Golpe a la credibilidad de la CIA: un periódico descubre a 2600 espías en internet

Por Causa Popular.- Dos días antes de que Estados Unidos lanzara su mayor ofensiva aérea desde que comenzó la Guerra en Irak, un nuevo escándalo que involucra a los servicios secretos norteamericanos vuelve a debilitar a al gobierno en uno de los frentes que George W. Bush considera estratégico para su gestión. En las últimas elecciones la campaña estuvo centrada principalmente en las presuntas amenazas externas a la seguridad interna de los norteamericanos. Bush, logró su reelección presentándose como el único candidato que podía garantizarla. Al bajo índice de popularidad con el que hoy cuenta, está semana se le sumó que un periódico consiguió conocer la identidad de miles de agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sólo buscando en Internet y relacionando datos, lo que ha generado una crisis en el servicio secreto.

Una investigación del diario estadounidense Chicago Tribune dio a conocer el último fin de semana que las identidades de 2.600 empleados de la CIA y la ubicación de una veintena de sus oficinas clandestinas en Estados Unidos se pueden hallar fácilmente por medio de Internet.

Para obtener estos datos, el periódico informó en su edición dominical que no recurrió a ningún experto en informática, sólo necesitó estar subscripto a proveedores de datos que cobran por brindar acceso a los archivos públicos. El diario, de todas maneras se cuidó de no publicar las identidades ni los detalles que obtuvo de la vida de los agentes. De haberlo hecho no sólo habría puesto en peligro los empleados de la CIA, sino que además hubiera cometido un delito federal para el que se prevén penas muy duras.

El diario informó que una vez obtenidos los datos hizo llegar algunos de sus hallazgos a la CIA, la cual reconoció que en la lista de 2653 personas, además de agentes que no eran clandestinos como analistas o altos directivos como George Tenet, se encontraban otros que si tenían su identidad reservada.

Según el mismo diario, los proveedores de datos le permitieron identificar a las personas por medio de directorios telefónicos, transacciones inmobiliarias, registros de votantes, impuestos sobre la propiedad y otros documentos financieros y legales. También aparecieron teléfonos internos de la agencia y direcciones clandestinas utilizadas por los agentes.

“La clandestinidad es un asunto complejo que se vuelve más complejo en la era de la internet”, dijo la principal vocera de la CIA, Jennifer Dyck, al diario Chicago Tribune en un intento de explicar algo que hace 10 años resulta demasiado obvió para una Agencia de Inteligencia. “Cosas que funcionaban antes ya no funcionan”, remató la perspicaz agente.

El diario nombrado además ubicó una veintena de instalaciones de la CIA en Chicago, el norte de Virginia, Florida, Ohio, Pensilvania, Utah y el estado de Washington. Algunas tenían guardias, en tanto otras parecían residencias particulares sin conexión aparente con la agencia de espionaje.

“No fue una simple búsqueda en Google, pero cualquiera con un poco de conocimientos sobre computadoras podía hallar esos datos”, dijo el editor del Chicago Tribune, James Shea, en una entrevista televisiva.

El artículo del Chicago Tribune tituló: “Internet propina duro golpe a trabajos encubiertos de la CIA”. El mismo empieza diciendo: “Ella tiene 52 años, es casada, creció en los suburbios de la ciudad de Kansas y ahora vive en Virginia, en una casa nueva de tres dormitorios”. Y siguió explicando que el servicio en la red describió a la mujer en cuestión como una empleada de la CIA que ha sido asignada a varias embajadas estadounidenses en Europa. La misma agencia confirmó luego que se trataba de un agente encubierto.

A la pregunta de cómo tantos detalles personales de empleados de la CIA habían sido puestos al dominio público, un alto funcionario de la agencia de inteligencia dijo al diario que, “francamente, yo no tengo una buena explicación”. Y a la pregunta de si temía que grupos terroristas pudieran haber tenido acceso a la misma información, contestó: “yo no sé si Al Qaeda podría hacer esto, pero los chinos sí pueden”.

La revelación del periódico estadounidense se publica cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos lleva a cabo una investigación sobre si miembros de la administración del presidente George Bush revelaron deliberadamente la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame.

La justicia norteamericana investiga si la verdadera identidad de Plame fue descubierta en un intento deliberado por desacreditar a su esposo, el diplomático Joseph Wilson quién había cuestionado abiertamente los datos de inteligencia citados por el presidente Bush para atacar Irak.

El ex embajador en Irak, Joseph Wilson, escribió un artículo de opinión para el diario New York Times, en el que acusó al gobierno del presidente George W. Bush de distorsionar los datos de inteligencia sobre Irak.

Wilson viajó a Níger en 2002 para investigar acusaciones de que el entonces presidente de Irak, Saddam Hussein, había intentado comprar uranio del país africano. Este diplomático considerado cercano al Partido Demócrata y conocido por su postura crítica hacia el presidente norteamericano señaló que no encontró pruebas que fundamentaran esas acusaciones.

“No me queda otra opción que concluir que parte de la inteligencia relacionada con el programa nuclear de Irak fue distorsionada para exagerar la amenaza iraquí”, escribió Wilson en aquella oportunidad en el New York Times.

A pesar de ello, el presidente Bush hizo una referencia expresa a la presunta conexión Hussein-Níger en su discurso sobre el estado de la nación en enero de 2003.

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