. Aunque suene demasiado ajena esta palabra respecto a países como Brasil y Argentina, el diseño del Mercosur afianzó la relación de desigualdad entre sus cuatro integrantes, cristalizando una relación de este tipo.

Argentina respecto de Brasil, Paraguay respecto a estos dos, y Uruguay subordinado a los tres, marcaron las relaciones comerciales durante los 20 años de existencia del mercado común entre ambos.

Mas allá de las decisiones uruguayas respecto a su tendencia a cambiar la relación con el Mercosur por el Imperio más grande y devastador de la historia de la humanidad, Argentina y Brasil, los dos motores del Mercado Común del Sur, deben aprender mucho de los mensajes orientales si, como dicen, la integración de América del Sur es un proyecto estratégico al que apuestan, y no sólo un movimiento táctico para realizar buenos negocios con Venezuela.

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