Hace apenas seis años

En abril se cumplió el sexto aniversario de la estatización de YPF. Memoria, balance y crisis de una empresa vital para el desarrollo argentino.

El arte de ser sabio es el arte de saber qué pasar por alto. William James

 

A diferencia de lo que acontece a nivel internacional en donde las principales empresas productoras distribuyen dividendos equivalentes a entre un 3% y un 4% del valor de dichas compañías, en el caso de Repsol-YPF los dividendos distribuidos han superado ampliamente esa proporción.

Mensaje PE, 16 de abril de 2012 (p.29)

 

Como se observa, la contracara de la insuficiencia de las inversiones en exploración y reposición en la producción y del consecuente aumento de los precios de venta fue un extraordinario flujo de utilidades y dividendos remitidas al exterior. La rentabilidad obtenida por la compañía fue comparativamente elevada… en términos de sus activos. Así, mientras entre los años 1997 y 2001 el retorno medido sobre el patrimonio neto promedio este indicador aumentó hasta el 21,6% entre los años 2003 y 2010. Mensaje del PE, 16 de abril de 2012 (pp. 27 y 28)

 

En este mes de abril se cumplieron apenas 6 años de la nacionalización del 51% de las acciones de YPF que estaban en manos de la empresa española Repsol. Un año 2012 de muchos hechos y actos. Las Naciones Unidas, en dos resoluciones burocráticas que no alcanzan a motivar a los responsables, declaró como año de las Cooperativas por su acción contra la pobreza, y año de la Energía sostenible. Más allá de las declaraciones en ese año hay sucesos que quedarán registrados en la historia importante del mundo: Kim Jong Un tomó el poder en Corea del Norte, Putín ganó nuevamente la presidencia, Hollande fue elegido presidente en el último triunfo socialista francés antes del comienzo de la abrupta caída 5 años después, el Congreso paraguayo con mayoría opositora destituyó al presidente Lugo, Chávez, poco antes de morir, triunfó por cuarta vez en la disputa presidencial de Venezuela, Obama también fue reelegido en Estados Unidos y comenzó la larga guerra en Siria.

 

En Argentina, algunos hombres, no todos los que habían dejado al Estado desnudo de YPF en el lejano 1992, la recubrieron con un 51%.

 

Fue un aumento de grado mayor porque de participación de inexistencia absoluta a mayoría del 51% de las acciones de YPF se retornó a empresa pública pero esta vez de naturaleza mixta, que bajo la forma de Sociedad Anónima del Estado recuperó el 100×100 de la decisión, la mitad más uno de las empobrecidas reservas que aún quedaban, así como del valor de sus activos, de las potenciales rentas y de la obligación de invertir.

 

El 16 de abril es la fecha del mensaje de Poder administrador al legislativo para esta participación. Ese un documento muy importante, ya que hay elementos que sirven para la comprensión del acto de adquisición por Ley de las acciones de Repsol. Documento, que por otra parte se hace necesario para la interpretación de la medida y del curso avenir de la empresa pública petrolera.

 

En resumen, la decisión estatal que algún sector europeo y estadounidense aún llama “confiscación”, como si el precio de las acciones no hubiera sido confirmado por el Tribunal de Cuentas de la Nación argentina, y que resultó amplio frente a las afirmaciones del ex ministro –hoy diputado- que consideró que Repsol debería abonar dinero a la Argentina para indemnizar por deuda ambiental, aún descontando el valor de expropiación.

 

Nunca los débitos y, sobre todo, los ambientales quedaron claro. Incluso su aceptación obligó a un director de la reciente YPF nacionalizada a renunciar por honestidad de su función. Había deuda en Estados Unidos que mal se contabilizaban.

 

No todos votaron por la nacionalización parcial.

Hubo y hay, a pesar que la actual YPF está dirigida por uno de los tantos ceos que se hicieron cargo de las funciones gubernamentales del país, quienes se opusieron a la expropiación por corta: consideran que YPF debía retomar la historia con el total de su accionario en manos del Estado nacional, con participación o no de las Provincias.

 

Recuerdan que era nacional en el sentido que la propiedad empresaria y el dominio de los recursos eran nacionales, y que las Provincias participaban con regalías y obras realizadas en los Estados petroleras y en las catorce jurisdicciones restantes. Hoy, como fruto de una desnacionalización del petróleo, las Provincias con dominio petrolero son mayoritariamente deficitarias. Recibieron el dominio o propiedad pública vacía de rentas, que se llevaron las compañías petroleras internacionales introducidas por la privatización del petróleo por sus utilidades empresaria s, y el gobierno federal a través del sistema impositivo nacional.

