Por Causa Popular.- Primero desembarcaron las empresas norteamericanas productoras de alta tecnología digital. El segundo mercado interno del mundo y en vertiginosa expansión, sumado a una excelente calidad de su mano de obra calificada fueron los atractivos iniciales. Ahora llegó George W. Bush en nombre de los Estados Unidos para redoblar la apuesta: suministrar tecnología, combustible e insumos nucleares a la India, uno de los tres países no firmantes del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP). Un gran negocio que además de mover millones y millones de dólares, tiene un claro objetivo geoestratégico. El crecimiento sostenido de los últimos años, perfilan a uno de los gigantes asiáticos como una de las tres principales potencias mundiales que existirán dentro de 25 años. China y Estados Unidos por entonces se estarían disputando el liderazgo, tener al tercero como aliado es una posibilidad inmejorable en la inminente disputa imperialista en la que la tensión nuclear podría desatar una segunda guerra fría.
Un presidente musulmán, un primer ministro sikh, un ministro de asuntos Exteriores hindú, un presidente cristiano del gobernante Partido del Congreso, son los principales representantes de la llamada “mayor democracia del mundo” con 1080 millones de habitantes.
Una economía que crece desde 1991 al 7,5% anual, apenas por debajo de China. Dos variables políticas y económicas, que convirtieron a la India en el aliado más ambicionado por la Unión Europea y los Estados Unidos.
Gran Bretaña parecía ser quien mejor se posicionaría en la disputa. Por claras razones históricas -la india fue parte del imperio británico hasta 1947- los vinculos entre ambos países siguen siendo vigorosos.
Sin embargo, las inversiones que se esparcieron en los últimos años fueron modificando el escenario. Su progreso económico de los últimos 14 años, estuvo sustentado en gran parte por los cientos de miles de millones de dólares invertidos por firmas norteamericanas fabricantes de altas tecnologías digitales.
Hace tan sólo unos años atrás los jóvenes indios eran tentados en forma permanente por compañías de la envergadura de Silicon Valley -la empresa fabricante de hardware más importante del mundo-. Su alta calificación y creatividad eran imanes para este tipo de empresas. Cuando sus directivos percibieron que la India era, en definitiva, una incipiente potencia económica globalizada con uno de los mayores mercados internos del mundo, resultó más rentable asentarse en este país como base de operaciones.
A pesar del despegue de la infraestructura, el transporte, el desarrollo de las industrias alimenticias y de la cultura, el 25 por ciento de la población continúa en la pobreza. Los 250 millones de indios pobres poco le importaron a las empreasas norteamericanas que se entusiasmaron cuando compararon el 91 con el 2005: antes de 1991 sólo el 5 por ciento de la población podía considerarse clase media y en el 2005 alcanzaba al 30% de los indios.
El año pasado, el capital manejado por las bolsas indias creció en un 40 por ciento y la economía, en un 8 por ciento. Determinado a ser no sólo una potencia regional sino mundial, el gobierno anunció en diciembre un plan para que el país crezca un 10 por ciento anual en los próximos años. Esa tasa sería sólo comparable al de la otra estrella de la economía actual: China.
Las posibilidades de alcanzar estas metas son más que numerosas. Sólo existía un cuello de botella que el gobierno debía superar: disponer de una enorme cantidad de energía que permita el alimento necesario para el crecimiento, en un territorio que importa el 70 por ciento del petróleo que consume. Estados Unidos vio la oportunidad, y redobló la apuesta.
Energía nuclear para la India: acuerdo estratégico para Estados Unidos
India cuenta en la actualidad con 22 reactores nucleares, una energía que su gobierno espera seguir desarrollando como alternativa a la escasez de petróleo. Con el acuerdo firmado con los Estados Unidos, este país se asegura el aprovisionamiento de los insumos, energía y tecnología necesaria profundizar esta perspectiva.
