Informe especial. Censura en Página 12: bajan una nota sobre corrupción y nadie dice palabra sobre las acusaciones

Por Causa Popular.- El sábado 23 de octubre, el diario Página 12 no contó con el panorama económico que suele publicar ese día el periodista Julio Nudler. A no pocos lectores les habrá llamado la atención la ausencia. Pero a nadie se le hubiese ocurrido que ello se debía a un hecho de censura. El propio autor de la nota se encargó de revelarlo en un mail escrito a las 2:15 del sábado y enviado inmediatamente con el contundente asunto: “censura». Lo escribió inmediatamente después de recibir la noticia de boca del mismo director del diario Ernesto Tiffenberg en una conversación telefónica. La línea directa entre el director de Página 12 y el jefe de gabinete Alberto Fernández, las denuncias de corrupción de varios funcionarios del gobierno y la libertad de prensa, fueron los debates que abrió este hecho que el propio Nudler se encargó de remarcar como «el más extremo aunque no el primero en esta deplorable tendencia».

Los compromisos con el poder político de un diario que nació en 1987 financiado por el Movimiento Todos por la Patria, más tarde por Carlos Grosso, y en la actualidad sostenido no solo por formar parte del multimedios Clarín, sino también, gracias a los millonarios aportes en publicidad de los gobiernos de la Nación y la Ciudad.

«Amigos: hoy sábado no aparece en Página/12 mi Panorama Económico porque la nota fue levantada anoche por el director. Su texto denunciaba la designación de Claudio Moroni al frente de la Sindicatura General de la Nación como un acto de grave corrupción, y abundaba en datos sobre la siniestra trayectoria de Moroni, títere del no menos corrupto jefe de Gabinete, Alberto Fernández.»

Estas fueron las primeras líneas del mail que envió Julio Nudler minutos después de recibir la llamada del director del diario anunciando que la nota no iba a ser publicada. Así lo explicó el mismo Nudler en declaraciones realizadas al programa Mate Amargo que se emite por Radio El Mundo «Yo mandé la nota desde casa por que los viernes me quedo a trabajar en casa que es más tranquilo ya que el panorama me da mucho trabajo. Él -por Ernesto Tiffenberg- me llamó al rato y me dijo que esa nota no se va a publicar.»

El mail enviado por Nudler en las primeras horas del sábado denuncia que «los fraudes cometidos por Fernández/Moroni son alevosos, y ya puede imaginarse para qué se designa a un delincuente al frente de la Sigen, donde por otro lado permanece la mujer de De Vido, carente de toda idoneidad. La sensación de impunidad de los funcionarios no parece haber menguado. Creo que impedir la publicación de mi nota dista de ser un gesto de apoyo a las políticas valiosas de este gobierno, sino un acto de irresponsable complicidad con los factores que, tarde o temprano, determinarán su hundimiento. (…)Así como no quiero perjudicar a este gobierno sino evitar, con mi modesto aporte, que se suicide, tampoco quiero afectar al diario, que también se está suicidando.»

* El miércoles estalló todo

Ante la difusión del acto de censura, el miércoles 27 de octubre Tiffenberg utilizó el clásico «pirulo» de tapa con una editorial que se extendió a toda su contratapa acusando a Nudler de impulsar una de las tantas «campañas de desprestigio» que tuvo que soportar Página 12 desde su nacimiento «destinadas a socavar su único capital: la credibilidad».

La polémica había asomado el martes en la mañana cuando Mario Wainfeld, par de Nudler, habló del hecho en su programa radial por AM 1110 del Gobierno de la Ciudad y acto seguido discutió con Nudler al aire, a pesar de que el ex editor de Política Nacional de Página 12 consideraba que habría que haberla publicado pero como opinión.

La polémica, reproducida íntegra por Causa Popular en otra nota de esta edición, fue publicada por Ambito Financiero, pero en una versión que reflejó con muy poca fidelidad el tenor de la polémica, pero que sirvió como para amplificar la polémica ese miércoles, junto con el contraataque de Tiffenberg.

Ese día Nudler multiplicó sus declaraciones y con ellas la denuncia persistente de casos de corrupción que hasta ahora nadie ha contestado. A pesar de su virulencia, Tiffenberg tampoco lo hizo.

Nudler realizó declaraciones en varios programas de radio desmintiendo cada uno de los argumentos volcados por Tiffenberg, y los mismos trabajadores del diario votaron por la noche en asamblea una declaración en la que repudiaban «el contenido del editorial aparecido hoy en el diario, con la firma de su director».

