El obispo de San Francisco (Córdoba), Sergio Buenanueva, y la comunicadora Rocío Luna Alterleib expusieron sus puntos de vista a favor y en contra de la separación de Iglesia y Estado en sus cuentas de twitter. Dos miradas que anticipan términos y argumentos de una polémica que está por dejar de ser tabú.
“Un planteo ambiguo, anacrónico y reductivo”
Por Sergio Buenanueva*
Los pañuelos verdes se vuelven naranjas. Se pone en marcha una campaña para separar (sic) la Iglesia del Estado en Argentina. El ingenioso lema: “Iglesia-Estado: asunto separado”. Un hilo para pensar el tema.
No entiendo bien el alcance de esta campaña, qué objetivos tiene, hacia qué apunta. Al parecer, a que el Estado deje de sostener económicamente a la Iglesia. ¿Sólo eso? Me parece que no. Sería bueno aclararlo, para un buen diálogo ciudadano.
No estoy, por principio, en contra de un replanteo de este tema. Hay que ser más precisos y amplios, si no corremos el riesgo de un planteo ambiguo, anacrónico y reductivo.
Ambiguo, porque Argentina no tiene un estado confesional. Hay amplia libertad religiosa, con reconocimiento especial a la Iglesia católica. Es cierto: hay que crecer en igualdad, superando formas inadecuadas (p.e. el sistema de sostenimiento).
Anacrónico, porque en esos términos (separación Iglesia-Estado) se planteaba en el siglo XIX. Hoy, los ciudadanos, la sociedad, las religiones y el Estado viven cambios significativos. Hay que tomar cuenta de ellos.
Reductivo, porque estos planteos parecen partir de una visión negativa del rol de la religión en la sociedad, se enfocan solo en la Iglesia católica y en los fondos públicos que el Estado destina a esa comunidad religiosa.
Pienso que un planteo más adecuado y acorde con la sociedad argentina (lo que vive y deseamos para ella) debería tener otro enfoque: partir de la libertad religiosa de los ciudadanos, un valor presente en la vida de la sociedad y un bien a tutelar por el Estado no confesional.
El Estado está al servicio de la sociedad y de los ciudadanos con sus libertades, entre las que se destacan la libertad religiosa, la de conciencia y la de expresión. Sobre esos derechos se asienta la cultura democrática.
Desde aquí hay que formular el principio de la laicidad del Estado, que supone un aspecto negativo y otro positivo. Ambos deben conjugarse armónicamente.
Laicidad negativa: el Estado no impone ni promueve una confesión religiosa en particular. Respeta la libertad de los ciudadanos. La Iglesia no pretende imponer su visión de la vida a través de medios políticos. Apela a la conciencia y a la libertad. Propone no impone.
Hasta hace un tiempo, este aspecto negativo de la laicidad era el que más se acentuaba. Hoy se tiende a mirar las cosas de manera más amplia.
Laicidad positiva: el Estado respeta y promueve la libertad religiosa de los ciudadanos, para que los valores espirituales dinamicen a la sociedad. La laicidad es un espacio abierto para que las tradiciones religiosas presentes en la cultura hagan su aporte al bien común.
La Iglesia suele reservar el término “laicidad” para hablar de esta forma de comprender los vínculos entre las religiones y la comunidad política: autonomía y cooperación en variados campos que miran al bien común.
El término “laicismo” se suele reservar para una visión que acentúa el aspecto negativo: la religión es mala y su influjo en la sociedad pernicioso; como no se la puede prohibir, hay que reducir su presencia al ámbito privado. No puede intervenir en los debates públicos.
¿Se puede imaginar una Argentina sin la presencia visible de los católicos? Creo que no. Esa presencia pública se transforma, tanto como la sociedad. Hay que seguir pensando y, sobre todo, caminando juntos.
Tomar como punto de partida de ese camino a la libertad religiosa nos permitirá una mirada amplia que nos integre a todos desde el núcleo de nuestra dignidad: creyentes de las diversas confesiones y no creyentes, todos ciudadanos y corresponsables del bien común.
Hasta aquí mi aporte -inicial, parcial y abierto- para un tema que merece ser pensado y debatido con pasión ciudadana. Yo lo hago también con pasión evangélica.
