Mientras el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, acordó con diputados y senadores del radicalismo y del macrismo avanzar en un proyecto para reclamar la «derogación de los superpoderes» que delegó el Congreso en el jefe de Gabinete, un poderoso malestar de ruptura recorrió a la coalición de centroderecha PRO, a raíz de reuniones que dirigentes macristas mantuvieron en secreto con allegados al ex ministro.
El principio de incendio pareció apagarse velozmente. Macri dijo esta semana que «para sentarse a dialogar con (Roberto) Lavagna y otros sectores todos deben resignar candidaturas, para lograr primero acuerdos programáticos y pautas y recién después pensar en qué lugar participará cada uno».
La movida es una inteligente forma para eludir la salida de la candidatura presidencial para volver a probar suerte como candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Es el comienzo de un alineamiento donde el Berlusconi argentino sueña posicionarse como el hombre de consenso de la derecha argentina y desde allí funcionar alineado con Lavagna como candidato a presidente y con Juan Carlos Blumberg como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Hay dos paradojas: una es que Lavagna aún no ha oficializado su candidatura y si lo hace, difícilmente acuerde con estos dos referentes; y la otra es que Ricardo López Murphy ha quedado casi afuera del armado, aunque esta dispersión es combatida por los referentes de derecha provinciales, que operan día a día para que se junten Macri, López Murphy y el gobernador neuquino Jorge Sobish.
Así las cosas, una semana después de haber rozado el abismo de la ruptura por ser mayor la cantidad de caciques que la de indios, los presuntos líderes de la “centroderecha”, con Macri a la cabeza, coincidieron en la necesidad de avanzar en el armado de un frente opositor y no desecharon la posibilidad de unirse para disputarle el poder al kirchnerismo en 2007.
Así lo manifestaron Macri, Ricardo López Murphy, Jorge Sobisch y Lavagna en reuniones que mantuvieron por separado con los representantes de los partidos provinciales nucleados en el denominado Movimiento Federal.
La cúpula de este movimiento, presidida por Martín Borrelli y Gabriel Llano, anunció que planea incluir también al radicalismo en la ronda de gestiones. Los provinciales se reunieron el martes, por separado, con Macri y con Lavagna, el miércoles con López Murphy y el jueves con el gobernador Sobisch, con el propósito de instarlos a disputarle el poder al kirchenerismo en 2007 con una sola fórmula electoral.
Llano dijo que en las reuniones observó «una buena predisposición al diálogo» tanto de Macri como de sus aliados López Murphy y Sobisch y del ex ministro Roberto Lavagna.
Como podrá apreciar cualquier observador, los operadores tratan de no mencionar la palabra “alianza” y de vender una suma de voluntades cívicas, aunque lo cierto es que sólo los une el espanto. Por eso seguirán rajándose las vestiduras en nombre de la República, aunque “las preocupaciones institucionales” no son más que la frase que repiten en los medios como si fuera un spot publicitario.
Los desaciertos de la Casa Rosada en Misiones con al apoyo a la reelección del gobernador Rovira, junto a los incidentes del Hospital Francés de la Ciudad de Buenos Aires y en la pelea de patotas sindicales en el mausoleo de Perón en San Vicente, dieron pasto para que la derecha encontrara el clímax de su presunto discurso institucionalista. Pero no ha sido más que la voz de largada de los realineamientos para la campaña.
Los operadores profesionales de la derecha vernácula asumen su preocupación: si se demoran más en armar su alianza, el reloj les atrasará y con tantas posibilidades de salir maltrechos en las elecciones, el tiempo es un aliado vital. Si se pierde, será irrecuperable.
Es que sin campañas, “las fuerzas de derecha” caerían mustias de letargo y por eso es más movilizante discutir si Lavagna o Macri a que si pueden encontrarle la vuelta a la retahíla de desaciertos que han protagonizado como parte una derecha local que ha protagonizado desfalcos, vaciamientos, corridas cambiarias, devaluaciones bochornosas y una pila de medidas antipopulares que ahora ni mencionan.
Es lógico, a nadie le gusta hablar mucho de sus miserias cuando la realidad es ineludible, pero disfrazarlas, sí se puede. Los adherentes a los principales cúmulos de la derecha, distan de ser los cuadros de un partido y sus “líderes”, a sabiendas de la ausencia de una estructura que les permita impulsar un programa (o inclusive gobernar), deben poner en juego una alianza que se promueva ganadora para motorizar las fuerzas que los llevarán a la campaña presidencial 2007.