 

La Ley de expropiación obviamente se centra en la nacionalización de YPF: no es una Ley petrolera. Por eso se limita a la expropiación de Repsol por el Estado nacional, pero se olvida que no se puede legislar sobre la empresa YPF sin considerar e informar sobre todo el estado petrolero argentino. La Ley da datos y juicios sobre YPF pero la dejas sin contorno, como retraída del conjunto del sector hidrocarburífero argentino.

 

Por otra parte, del 51% del accionariado expropiado la Ley ofrece el 49% a las provincias con reservas hidrocarburíferas, o sea, que distribuye la opción de asociación provincial equitativamente según extracción y reservas comprobadas. Las Provincias que recibieron dominio por el modelo de exclusión del Estado de la actividad petrolera no tuvieron vocación empresaria petrolera: reducido es el número de Provincias con Petróleo que crearon empresas petrolíferas provinciales o que adquirieran acciones de la empresa, aún bajo la conducción europea.

 

Algunos diputados que estuvieron –y están—contra la nacionalización aunque fuera parcial no votaron por ella. Alguno, adujo que no votaba porque la expropiación no era total, afirmación que se debilita porque ahora no propone lo que quizá en su momento fue un simple justificativo.

 

No basta tener participar en la petrolera mixta. Ayer nomás, la YPF nacionalizada era dirigida por un argentino que pertenecía a una petrolera de servicios norteamericana y que hoy es director de una empresa de capitales y personería méxico-norteamericanas que se introduce como privada en el país. Hoy, la YPF es dirigida por un ceo proveniente del grupo internacional Telefónica y de JPMorgan y está bajo la égida de un ministro con largas relaciones y accionista de la petrolera británica Shell.

 

Con razón, alguien nos recuerda que si YPF fuera ciento por ciento nacional también sufriría la dirección petrolera de los ceos de empresas extranjeras. Lo que se puede con el 51% se puede con el 100%, si así lo quieren.

 

Una argumentación que se vuelve en contra

Para justificar la nacionalización parcial el Mensaje del poder ejecutivo agrega un cuadro sin citar la fuente, para demostrar que no es necesario tener el 100 por ciento de una petrolera para ejercer su conducción. ¡El Caso argentino muestra que ni teniendo la mayoría, y posiblemente el total de las acciones tendrá una dirección nacional!

 

El cuadro indica la participación estatal en las compañías, seguramente correspondiente al año 2011. Señala 8 empresas latinoamericanas, de las cuales en 6 el Estado tiene el total de las acciones: la venezolana PDVSA, la mexicana Pemex, Petroecuador, la boliviana YPFB, la chilena ENAP y la uruguaya ANCAP. En las 2 restante, la brasileña Petrobrás aparece con el 50% y la colombiana Ecopetrol (90%). Se debe recordar que en Petrobras participa en forma importante la mutual de los técnicos y trabajadores de la empresa y los Estados provinciales. El cuadro del Mensaje no favorece a la argumentación favorable a una nacionalización parcial, sobre todo cuando, como ya se dijo, una mayor participación no asegura una política favorable al desarrollo petrolífero de la nación.

 

Repsol fue la depredadora de la empresa pública nacional

Para su engrandecimiento la empresa española, que nació estatal, pequeña y dedicada a la refinería de petróleo importado por España, no sólo depredó a la empresa argentina, haciéndola importadora e impidiendo que el gobierno argentino perdiera su presente, sin renta ni conducción del sector petrolero, Pero Repsol no solamente destruyó el presente, sino también el futuro: no invirtió y las reservas de gas y petróleo descendieron a lo más bajo posible. Dice bien el Mensaje del Ejecutivo (p 22) que Repsol/YPF contaba en el año 2001 con un nivel de reserva de 1.342 millones de barriles. El robo del futuro petrolero nacional fue tan grande que en apenas 8 años se había reducido a 602 millones, o sea a menos de la mitad. Caso único en la industria petrolera mundial que en tan corto tiempo se pudiera “rifar” un tan gran nivel de reservas, las que no se reemplazaban porque los ingresos estaban destinados a su distribución sin invertir. Muchos se preguntan cómo algunos inversores tomaron una participación accionaria de la empresa si no incorporaban capital propio. La respuesta es escandalosamente sencilla: la participación de socios importantes se pagaba con los beneficios de la petrolera a costa de su renta y de su futuro, o sea de sus reservas.

 

Con solamente niveles varios de participación accionaria estatal no se arreglarán las cosas: además de la participación es necesaria que haya una política nacional con directores empleados para hacer de la empresa un instrumento petrolero para el país.

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