En twitter: Sergio Buenanueva 💙
@sbuenanueva
Obispo de San Francisco (Córdoba Argentina). Aprendiz de cristiano Testigo del Evangelio de la Gracia de Dios (lema episcopal) Mendocino cordobés
“Las religiones deben quedar por fuera de las decisiones políticas”
Por Rocío Luna Alterleib*
¿Qué cambios podrían proponerse en una «ley de estado laico»?
Hilo 👇
1. La eliminación de todo dinero estatal destinado a los credos, no sólo a la iglesia católica. Esta última es la más «beneficiada» por los subsidios religiosos y, para lograr que los credos sean sustentados por sus fieles, habría que modificar la Constitución.
En Argentina, se destinan 130 millones de pesos anuales a la jerarquía de la Iglesia. Un total de aproximadamente 2350 dólares mensuales para cada obispo, cinco veces el salario mínimo vital y móvil. Lo que «protege» esta manutención es el artículo 2 de la Constitución Nacional.
2. La quita de todo tipo de insignia religiosa de los lugares públicos. Las cruces y vírgenes en pasillos de subte y hospitales públicos, no sólo no respetan las otras religiones (porque en su mayoría son símbolos católicos), sino que conllevan otro gasto de manutención.
3. La quita del subsidio a las escuelas religiosas. Se calcula que las católicas, nuevamente las «favoritas», reciben aproximadamente entre 4 y 7 millones de pesos anuales por provincia -dependiendo de la cantidad de escuelas de este tipo que haya en cada una-.
El dinero destinado a escuelas privadas inclina la balanza para las católicas apostólicas romanas ya que, por ejemplo, de casi 170 escuelas privadas laicas de CABA solo 32 reciben sumas considerables de dinero de parte del estado.
Hay otros aportes que tienen relación con lo educativo y el catolicismo calculados de entre 10 y 20 millones de pesos anuales. Entre ellos están: Cáritas (si, pagas la publicidad de una organización que te pide plata), jardines maternales y becas de formación.
4. Dejar sin efecto o modificar la Ley 21540 y la ley 21950 que disponen, entre otras cuestiones, que el sueldo de los obispos sea del 70% del sueldo de un juez aproximadamente.
5. Fin de las asignaciones para seminaristas mayores, que constituyen uno de la mayores aportes estatales a este credo y fueron determinadas por la Ley 22950. Modificación de la Ley 22430 que beneficia a los sacerdotes sin aportes previos ni otros beneficios previsionales.
6. Devolución de los centenares de terrenos que el estado cedió a la iglesia para diferente tipos de objetivos. Esto implicaría repensar el uso de esos terrenos y modificar algunas otras legislaciones, entre ellas, una hecha durante la última dictadura.
Como ven, millones casi incontables son destinados a los cultos pero la Iglesia Católica (en quien me centré en este hilo) es la más beneficiada, sobre todo, porque su simbología está presente en gran parte de los lugares públicos, incluso en escuelas públicas.
Para que un Estado sea Laico además debería dejarse sin efecto cualquier tipo de fundamento religioso a la hora de votar leyes, por ejemplo, ya que es allí donde se sustentan voces en contra de leyes como la de matrimonio igualitario y la de aborto, que ahora está en debate.
Las religiones deben quedar por fuera de las decisiones políticas pero hay que cortar la financiación al credo católico, porque, no sólo nuestros impuestos van a eso sin tener noción real de cuánto es, sino que en ciertas provincias es más dinero que el destinado a salud pública.
Quiero el pañuelo que decidan que va para este pedido pero hay que juntarse, redactar un proyecto de ley, presentarlo y pelearlo en la calle. No se crean que llegamos al Senado buscando aborto legal solo por usar pañuelos, es solo una de las formas de visibilizar la lucha.
En twitter: Rocío Luna Alterleib 💚
@semimorocha
Operadora en pañales. Femininja instagramera 💪 Locutora e intento de poetisa. Anti antis. Atea… Gracias a Dios.
Imagen de apertura: logo original de @fenomenoide para la Campaña @EstadoLaicoYA, intervenido por @guillekuitca