Es muy probable que Ernesto Tiffenberg haya comenzado a dudar quién realmente esta socavando la credibilidad de un diario que creció a la par de las denuncias de los actos de corrupción del gobierno de Menem, pero que ya no puede ocultar sus relaciones políticas a cambio de financiamiento.

Según el director de Página 12 «antes del inicio de su insólita actitud, Julio Nudler concretó un compromiso laboral con Sergio Spolsky», un empresario que adquirió la revista Veintitrés hace dos semanas y el mismo que, según Tiffenberg, «su primer intento importante por hacer pie en ese terreno – el de los medios – fue la fallida sociedad con Gerardo Sofovich en pleno menemismo para llevar adelante un periódico que pudiese desplazar al molesto Página/12. Con ese objetivo inició una campaña difamatoria para la que hasta llegó a contratar a periodistas de este diario. El engendro (construido bajo la imposible ilusión de inventar un menemismo progresista) no llegó a ver la luz…»

La declaración escrita y difundida por los periodistas compañeros de Nudler se encargó de desmentir las acusaciones de Tiffenberg: «Consideramos redundante detenernos en señalar la honestidad profesional e intelectual de un hombre que tiene una impecable trayectoria y que, como muy pocos, ha alcanzado un indiscutido prestigio entre sus colegas y lectores.

Por lo tanto resultan inaceptables las maliciosas imputaciones que se le formularon desde la dirección periodística que le confió durante largos años la jefatura del área de Economía y que luego dejó en sus manos los panoramas semanales de esa sección. Es un disparate suponer que tamaña responsabilidad hubiera sido delegada en alguien que tuviese la más mínima relación con el texto agraviante difundido en la edición de hoy.»

Julio Nudler quién fuera jefe de economía del diario La Opinión ingresó al periodismo en 1968 y trabaja en Página 12 desde 1990, declaró a Radio el Mundo que lo que dice Tiffenberg en su texto «me hace dudar de su estado psíquico. Yo creo que está en una contradicciones tan terribles que está sufriendo un deterioro personal. Yo lo aprecio porque es un tipo capaz e inteligente, y la verdad que estoy asombrado. Se lo dije cuando el me llamó a la 0:10 de la madrugada del sábado y estuvimos hablando durante 50 minutos y ahí yo le dije todo lo que creo y todo lo que pienso. (…) él se está embarrando de una manera, se está enlodando de una manera que la verdad que me da lástima. Ese es un elemento. El otro elemento es que yo estoy en una conspiración con este Sergio Spolsky a quién francamente jamás en mi vida hablé con él.(…) Tiffenberg es un tipo de altas dotes, es un placer hablar con él, yo no se que le pasa. Lo que intuyo que le pasa es que el trata de incompatibilizar cosas que no son compatibles, estar al servicio de Alberto Fernández que le baja línea todo el tiempo y le dice lo que hay que escribir y lo que tiene que ser publicado y lo que no, y eso bajarlo a la redacción a gente que es periodista como uno y que están hartos, y somos todos, estamos desesperados ahí.»

Según el director de Página 12, la nota de Julio Nudler «hacía una serie de afirmaciones que la dirección del diario consideró que requerían mayores explicaciones antes de ser publicadas, tal como se hace normalmente con cualquier información.(…) Página/12 pelea todos los días por seguir siendo el diario que más primicias publica, pero Página/12 también está dispuesta a perder una primicia que pueda transformarse en un fiasco. Página/12 fue muchas veces censurado. Página/12 no censura.»

Lo que Tiffenberg omite es que Claudio Moroni, titular de la Sigen, fue denunciado por Nudler en notas sucesivas que fueron publicadas en el mismo diario desde el año 2002. No era una primicia, era un panorama con una síntesis de hechos de corrupción protagonizados por este mismo personaje y denunciados sostenidamente por el jefe de la sección de Economía del diario censurado en la edición del sábado 23.

«Escribí la nota, refritando, reescribiendo, tuve que resumir dejando muchos elementos afuera, pero conté lo esencial de quién es ese Moroni. Ahora Tiffenberg dice que eso era un primicia. Dos, dice que no estaba suficientemente investigado cuando se publico en Página 12 dirigida por Ernesto Tiffenberg. Tres, que eso podría tener consecuencias, no tuvo ninguna, el diario ni yo recibió ninguna querella sencillamente porque Moroni y Fernández son corruptos pero no son estúpidos y no van a meter una querella cuando yo los aplastaba con pruebas» declaro Nudler al Programa Mate Amargo.