Si no hay ejércitos de adherentes multiplicando el marketing político las preocupaciones de quienes inviertan sus millones en que gane su candidato, serán dobles. Así de escarpado es el camino hacia los comicios del 2007.
La semana previa
Las quejas partieron de Ricardo López Murphy hace más de 10 días. Es que el bulldog no pudo ocultar su molestia porque, aunque estaba en Marruecos, «una vez más se enteró por los diarios» de gestiones de dirigentes macristas para lograr un entendimiento con el ex ministro de Economía.
También en el macrismo el clima fue tenso en esas horas. Mauricio Macri «reprendió» a legisladores de su fuerza -entre ellos a Gabriela Michetti, Diego Santilli y Marcos Peña- por haber trascendido a la prensa detalles de una cena mantenida con Lavagna.
Michetti aceptó que «existe cierto malestar» en PRO pero le restó gravedad al asunto al declarar «que no tiene nada de malo que se naturalicen este tipo de conversaciones entre sectores que buscan ser una alternativa al oficialismo». La legisladora porteña aclaró no obstante que «en ningún momento se habló con Lavagna de un acuerdo electoral» sino que fue una manera «de tender puentes» para un eventual entendimiento futuro.
Lo que no fue mencionado es que se estaría midiendo a Michetti en las encuestas para una posible postulación como candidata a la vicejefatura porteña en compañía de Mauricio Macri. Esta versión confirma que el empresario busca una nueva oportunidad en la Ciudad y según los consultados, Michetti podría ser un buen ingrediente que apuntale la alianza tácita que pretenden impulsar desde la derecha, aunque el encuentro con Lavagna ha dañado la relación entre hombre y mujer.
El acuerdo giraría en torno a una candidatura de Macri a la jefatura de Gobierno de Ciudad, acompañado por Juan Carlos Blumberg como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Los dos actuarían bajo el paraguas de Lavagna como candidato a presidente.
En los planes que se discuten, el carácter tácito estaría dado en que cada uno de los candidatos trataría de ayudar el otro y todos aportarían sus votos en caso de existir una segunda vuelta en la elección presidencial, pero no actuarían como un bloque, ni nada que los haga parecerse a la vieja alianza de centroizquierda que llevó a Fernando De la Rúa al sillón de Rivadavia.
En ese contexto, las molestias en el entorno de Macri sobre los posibles contactos con el lavagnismo pueden rayar en la sobreactuación de evitar parecerse a la alianza. Por eso, del mismo macrismo las fuentes también aclararon que «en ningún momento Macri dio instrucciones para que se sentaran a hablar con el ex ministro y mucho menos sobre alianzas de cara a las elecciones».
Para Recrear, enterarse del encuentro por los diarios, fue como «la gota que rebasó el vaso». La relación con el macrismo fue eje central, durante tres horas, de la reunión que la plana mayor de Recrear mantuvo en la sede de Avenida de Mayo al 600, presidida por el diputado Pablo Tonelli junto a Rito Basualdo, Sergio Nahabetian, Esteban Srodek y Esteban Bullrich.
Allí «hubo un generalizado disgusto de la dirigencia por las actitudes del macrismo y hasta hubo quienes pidieron repudiar la alianza con ellos». Tonelli reconoció que «sólo hubo algunos desencuentros» pero confió en que «las cosas se encarrilen» para que los problemas «no se agraven», aunque los conocedores de la discreta alianza asumen que estos movimientos telúricos pueden formar parte de la mala sorpresa que significa para los hombres de López Murphy no participar del convite que articularía a Macri, Blumberg y Lavagna.
La Ley de Abastecimiento
Pero es posible que los hombres de López Murphy no se hayan juntado sólo para quejarse. La centroderecha en la cámara baja quiere derogar la Ley de Abastecimiento con la que el gobierno busca mantener a raya los precios del gasoil y de la carne.
Para el diputado lopezmurphysta Tonelli, impulsor del proyecto que promueve «la derogación de la Ley de Abastecimiento», se trata de una “ley sancionada hace 32 años en una situación del país que dista muchísimo de la actual», y recordó que «en el ’91 el presidente (Carlos) Menem suspendió, a inspiración de (el ex ministro de Economía Domingo) Cavallo, en un decreto que fue ratificado por ley».
