Informe: Las críticas contra Kirchner de The New York Times y Vargas Llosa no fueron espontáneas. Qué piensa Washington

Por Causa Popular.- Como parte de su política de control que despliega a nivel mundial, el Departamento de Estado norteamericano a través de la Oficina de Asuntos Hemisféricos elabora periódicamente informes sobre todos los países del mundo. El mismo día en que el gobierno argentino se disponía a cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional, a través de su página de Internet, la oficina que dirige Tom Shannon, publicó un informe sobre la Argentina. No es un “paper” cualquiera, es el primero luego de la Cumbre de Mar del Plata. Su contenido sumado a un artículo en la primera plana del diario The New York Times sobre el pago total de la deuda al FMI, y las declaraciones del escritor peruano Mario Vargas Llosa (históricamente vocero de los intereses norteamericanos) dieron esta semana el puntapié inicial a una nueva etapa en las relaciones entre los gobiernos de Argentina y los Estados Unidos, lejos aún de la confrontación abierta.

Luego del destacado rol del gobierno nacional en la cruzada contra el ALCA durante la cumbre de Mar de Plata, muchas miradas se posaron sobre las posibles reacciones diplomáticas del gobierno de George W. Bush. Pocos días después de la IV Cumbre de las Americas, la prensa norteamericana acercaba a sus lectores algunos elementos de análisis para comprender el sorpresivo papel de Néstor Kirchner en la región.

Hasta entonces, los norteamericanos apostaban a que su figura podía contener el avasallante paso de Hugo Chávez en América Latina. Pero en Mar del Plata y poco después de haber ganado en las elecciones legislativas por un alto margen Néstor Kirchner lo estimuló.

Una editorial para el Houston Chronicle, distribuída al mundo en esos días por el servicio de noticias del The New York Times, marcaba la diferencia entre Kirchner y Hugo Chávez: “Kirchner no es ningún clon de Hugo Chávez en el Cono Sur. Kirchner, quien fue el anfitrión de la Cumbre de las Américas previamente en este mes, es uno de un puñado de presidentes tendientes a la izquierda que fueron elegidos en fechas recientes en América Latina.

Pero, a diferencia de Chávez -quien ha jurado llevar a cabo una revolución socialista y acogido de buena gana al mandatario cubano Fidel Castro- Kirchner desafía los estereotipos fáciles. Muchos analistas describen al mandatario argentino como un calculador pragmático que evita los extremos ideológicos, favoreciendo más bien el camino intermedio.”

Esta semana, el influyente diario norteamericano The New York Times, ahora desde su portada, eligió el día en que nuestro país cancelaba la deuda con el FMI para reafirmar su visión sobre el giro a la izquierda del gobierno argentino. “La Argentina sigue debiendo decenas de miles de millones de dólares a acreedores privados. Pero el pago de 9.800 millones de dólares es un hecho simbólico importante y una señal más de que el presidente Néstor Kirchner parece estar concentrando más poder en sus manos e inclinando el gobierno hacia la izquierda.”

A su vez, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien fuera candidato a la presidencia de su país por la derecha moderada, se sumó a los comentarios que circularon esta semana por la prensa sobre la gestión de Néstor Kirchner. De visita en Nicaragua, donde fue galardonado con la orden Rubén Darío, Mario Vargas Llosa se puso a hablar y a despotricar en una conferencia de prensa de política latinoamericana.

“Usted me pregunta por Kirchner, y debo decirle que lo veo peligroso, incluso, aunque gracias quizás a que tiene, o mejor dicho tuvo, a un buen ministro de Finanzas, la democracia y la economía no han colapsado en Argentina, pero veo con mucho peligro la actitud de ese señor Kirchner”, dijo Vargas Llosa a los periodistas en Managua. “Kirchner es un tipo desagradable, es un demagogo, no parece o no tiene claras sus ideas”, agregó el escritor que según el ministro del Interior Aníbal Fernández, “es apoyado por los sectores más duros del republicanismo norteamericano”.

