Con la consigna “podrán cortar las flores pero no detendran la primavera” organismos de derechos humanos, movimientos sociales, campesinos y políticos de Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Mendoza, Santa Fe y Zona Norte de Buenos Aires desarrollaran una serie de actividades a partir del lunes 3 hasta el sábado 8 de este mes, en Oran, Salta, donde el Gobierno, la Justicia, la Iglesia, en sintonía con los empresarios, están cohesionados en lograr la impunidad para los represores de ayer y hoy.
Una de las acciones será solicitar al Juzgado Federal de esa ciudad norteña, la reapertura de la causa para dar con los restos de integrantes del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), Jorge Masseti y Oscar Atilio Altamira Guzman, desaparecidos en 1963 cuando protagonizaron la primera guerrilla guevarista en la Argentina.
Masseti, fue uno de los fundadores de la agencia cubana de noticias Prensa Latina, una de sus acciones para consolidar la revolución liderada por Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, a quienes conoció cuando subió a la Sierras Maestra para entrevistarlos y quedó convencido de la justicia de la causa revolucionaria.
Una militancia que cobró un rol diferente en el marco de la estrategia del Che. Previo entrenamiento militar en Cuba y Argelia, Massetti con el nombre de “Comandante Segundo”, y una treintena de combatientes de Argentina, Cuba, Perú, abrió un frente rural de combate en Oran, Salta, con el propósito de “Hacer de los Andes la Sierra Maestra de América Latina”, conjuntamente con acciones similares en Bolivia, Perú y Chile.
Según sus principales protagonistas, la incipiente organización y la soledad política que rodeó este primer intento de insurreción armada, simultáneamente con la asunción del médico radical Arturo Illía a la Presidencia de la Nación, facilitaron la represión que dirigieron el jefe de la Gendarmería, general Julio Alsogaray, y el mayor Héctor Báez, jefe de la Agrupación Salta de esa fuerza.
Una obligada síntesis histórica, revela que en uno de los pocos combates librados por el EGP, sufrieron las bajas de cinco guerrilleros, y en otras acciones detuvieron a más de decena de ellos, entre otros a Federico Méndez, Héctor Jouvé, Henry Lerner, Federico Frontini, Fernándo Alvarez, Miguel Colina, Jorge Bellomo, Alberto Castellanos, entre otros quienes fueron torturados cruelmente antes de someterlos a procesos judiciales que violaron todas las normas legales. En los fundamentos de la condena que lleva la rúbrica del juez López Sanabria se puede leer entre otros conceptos que “los procesados eran de ideas comunistas que querían cambiar el gobierno como solución para el país…la actuación de gendarmería fue vital importancia, si se tiene en cuenta el origen de este movimiento, que esta basado en ideas comunistas, que repugnan a nuestra democracia… es increíble que jóvenes con instrucción universitaria hallan atentado contra su patria pretendiendo instalar un régimen de oprobio, olvidando que este país desde su nacimiento ha sido democrático”.
Once años después en el “Operativo Independencia”, a cargo de Antonio Bussi, uno de los fusilados por el genocida en los montes de Tucumán, fue Juan Carlos Alsogaray, hijo del general Julio Alsogaray, que se había sumado con un destacamento de Montoneros a la Compañía del Monte “Rosa Rosa Jimenez” del PRT-ERP.
Méndez y Jouvet recuperaron la libertad el 25 de mayo de 1973 y su regreso a Córdoba fueron ovacionados juntos a sus compañeros, más los presos políticos y sindicales de esa provincia, en un acto realizado en el Estadio Atenas, organizado entre otros gremios por el Sindicato de Luz de Fuerza, cuyo secretario general era Agustín Tosco, el que su discurso de bienvenida reinvidicó la lucha para resistir la dictadura que derrocó a Illía.
La mayoría de ellos cuando salieron en libertad siguieron participando en política, entre ellos Méndez que se incorporó a la FAP y Bellomo al ERP, por citar dos ejemplos. El Terrorismo de Estado se ensañó con quienes combatieron en el monte sino también con sus familiares.
En abril de 1976, miembros del Tercer Cuerpo tomaron la casa de los Lerner en Cosquín, Córdoba, y se llevaron a su padre, Jacobo, quien desde entonces es uno de los 30 mil detenidos desaparecidos. Henry fue detenido cuando fue a su casa en defensa de su madre que estaba secuestrada por los militares, oportunidad en que fue detenido y después se le otorgó el exilio.
La compañera de Jouvé, Clara Zetner, fue detenida al presentarse su pasaporte para viajar a Francia junto a su familia en 1976. Minutos antes había hecho el mismo trámite Héctor, quien la esperó en un bar cercano. Pasaría más de cuatro años antes de que se reencontraran en Francia.
Sin embargo, regresando a Salta, y tal vez para contradecir a Rodolfo Walsh, quien escribió “Masseti, no aparece nunca, se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo, en algún lugar desconocido, el comandante segundo empuña un fusil herrumbrado, tenía al morir, treinta y cincos años”, la militancia va exigir que el Estado busque los cuerpos de Masseti y Altamira Guzman y se castigue a los culpables, más aún cuando la Gendarmería festeja esa represión.