Las irregularidades cometidas por Claudio Moroni habían sido denunciadas por Nudler en tres notas anteriores: «A los asegurados ya no les queda ni el derecho a la información», publicada el 10 de abril del 2002; «Prohibido denunciar» publicada el 30 de mayo de 2002, y «Con la vista clavada en los grandes bancos» del día 23 de mayo de 2003.

* La nota maldita

La polémica que afloró por la censura de la nota de Nudler en Página 12, va mucho más allá del deterioro de un medio fundamental para los últimos quince años de historia en la Argentina. Sin embargo, la peor preocupación, que trasciende al estado del periodismo, es la gravedad de los hechos relatados por Julio Nudler, según su colega Mario Wainfeld, “el mejor periodista de análisis y opinión de la Argentina”.

El prestigioso diario electrónico www.diariosobrediarios.com.ar”, publicó con permiso del autor la nota censurada. Su texto bajo el título: “De títeres y titiriteros», es el siguiente:

“Para la congoja causada por la reciente muerte del salteño Roberto Guzmán hay ahora un triste consuelo: al menos no alcanzó a enterarse del nombramiento de Claudio Moroni al frente de la Sindicatura General de la Nación, un hecho quizá más escandaloso aun que la designación de Martín Pérez Redrado al frente del Banco Central y de Miguel Pesce en la vicepresidencia.”

“Guzmán, autor del memorable libro «Saqueo asegurado», fue entre 1994 y 1996 liquidador del Instituto Nacional de Reaseguros, enfrentándose desde ese cargo con uno de los sectores más corruptos de la Argentina: el del seguro. Pero Guzmán -nombrado por Domingo Cavallo, que gradualmente pasó a arrepentirse de haber elegido a una persona tan decente e insobornable- no debió lidiar sólo contra los aseguradores privados, que pretendían tener acreencias contra el INdER por unos 2000 millones de pesos/dólares, sino también contra el tándem que conducía la Superintendencia de Seguros de la Nación: Alberto Fernández y su incondicional y apolítico Moroni.

Ellos presionaban para que el INdER «reconociera» una deuda de casi 1200 millones con el sector, cuando Guzmán (que denominaba a ese delirio «un cut off a la criolla») demostró fehacientemente que el pasivo a lo sumo llegaba a 500 millones.

Guzmán frustró así uno de los mayores robos contra el Estado. Persona bien educada al fin, cuando debió dejar su cargo en diciembre de 1995, el actual Jefe de Gabinete del presidente Kirchner se cruzó hasta el Instituto a presentar sus saludos, declarando en ese momento que, luego de haber conducido la SSN desde la asunción de Carlos Menem, pensaba dedicarse a la política. En ese cometido lo ayudó Alberto Iribarne, patrón del Justicialismo porteño. En 1999 Fernández, gracias a su estrecha vinculación con las aseguradoras, la mitad de las cuales pertenecían a bancos, pudo ocuparse de la financiación de la campaña de Duhalde.”

“Iribarne fue, precisamente, quien cumplió, desde la llegada del hincha del Taladro a la Presidencia, la encomendada tarea de inutilizar la Sigen, peculiar misión en la que luego le sería de gran provecho la designación como Síndica General Adjunta de Alessandra Minnicelli, esposa de Julio De Vido y persona que, según opinión generalizada en el organismo de contralor, ni siquiera conoce lo mínimo como para serle útil a su marido el ministro. Pocas semanas atrás, Página/12 constató que en la página de Internet de la Sindicatura el currículum de la señora seguía «en preparación», luego de meses y meses. ¿Pero es que ni siquiera había presentado su CV para ser designada? Tras la nota de este diario, alguien se apresuró a subir al sitio los magros antecedentes de la dama.”

