Informe: Por qué Clarín fue “ibarrista” durante la crisis política de la tragedia de Cromagnón

Por Causa Popular.- Con la destitución de Aníbal Ibarra, la investigación por la muerte de 194 personas en República de Cromañón, fue literalmente borrada de los grandes medios de comunicación. Es verdad que la causa judicial se mueve con una velocidad distinta a la vertiginosa dinámica política, y que el destituido Jefe de Gobierno porteño puede quedar luego de un extenso proceso tras las rejas. Sin embargo, que se haya borrado de la agenda mediática todo lo relacionado con la tragedia de Once, está muy lejos de pertenecer al orden de la casualidad. No es novedad que entre los responsables de la política de la inmediatez se encuentran los medios de comunicación. Largas horas de aire y litros de tinta se destinan a ocultar esta relación de causalidad con los acontecimientos políticos de los que nunca, por acción u omisión, se encuentran ajenos. “Estas en Casa”, “Periodismo Independiente”, “Un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos”, son las frases de cabecera con las que el multimedio más importante e influyente de la argentina busca hacerlo. El seguimiento que este grupo, a través de su medio estrella y más antiguo, el diario Clarín, realizó respecto a la responsabilidad política de Aníbal Ibarra es una clara muestra de ello.

Un análisis en profundidad realizado por el sitio de Internet, “Diario sobre diarios” (DsD) -publicación electrónica cuya bajada deja en claro su objetivo: “Análisis mediático sobre los diarios de circulación nacional”-, permite observar la defensa que el Grupo Clarín, por medio de su arma principal, el diario, decidió realizar del destituido jefe de gobierno.

Si bien, los posicionamientos políticos de este multimedio, no son ninguna novedad, el exhaustivo análisis realizado, echa luz sobre los sutiles mecanismos que medios como éste ponen al servicio de los intereses políticos que decide defender o promover.

Según describe la propia página del grupo -www.grupoclarin.com- “A principios de los ’90, el Grupo comenzó su diversificación horizontal, ingresando al mundo de la radio y la televisión. Hoy es titular de uno de los dos canales de televisión abierta líderes de la Argentina (ARTEAR / Canal 13), y de estaciones de radio en AM (Mitre) y FM (99.9). Junto con el diario, estos medios mantienen los más altos índices de credibilidad (sic) del periodismo argentino.”

No es ninguna casualidad, que este grupo empresario, haya elegido el diario para su persistente defensa mediática de Ibarra. Los diarios, en el sistema de medios de este país, son quienes instalan la agenda diaria.

Los temas que ellos publican, son profundizados, revisados y resignificados, por las radios y la televisión, para luego volver a los diarios a partir de los acontecimientos de esa jornada. Y así, todos los días del año. La prensa gráfica pone en funcionamiento la máquina mediática, a partir de allí, el sistema que condiciona la percepción de los acontecimientos políticos de los argentinos rueda sin detenerse.

El diario Clarín, desde las primeras coberturas luego de las 194 muertes en lo que popularmente se denomino “la masacre de Cromañon”, volcó todos los recursos con los que cuentan los medios de comunicación para construir determinado sentido sobre un hecho.

Desde su portada, pasando por el tratamiento informativo, los títulos elegidos, hasta la importancia asignada a una noticia en función de la página en la que se publica, el diario de Ernestina Herrera de Noble se convirtió en uno de los defensores públicos de Ibarra.

No está de más aclarar que la defensa no tomó una dimensión explicita. Por el contrario, una de las capacidades por excelencia de los medios de comunicación, es la editorialización entre líneas; máxime cuando se trata de defender una figura de la política, que desde la noche trágica del 30 de diciembre de 2004, comenzó una estrepitosa caída de su imagen pública.

Una de las formas utilizadas por la prensa gráfica para tomar posición ante un hecho con fuerte lectura política, fue enfocarla desde la liviandad que permite la sección de información general. Así lo realizó Clarín, durante las primeras coberturas de los días siguientes a la masacre. “La decisión provisoria de los editores de Clarín de llevar determinados aspectos informativos a la ‘blanda’ sección «Sociedad» fue la primera edición editorial”, aclara el informe.

Las primeras encuestas realizadas por el entonces Jefe de Gobierno, la propuesta del referéndum lanzada más adelante, el escaso espacio otorgado a documentos y declaraciones de los familiares de las victimas, y el lugar reservado por el tratamiento de la noticia a las responsabilidades políticas, permiten concluir que Clarín fue Ibarrista, al menos en los 14 meses transcurridos entre la masacre y su destitución.

Tomando una de estas características de su cobertura, se puede observar de todas formas, que no sólo de mecanismos sutiles se armó “El gran diario Argentino” para defender a Ibarra, también acudió a otros más directos, y explícitos.

El primer día de febrero, a tan sólo un mes de las 194 muertes, el editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum escribió en su columna: “Ibarra decidió someterse a la decisión de la gente y anunció su voluntad de autopromover un referéndum de revocatoria de mandato, previsto en la Constitución porteña.

Es un paso riesgoso, realista y valiente”. Luego remata: “Ibarra no tiene garantizado nada. Sencillamente no tenía futuro, si llegaba a concluir su período. Es un acto de coraje, aun si pierde”.

De la siguiente manera resume “Diarios sobre Diarios” el tratamiento que Clarín realizó de la masacre de Cromañón y sus consecuencias:

“Editó en forma dividida la temática en cuestión favoreciendo siempre a Ibarra por los espacios y secciones que le dedicó relegando a otros actores opositores; minimizó las marchas de los deudos; difundió las primeras encuestas oficiales que favorecían en la coyuntura a Ibarra y le otorgó protagonismo en sus primeras planas al entonces funcionario y nunca a la Comisión Investigadora, a la Sala Acusadora ni a los Familiares. También apoyó el referéndum impulsado por Ibarra; ignoró presentaciones judiciales de los abogados de familiares; tuvo tratamientos desequilibrados y desinformó; sobredimensionó una falsa denuncia contra Iglesias; mostró desprolijidades periodísticas, instaló reiteradamente a la “violencia” asociada a los familiares y forzó interpretaciones de los hechos.”

El desenlace final de los hechos confirma una vez más que el poder omnipresente que en varias oportunidades se le otorga a los medios, en muchas ocasiones no es de tal dimensión.

Las múltiples mediaciones que tiene un mensaje desde que se decide publicarlo hasta que llega su receptor abren posibilidades impensadas, cuando un editor decide construir sentido sobre determinado tema. La Venezuela bolivariana de Chávez batallando con medios ligados a Washington, la misma experiencia de Perón, quien ganó la primera presidencia con todos los medios en contra, y fue derrocado en el 55 con la mayoría de ellos a favor, son algunos de los tantos ejemplos que, junto con el que se describe en estas líneas, brinda la historia y el presente con los que se puede comprender cual es el poder real con el que cuentan estos emporios de la imagen y la palabra que crecen al calor del abrigo de sus defendidos.

Eso sí, parece que entre el defensor y el defendido pasaron muchos millones de razones provenientes de las arcas del Estado.

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