Luego aclaró, en clara sintonía con la mirada norteamericana, que de todas maneras “este no es el caso de Hugo Chávez, no es el caso de Fidel Castro, un dictador que ha batido el récord de longevidad dictatorial en América latina”.

Pero más allá de las versiones y lecturas de la prensa estadounidense, y la ferviente y orgánica colaboración de Vargas Llosa, la palabra oficial del gobierno de Bush también eligió el día de la cancelación de la deuda con el FMI para darse a conocer.

En forma periódica el Departamento de Estado de los Estados Unidos realiza informe sobre todos los países del mundo, focalizando en aquellos donde sus intereses podrían llegar a ser afectados. El último informe elaborado por la Oficina de Asuntos Hemisféricos sobre la Argentina, es el primero luego de la IV Cumbre de las Américas.

En este nuevo informe del Departamento de Estado mantiene una mirada positiva sobre el gobierno argentino a pesar de las controversias marplatenses: “los Estados Unidos y la Argentina continúan manteniendo relaciones positivas a pesar de que el presidente Kirchner use, a veces, una retórica populista y declare su oposición al ALCA”, aclara.

Luego, con una inteligente sutileza, el escrito elaborado por la oficina que dirige Tom Shannon, discute con el gobierno argentino las causas de la recuperación económica. Increíblemente, para los funcionarios norteamericanos, no fueron las políticas neoliberales impuestas por el FMI las que llevaron a la profunda crisis que vivió la Argentina en el 2001, por el contrario, fueron estas las que le otorgaron al país la solidez necesaria para lograr “la impresionante recuperación” económica de la actualidad.

Para el Departamento de Estado las bases de esta recuperación serían las siguientes: “Primero, después de una década de reformas de los mercados, la economía era fundamentalmente sólida a pesar del alto nivel de endeudamiento. Segundo, la adopción de un tipo de cambio libre y las tendencias favorables en los mercados de los commodities fueron factores cruciales en el boom provocado por las exportaciones. Tercero, el Gobierno ha aplicado moderadas políticas fiscales y monetarias”.

Más allá del cinismo con el que el gobierno de Bush pretende disputar la lectura de las nefastas políticas neoliberales de la década de los 90, verdaderas responsables de que Chávez, Lula, Evo Morales, Kirchner y Tabaré, sean hoy presidentes en sus respectivos países, los Estados Unidos parecen haber elegido no confrontar directamente con la Argentina.

Es en este sentido, que el informe del gobierno estadounidense destaca lo útil que ha significado para sus intereses en el exterior el gobierno de Néstor Kirchner: “la Argentina se ha convertido en una activa partidaria de la estabilidad política y económica” de Bolivia; jugó un “rol constructivo” en alentar a Chávez a convocar al referéndum revocatorio de 2004; “en años recientes, la Argentina ha apoyado los Cascos Blancos de las Naciones Unidas.

La Argentina, aliado extra OTAN de los Estados Unidos desde enero de 1998, ha sido el único país de América Latina que participó en la Guerra del Golfo, entre 1990 y 1991, y en todas las fases de la Operación Haití, en 1994.”

Acorralado luego del triunfo de Evo Morales en Bolivia, y con un panorama no muy alentador en las elecciones de este año en varios países de la región -ver Causa Popular del 24 de diciembre de 2005-, Estados Unidos no está en condiciones de descartar a la Argentina como un aliado. Cuba, Venezuela, y ahora Bolivia, siguen siendo los únicos países que en forma abierta apuestan estratégicamente a un modelo de país diferente al pregonado por Estados Unidos.

Respecto al eje bolivariano, la Argentina es un país moderado y al menos de esta forma lo percibe la diplomacia norteamericana, que no está dispuesta aún a cerrarle la puerta a la tercera economía de América Latina más allá de las diferencias surgidas en los últimos meses.

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