“Aunque estos despropósitos, absolutamente impropios de una república, en la que se supone que los servidores públicos deben rendir cuentas, provoquen melancólicas sonrisas, en realidad involucran hechos gravísimos. El bochornoso caso de la cónyuge de De Vido no es la excepción. A ella le asignaron como responsabilidad de síndica el Pami. La consecuencia de su intervención, junto con la escasa solvencia técnica de Graciela Ocaña -porque en estas cuestiones la honestidad es condición necesaria pero no suficiente-, han conducido a que debiera anularse la licitación para la compra de medicamentos para los jubilados. Los experimentados técnicos de la Sigen, hoy completamente desmoralizados al ver que todo sigue igual o peor, les advirtieron, ya ocho meses atrás, que la licitación era un método absolutamente inapropiado para esa finalidad, pero las señoras no les hicieron caso. Los resultados están a la vista.
La cuestión es obvia: fuera del conjunto de la industria, representada por las cámaras que la agrupan, no existe quien pueda garantizar la provisión en un día, en cualquier rincón de la Argentina, de un medicamento a determinar, que a un médico se le ocurra prescribirle de pronto a un anciano, el Enalapril para la presión, por ejemplo, y que difícilmente el afiliado acepte ver sustituido por otra marca. Consiguientemente, en medicamentos de uso general se presentó una sola oferta: la del conjunto de las cámaras. En oncológicos ocurrió lo propio, aunque con una segunda oferta de la droguería San Javier, pero que no garantizaba el abastecimiento en 24 horas. Por lo tanto, la licitación se cayó, perdiéndose así la oportunidad de conseguir que los afiliados paguen menos por sus medicinas, ya que ellos abonan en promedio el 50 por ciento. En una palabra: la irresponsable designación de Minnicelli, inepta para el cargo, terminan pagándola los jubilados. ¿El presidente Kirchner seguirá ignorando el clamor por su destitución y la necesidad de elegir a los funcionarios por su solvencia y no por razones espurias?

Los hechos protagonizados por Moroni en la SSN en sus dos gestiones como titular (la inicial sucediendo a Fernández, antes de ser a su vez desplazado en febrero de 1998 por Daniel Di Nucci, hombre del Grupo Juncal, perteneciente a la Banca Nazionale del Lavoro, con rol protagónico del sindicalista combativo Armando Cavalieri; la segunda, por obra y gracia de Duhalde, con obvia influencia entre bambalinas de Fernández) son de una gravedad poco usual. El diseñó, por ejemplo, un sistema que desamparó totalmente a los pasajeros de medios de transporte.

Es, por citar sólo un caso, el fraude que sufrieron los deudos de los nueve estudiantes muertos el 27 de diciembre de 1996 cuando el micro en que viajaban a Bariloche chocó con un camión en el partido de Laprida. Hubo también muchos heridos, algunos graves, que tampoco vieron un peso. Ello pese a que El Rápido Argentino tenía contratado el seguro de rigor con La Uruguaya Argentina, LUA. Pero falta un detalle: mientras Moroni no tuvo cargo en la SSN, entre febrero de 1998 y marzo de 2002, fue sucesivamente asesor y directivo ¡de LUA, precisamente!”

“Esa compañía, que en realidad eran dos y ninguna, como corresponde a la engañosa arquitectura de un timo, fue utilizada por los hermanos Mario y Sergio Cirigliano, que a comienzos de los ’90 sólo eran dueños de las líneas 61 y 62, para construir su imperio, abarcando en él Metrovías, TBA, Transporte Automotor Plaza, las líneas 36, 141 y 64, además, entre otras tenencias, del subte de Río de Janeiro. Moroni y Armando Canosa, ex secretario de Transporte, operaron desde el Estado para el progreso empresario de los Cirigliano. ¿Se mencionó antes a Daniel Di Nucci?

Pues bien: su hermano Luis fue director comercial de LUA Seguros La Porteña. En verdad, a La Uruguaya Argentina la habían fundido, pero utilizaban la sigla LUA para confundir, haciendo creer que era la misma. Cuando el superintendente Juan Pablo Chevallier-Boutell decidió prohibir que LUA La Porteña siguiera emitiendo pólizas a pesar de su insolvencia, Duhalde (es decir, Fernández) lo echó para poner en su lugar a Moroni, que obviamente no halló nada malo en que se continuara estafando a los asegurados.”

“Moroni fue quien convirtió al seguro obligatorio en un arma letal contra los transportistas chicos. A fines de 1997 implantó un régimen por el cual las pólizas que estaban forzados a contratar tendrían una franquicia de 40.000 pesos/dólares. En la práctica, esto implicaba que los colectiveros debían afrontar la gran mayoría de los siniestros, a pesar de estar asegurados. Incapaces de soportar el pago de las indemnizaciones, recibían préstamos de un sistema de mutuales armado por Moroni. Por ese medio les generaban deudas impagables, que desembocaban en su expropiación.”