Desde ese momento, la norma «sólo recobraría vigencia si el Congreso declaraba una emergencia de abastecimiento», pero durante los gobiernos «de (Eduardo) Duhalde y de (Néstor) Kirchner se pensó que con la declaración de emergencia general, ley 25561, alcanzaba para aplicar la ley de abastecimiento».
Tonelli aseguró que «la aplicación de la ley es dudosa, ya que nunca se declaró la emergencia por desabastecimiento» y consideró que «la inconstitucionalidad» se amplía con «el mal uso de la norma por un funcionario de rango menor como es el secretario de Comercio (Guillermo Moreno). Por eso lo más sano y razonable es derogar la ley»
El plan en el Congreso es comenzar a horadar lentamente los recursos del oficialismo. Desde este sector las explicaciones vinieron por parte de la titular de la comisión de Pequeñas y Medianas Empresas de la Cámara baja, Mercedes Marcó del Pont, que defendió la necesidad de contar con «una herramienta» que permita al gobierno «actuar en determinadas circunstancias, tras varias décadas en que el Estado se retiró como regulador y buscador del equilibrio entre el mercado y la sociedad».
Sin embargo, reconoció que «es una ley de la década del ’70, orientada en ese momento a garantizar el abastecimiento normal del mercado interno en condiciones internas e internacionales que no son las de hoy», y dijo que ahora «se la está utilizando para neutralizar determinada situación que se puede dar por concentración de oferta o monopolización».
«Entiendo -añadió- que esta ley abre un paraguas que permite preservar el mercado interno, el abastecimiento doméstico ante situaciones de comportamiento de la oferta local y la demanda internacional», y respondió que «no necesariamente una norma debe desaparecer por la desaparición transitoria de una situación específica».
La diputada y también economista concedió que «quizás hay que pensar nuevos instrumentos que se adecuen a la actualidad de la Argentina».
«Hoy en Argentina no hay desabastecimiento, lo que hay son sectores formadores de precios en una economía concentrada brutalmente y condiciones internacionales de demanda de alimentos que produce la Argentina que actúan sobre los precios internos y aparece un Estado regulando», completó.
Sin embargo, Tonelli ve en la norma «un medio ilegal que los funcionarios presionen y extorsionen de manera ilegítima a comerciante y empresarios». Pero esa no es la única idea de la derecha, hay más.
Contra los superpoderes
Los contactos del ex ministro de Economía para hacer de los superpoderes uno de los próximos ejes de campaña fueron por separado con el diputado macrista Eugenio Burzaco y Jorge Sarghini, y por otro, con los jefes de senadores y diputados radicales, Ernesto Sanz y Fernando Chironi.
«Lavagna se reunió primero con Burzaco y Sarghini, y luego con importantes diputados y senadores de la UCR, con quienes acordó avanzar en la defensa de las instituciones», confirmó a la prensa el asesor del ex ministro, Alejandro Rodríguez, quien reveló que «coincidieron en reclamar la urgente derogación de los superpoderes presupuestarios» del Ejecutivo.
Con esta explicación coincidió el diputado radical, Federico Storani, quien aclaró que desde ese sector del radicalismo «nunca hablamos de una alianza con Macri ni con (Juan Carlos) Blumberg, sino que sólo dialogamos de impulsar una concertación electoral con Lavagna».
No obstante, el diputado radical admitió que «en cuestiones institucionales sí» existe un principio de acuerdo entre distintos sectores de la oposición, incluso con el macrismo, y recordó que toda la oposición, «inclusive Elisa Carrió» se unió el año pasado para repudiar la reforma del Consejo de la Magistratura que impulsó el kirchnerismo.
Desde el lavagnismo, Rodríguez también aseguró que en las reuniones que mantuvo Lavagna «en los últimos días» con legisladores de la UCR y el macrismo, el ex ministro de Economía «no habló de alianzas electorales», y se limitó a impulsar la unidad de la oposición «en defensa de la calidad institucional».
«Después de lo de Misiones hay que seguir profundizando todas las acciones para mejorar la calidad institucional de la Argentina. En ese marco, Lavagna ha decidido dar un fuerte impulso para eliminar ‘ya’ los superpoderes».