Sometida a sanciones desde que realizara ensayos con armas nucleares en 1998, el gobierno de la segunda potencia asiática logra así romper el aislamiento al que la había llevado la comunidad internacional y terminar de garantizar sus sólidos pasos para convertirse en una potencia mundial.
No resulta para nada extraño que esta ruptura sea producto de una decisión unilateral de Estados Unidos. El mismo país que atacó a Irak pasando por encima la Organización de las Naciones Unidas, y profundizara sus ya estrechas relaciones con Israel y Pakistán, los otros dos Estados junto a la India que no están adheridos al TNP, continúa intentando fortalecer sus intereses violando todas las leyes internacionales que se le cruzan por el camino.
Vecina de China y de Paquistán, la India impulsa el desarrollo económico y social de la región y, según Washington, puede apaciguar la belicosidad musulmana que la rodea y servir de contrapeso político, financiero y militar a la potencia en ascenso de Pekín.
El sistema democrático que ostenta la India es una de las principales virtudes por las cuales la Casa Blanca comenzó a justificar el rol que le asigna en la región, y los privilegios que decidió otorgarle. Así, los funcionarios estadounidenses se adelantaron a los críticos del tratado firmado el pasado jueves 2 de marzo y que aún resta ser aprobado por los congresos de ambos países. Según la Cámara de Representantes, Bush podría perder autoridad moral para controlar las ambiciones nucleares de Irán, Corea del Norte, Paquistán o incluso Venezuela.
Este es el mes en el que se define en el Consejo de Seguridad de la ONU la condena a Irán por su decisión soberana para desarrollar la tecnología necesaria para enriquecer uranio (ver http://www.causapopular.com.ar/article824.html) que siquiera es violatoria del TNP, del que Irán sí es parte.
Con este acuerdo, Estados Unidos abre las puertas para que los otros cuatro integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Rusia, Alemania y Francia), únicos cinco países con autorización para el desarrollo de la energía nuclear con fines bélicos (que no significa que sean los únicos que posean armas nucleares) puedan suministrar esta energía a sus aliados.
Si Estados Unidos lo hizo con India, ¿con qué argumentos Washington podrá frenar la cooperación nuclear entre China y Corea del Norte, o entre Rusia e Irán, Paquistán o Venezuela?. De allí que el gobierno norteamericano comenzara a justificar el acuerdo por medio de los trillados argumentos que se refieren al sistema democrático que ostenta la India.
La diferencia entre el gigante asiático y los países que podrían ser potenciales aliados de China y Rusia, es que la segunda población mundial es una sólida democracia que desde su primera prueba nuclear en 1974, realizó un manejo responsable de la misma. Por el contrario, argumenta Washington, Irán, Corea del Norte, y Paquistán son Estados que financian, apoyan o encubren al terrorismo internacional.
Acosado en el interior de su país por el más bajo nivel de popularidad desde que asumió la presidencia, Bush les dirá a los ciudadanos estadounidenses, automovilistas fanáticos que consumen el 50 por ciento de la nafta que se produce en el planeta, que los acuerdos con India permitirán además un descenso del precio internacional del petróleo al reducirse la demanda.
Si le preguntan por las armas nucleares que podría producir este país con suministros norteamericanos, Bush se remitirá a la parte del tratado que establece el control de la AIEA sobre los 14 reactores que producen energía para uso pacífico. De esta forma la ONU garantizaría que los insumos y la nueva tecnología que llegaría desde América del Norte, no fuera transferida en forma secreta a los 8 reactores utilizados para producir armas atómicas y los nuevos que puedan construirse en el futuro.
Es probable que el pueblo norteamericano le crea una vez más a su presidente. A pesar de su baja popularidad, la mayoría de los estadounidenses aprueban el uso de la fuerza contra Irán. No sería raro que también lo apoyaran cuando el chauvinismo reedite la Guerra Fría, en el caso de la que escalada nuclear no se detuviera. Como lo hizo con el lanzamiento de las bombas atómicas para terminar con la guerra del pacífico, el “pueblo libre” una vez más intentará salvar a la humanidad de la “barbarie” terrorista.