“Fernández se encargó en su larga gestión al frente de la SSN de amparar el ocultamiento que muchas compañías hacían en sus balances de los juicios que tenían entablados en su contra por siniestros, ello para no tener que constituir las reservas de rigor. Protagonistas extremas de estas maniobras fueron las cooperativas Belgrano y Bernardino Rivadavia, que acaparaban el 70 por ciento de los seguros del transporte público de pasajeros. El hundimiento de la primera dejó colgados del pincel 20 mil juicios y otras tantas víctimas. Como los transportistas -que se creían asegurados- debieron hacer frente a las indemnizaciones, no pocos prefirieron quebrar.

Pero los recursos de Moroni eran inagotables: en marzo de 1997 hizo que Menem, con algún argumento poderoso, firmase un inconcebible DNyU suspendiendo por 36 meses todas las ejecuciones de sentencias contra transportistas y aseguradoras, independientemente de su situación patrimonial. La mayoría automática de la Corte Suprema garantizaba estas aberraciones.”

“Ahora Moroni es el hombre que Kirchner y Fernández (ver foto) presentan a la sociedad como garantía de que la lucha contra la corrupción en el Gobierno es una alta prioridad. ¿Qué suponen acerca de la inteligencia de los argentinos? ¿Creen que este pueblo sigue aceptando el «roban pero hacen»? No: aunque hagan, si roban deben ir presos, hoy, mañana, cuando se los pueda condenar. ¿El títere controlará al titiritero? La Argentina sigue siendo un cambalache.”.

* El país a diario

Según desarrolla el periodista Eduardo Anguita en su libro «Grandes Hermanos. Alianzas y negocios ocultos de los dueños de la información», la historia de Página 12 comenzó cuando el Movimiento Todos por la Patria decidió apoyar con los medios al alcance el surgimiento de un diario de centro izquierda que ayudara a recomponer ese sector en la época de los carapintadas.

La aparición de los sponsor que buscaba un joven periodista de Radio Belgrano con un proyecto de realizar un diario de contrainformación concluyó antes de fines del año 1986 y también hubo una fiesta en lo de Sokolowicz -uno de los propietarios actuales de Página 12.

Ya con los recursos Lanata comenzó en marzo de 1987 a reclutar a los periodistas para la nueva publicación. Los primeros empezaron a reunirse en un departamentito de la calle Montevideo, a la vuelta del bar La Paz. Cuando el 25 de mayo de 1987 Página 12 salió finalmente a la calle era un diario de 16 páginas ya no 12 como había pensado su director. El concepto gráfico fue tomado por el diario francés Libération, cuya tapa es ocupada por un único tema.

Lanata con los fondos frescos pudo contratar a periodistas duchos en hacer diarios y a columnistas de fama bien ganada, capaces de poner en acción el nuevo periodismo en Argentina.

Algunos políticos y empresarios visitaron los primeros meses las instalaciones de Perú 367 intrigados por la cocina de un diario que hacía la diferencia con su estilo desacartonado, único en ese momento, y pegaba bien dentro de una franja de lectores de alto nivel educativo y buenos ingresos., no podían creer que ese producto exitoso fuera hijo de tanta precariedad.

Pero todo cambió con la toma del cuartel de la Tablada por el MTP el 23 de enero de 1989. En ese momento Sokolowicz tuvo que salir a buscar fondos para mantener el diario y le pidió una reunión al entonces emergente Carlos Grosso que estaba en ascenso para ocupar la intendencia de la Capital llevado por Carlos Menem.

En los primeros días de febrero Fernando Sokolowics se sentó con Grosso y su equipo de prensa en un encuentro reservado. En el encuentro Grosso prometió bregar por la compresión de Menem en el tema. Meses después con el jefe del peronismo renovador en la intendencia su pauta publicitaria con el diario permitió concretar tres proyectos editoriales.

En agosto Sokolowicz, efímero socio de Hadad en Canal 9, agasajó a Grosso y su gente de prensa con una cena de agradecimiento.

Finalmente en 1994 el diario fue adquirido por Clarín, la salida de Jorge Lanata durante este período fue la manifestación más evidente del cambio, pero aunque sigue siendo un secreto a voces la propiedad de este diario en manos del multimedios de Ernestina Herrera de Noble, la propia dirección de Página 12 se niega a brindar información al respecto, lo mismo que hace ahora con los datos provistos por Nudler y que se negaron a publicar.

/ FIN /

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