En ese sentido, agregó que «si hay una lección de la derrota del proyecto releccionista en Misiones, no es electoral, es una lección sobre la calidad democrática, de cultura política y de necesidad de profundizar el respeto a las instituciones».
«Al menos -aseguró el asesor del ex ministro- coincidieron que ese tiene que ser uno de los ejes de trabajo de todos los que quieren cuidar las instituciones».
Storani destacó que «el gobierno y el propio presidente (Néstor) Kirchner retrocedió en sus intentos reeleccionistas» y elogió el acercamiento.
En tanto, distintas fuentes del radicalismo admitieron que las reuniones de Chironi y Sanz con Lavagna sobre el tema de los superpoderes, «es un avance» en la relación de la UCR con el ex ministro de Economía, que en los últimos meses se había visto empantanada por los enfrentamientos verbales entre Lavagna y el ahora ex titular de la UCR, Roberto Iglesias, quien dejó la presidencia del radicalismo esta semana ante la puja entre “radicales R” y “radicales K”. Iglesias, promotor del primer bando, dejó la titularidad del partido que ahora debe definir la fecha del plenario que elegirá al sucesor.
En carrera ha quedado el senador radical Gerardo Morales, vicepresidente del bloque de senadores, que aparece como el favorito: cuenta con el apoyo de gran parte de la dirigencia del interior y del alfonsinismo, aunque debe todavía conquistar el beneplácito del sector encabezado por el chaqueño Ángel Rozas, actualmente de viaje por el exterior.
El legislador jujeño es impulsado por el sector radical que motoriza la postulación presidencial del ex ministro Roberto Lavagna, mientras que la línea partidaria que pretende ir a las elecciones con un candidato propio respalda al senador mendocino Ernesto Sanz como timonel de la UCR. Las próximas definiciones podrían desembocar en una nueva ruptura del radicalismo.
Sin embargo, las diferencias internas en el centenario partido se mantienen respecto a qué «otros sectores» podrían confluir el año próximo en una alianza electoral opositora.
Mientras los jefes de los bloques de diputados y senadores radicales no verían del todo mal un acercamiento con el macrismo, porque sospechan que esa sería la única forma de «ganarle al candidato de Kirchner» en el 2007, desde el alfonsinismo reforzaron su rechazo total a compartir la concertación con sectores de «derecha», como consideran a Macri y a Blumberg.
En principio, las coincidencias que logró Lavagna se verían reflejadas en un proyecto de ley que analizan los diputados ex duhaldistas encabezados por Jorge Sarghini, que impulsan la «eliminación de las modificaciones a la ley de administración financiera» aprobada este año.
Dispuesto hasta para cantar la marchita
Pero mientras los alfiles de todo el espacio de derecha reúnen recursos y conducen sus reacomodamientos con el oportunismo como estandarte, Macri también logró rodearse de dirigentes del peronismo, quienes ante la emoción de escuchar las estrofas de la Marcha Peronista comenzaron a cantarla a viva voz. Macri -con cierta expresión de asombro-sostuvo que «siempre» se sintió «cómodo» con los peronistas, y reconoció su «voluntad de hacer, asumiendo desafíos», luego de ver a una pareja de tango bailar también al ritmo de “la marchita”.
Los organizadores del evento fueron el legislador porteño, Daniel Amoroso, y el diputado nacional, Cristian Ritondo, ambos peronistas. Si bien no se aclaró si el apoyo era para una futura candidatura a jefe de Gobierno porteño o a Presidente, los diputados peronistas de la capital platearon diez propuestas destinadas a la Ciudad de Buenos Aires.
Finalizado el lanzamiento de PRO “peronista”, Macri aseguró en declaraciones a la prensa que «hace más de dos años» que no tiene contacto con Eduardo Duhalde, en un intento por tomar distancia del ex presidente. Sin embargo, en referencia a la información periodística que indicaba que Duhalde lo prefiere como candidato presidencial antes que al ex ministro Roberto Lavagna, Macri consideró que «no deja de ser un elogio» en virtud de «la larga experiencia» del ex presidente.
Consultado sobre posibles alianzas con ex duhaldistas, el titular de Compromiso Para el Cambio sostuvo que dirigentes «peronistas vienen todo el tiempo a sumarse (a su fuerza política). De donde vienen no importa. Nos importa que compartan nuestra visión de país».