Aguardientes. Segunda temporada.
¿Sabés una cosa, viejo? No te hagás problemas. No es cierto que se nace destinado para ser ignorado. A muchos nos trajiste noticias y huesos viejos, en donde tu mirada había descubierto razones de la historia. Nunca fuiste un coleccionista de curiosidades, no te era importante advertir que el aceite era demasiado caro durante la reconquista como para tirárselo a los ingleses, ni te enfrascaste en discusiones sobre paraguas o banderas funerarias. Por eso los huesos viejos y las noticias inesperadas nos hicieron revalidar los tiempos que se nos venían, porque fuiste capaz de iluminar lo confuso. Tu historia sobre el Chacho… con sólo eso no más, pusiste sobre la mesa una discusión que el país necesitaba, la de la barbarie. Por eso es que rápidamente los sarmientitos de la historia te mandaron al rincón. Pero fuiste uno más del mal ejemplo, del mal ejemplo de hacernos pensar a los que veníamos detrás y en ese sentido hiciste parte de una generación que todavía patalea ante el chamuyo del establishment.
Por eso es que ahora desrrevisan la historia, tenemos ahora historia desrrevisada, la desrrevisación de la historia consiste en ignorarlos a todos ustedes, los revisadores-revisionistas, desde Saldías hasta la fecha, y parar el pasado sobre el desencanto. Contar la historia como si estuviese escrita sobre una cinta de Moebius en la que se repiten las traiciones, las mentiras; donde decir que el ayer y el hoy son lo mismo, en este país fracasado, sin siquiera dar una indicación somera, una señaladita con el dedo de hacia dónde debió haber ido el país en lugar de este lugar al que lo mandaron.
Es la desrrevisación de los Halperines Donghis, los Sebrelli, de los García Hamilton y de otros más cachorritos pero no por ello menos comprometidos con la desmemoria. No por ello menos dañosos.
Lo bueno, viejo, es que los libros están allí, y los giles le vamos a dar una buena vuelta a las reediciones, para que los pibes que vienen detrás de nosotros conozcan de tus huesos viejos y tus noticias iluminadoras.
La Academia Nacional de Historia seguirá jugando el juego de los fabuleros que la fundaron, que siguen poniendo los mismos apellidos en los listados de miembros, porque aunque no son prolíficos en investigaciones y descubrimientos son prolíficos en hijos para ocupar bazas en los asientos de ese cenáculo, para hacer de sacerdotes del cuentito del mitrismo.
Pero vos no te hagás problemas, Fermín, porque no es cierto que se nace para ser ignorado. Aunque no hayas estado en el lugar que te merecías, estuviste en el lugar elegido para hacer la lucha de poner a la historia oficial de los argentinos en el banquillo de los acusados, como decía el viejo Jauretche. Y fuiste un fiscal generoso para con cada mentira grosera y cada escamoteo del pasado imprescindible gestado por estos malabaristas.
No te hagás problemas, Fermín, apolillá tranquilo esta siesta sabiendo que aunque algunos siguen contando historias para dormirnos, tus huesos y tus noticias iluminadoras nos ayudan a llevar adelante la vigilia por la patria.
Bien despiertos estamos, Fermín. Vos ahora, dormí tranquilo.