Informe. En medio de una profunda soledad, Jorge Telerman echó a andar el gobierno porteño post-Ibarra

Por Causa Popular.- Desde que Aníbal Ibarra necesitó el salvataje del gobierno nacional para ganar en segunda vuelta su reelección, todo lo que sucede puertas adentro del gobierno porteño tiene una relación directa con Alberto Fernández, el delfín de la Casa Rosada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Defensor hasta el último segundo de Ibarra, la relación del presidente del PJ porteño con el actual Jefe de gobierno Jorge Telerman, sólo fue posible por orden explícita de Kirchner. El dueño de “La trastienda”, desde que asumió, sin embargo parece moverse en la jefatura como si la voluntad popular (y no las 194 víctimas de Cromañón y una legislatura opositora) lo hubiera puesto en su cargo.

Sólo hay algo claro en las intrigas palaciegas de la Ciudad de Buenos Aires, a menos de un mes de la destitución de Aníbal Ibarra, es que sólo derrotar a Mauricio Macri en las elecciones del año próximo desvela a la jefatura Porteña y la Casa Rosada.

Los primeros pasos de Jorge Telerman abrieron numerosas especulaciones, y entre las principales se encuentran las que indican que el ex embajador de Menem en La Habana se está moviendo pensando en el 2007. Pero, lo que más preocupa, según esta interpretación, es que lo hace como si pretendiera prescindir del kirchnerismo porteño.

La relación con la Casa Rosada fue contradictoria desde el primer día en que fue suspendido Aníbal Ibarra. Si bien tiene una lejana relación con Néstor Kirchner, cuando ambos apoyaron la candidatura presidencial de Duhalde en el 99, ésta es por lo menos distante desde entonces.

Como describiéramos en este mismo sitio en ediciones anteriores el problema se suscita con quien está designado por el propio presidente como delegado personal en los asuntos porteños: el jefe de gabinete Alberto Fernández.

Este último fue quién apostó hasta último instante a salvarle el pellejo a Ibarra, pero una vez destituido se dedicó, muy a su pesar, a reconstruir su tensa relación personal con Jorge Telerman, ex vicejefe de gobierno y actual sucesor de Ibarra en el cargo del que fue destituido.

Si algún merito se le debe reconocer a Telerman, es que integrando el mismo gobierno cuyo Jefe fue destituido por que se lo consideró responsable político de las 194 muertes en Cromañón, pudo salir indemne y no quedar ensuciado por las denuncias de corrupción contra el Estado de la Ciudad.

Esto lo catapultó, hasta ahora, como garante de la institucionalidad en la ciudad, sin necesidad de llamar a elecciones anticipadas, algo que en un momento especuló el macrismo.

La presencia de Alberto Fernández en el acto de asunción de Telerman, fue leído por muchos como una señal de armisticio entre dos enemigos del PJ de la Capital. Pero la ausencia de funcionarios del gobierno nacional en la asunción del nuevo gabinete porteño, puso las cosas en su lugar y volvió a fojas cero la relación. En el medio, el nombramiento de un gabinete más cercano a la pluralidad diplomática, que a los movimientos necesarios para la construcción de poder real, dejó sin posibilidad de maniobra al presidente del PJ Capital.

El pasado martes el jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman, tomó juramento a los once ministros y tres secretarios de Estado que lo acompañarán en su administración, en una ceremonia a la que faltó la primera línea del kirchnerismo de la Ciudad y de la Casa Rosada, única luz verde posible para el desarrollo de un gobierno porteño sin debilidades endémicas. Pero en contraposición a las notorias ausencias, fue imposible no advertir para los presentes, la rutilante presencia en el acto del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna.

El mandatario comunal encabezó la asunción en el Teatro Alvear de la ciudad de Buenos Aires, con el escenario y las butacas colmadas. La significativa ausencia del jefe político del kirchnerismo porteño, Alberto Fernández, del vicepresidente Daniel Scioli, del secretario general del PJ capitalino, Víctor Santa María, y del titular del bloque, Diego Kravetz, dicen que fue tomada con naturalidad por colaboradores estrechos de Telerman, quienes sólo se limitaron a hablar del acto, y se esforzaron en no dar cuenta de este hecho. Pero puertas adentro, los mismos hombres asumen que si el desgaste continúa comenzarán a “caminar por las paredes”.

Mientras los colaboradores de Telerman, muchos de ellos avezados en el manejo de la prensa, trataban de restarle importancia, una importante agencia de noticias levantaba el siguiente testimonio de un operador kirchnerista con contactos fluidos con la Rosada: “No es tan importante los que faltaron, sino los que estuvieron: Santiago de Estrada, Diego Santilli, Helio Rebot, los que más lucharon por sacar a Aníbal Ibarra del gobierno, en algo parecido a un golpe”.

Incluso, algunas fuentes se hicieron eco de la versión de que el desplazamiento de Débora Cohen, funcionaria porteña de lazos con la senadora Vilma Ibarra, la designación de Nielsen en Hacienda, y el ofrecimiento de la secretaría de Descentralización al Partido Socialista, entre otros aspectos menores, fueron el detonante de la decisión de no asistir a la jura.

Más allá de la polémica por la situación política que se evidenció en la jura, Telerman tomó juramento al ministro de Gobierno, Diego Gorgal; al de Hacienda, Guillermo Nielsen; al de Obras Públicas, Ernesto Selzer; al de Salud, Donato Spaccavento; y al de Producción, Enrique Rodríguez. También asumieron la ministra de Cultura, Silvia Fajre; la de Derechos Humanos y Sociales, Gabriela Cerruti; la de Espacio Público, Lía María; el de Descentralización, Roy Cortina; el de Educación, Alberto Sileoni; y el de Medio Ambiente, Marcelo Vensentini.

Finalmente, asumieron los secretarios de Legal y Técnica, Sergio Beros; el de Prensa, Oscar Feito y el titular de la Secretaría General, Raúl Fernández.

Desde la asunción del flamante jefe Porteño, con la presencia de Alberto Fernández incluida, hasta el anuncio del nuevo gabinete, esta vez con la ausencia de la principal figura del kirchnerismo en la ciudad, se barajaron distintos nombres como adalides del Frente para la Victoria para ocupar los ministerios de Telerman.

Hasta trascendió que circuló una lista con los funcionarios que el Gobierno nacional querría seguir viendo en sus puestos. Se sabe que dos albertistas siguen en la primera línea de la nueva gestión: Donato Spaccavento en Salud y Diego Gorgal en Seguridad.

Pero también tres figuras suelen inquietar a Fernández. El ministro de Hacienda, Guillermo Nielsen, secretario de Finanzas durante la gestión de Roberto Lavagna y muy ligado a este último, tal es así que a él se debió la presencia en el acto realizado en el teatro Alvear. El ministro de la Producción Enrique Rodríguez, ex ministro de Trabajo de Carlos Menem, vinculado luego con Gustavo Béliz. La tríada termina con el ministro de Planeamiento y Obras Públicas, Ernesto Selzer, ex presidente del Instituto de la Vivienda de la ciudad de Buenos Aires con vínculos muy cercanos al ministro de Planificación nacional, Julio De Vido; mucho más cercanos de los que el “albertismo” desearía.

Es probable que el incendio en la fábrica textil de Caballito del pasado jueves, le demuestre a Jorge Telerman que no le será suficiente para gobernar la Capital Federal, su experiencia diplomática y habilidad para relacionarse con los medios de comunicación.

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