Evo en la mira. CIA y DEA en Bolivia es el último libro de la prestigiosa periodista Stella Calloni, quien lleva décadas de investigación sobre los asuntos latinoamericanos. Editado por Punto de Encuentro, el trabajo que reúne entrevistas al propio Evo y a Alvaro García Linera, se presentará el próximo 2 de Noviembre en el Centro Cultural de la Cooperación, Sala Raúl Gonzalez Tuñón, Av. Corrientes 1543, 1° piso.
«El mundo, y en especial América Latina, tendrían que pedir disculpas a Bolivia por haber olvidado lo ocurrido bajo la colonia y lo que sucedió luego cuando el país fue convertido en un laboratorio de experiencias contrainsurgentes y de nuevos sistemas neocoloniales e imperiales que subsisten hasta hoy», sostiene Stella Calloni en este nuevo libro en el que pasa revista a la injerencia extranjera en Bolivia durante los últimos cincuenta años.
Esa injerencia comenzaría con la expansión estadounidense hacia América Latina a fines del siglo XIX, una de cuyas consecuencias fueron las guerras colonialistas de empresas extranjeras que llevaron a cruentos enfrentamientos entre pueblos hermanos, como sucedió en la guerra que enfrentó a Chile contra Bolivia y Perú a fines del siglo XIX o en la guerra del Chaco –que bien merecería denominarse «guerra del petróleo”– en la que Bolivia y Paraguay se inmolaron en representación de los intereses de la Standard Oil y de la Shell Co.
A partir de la década del ‘50, Estados Unidos entró de lleno en Bolivia. Con sus organismos de inteligencia como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y, ya más tardíamente, la Drug Enforcement Agency (DEA). La ocupación de Bolivia en esos años marcaría el inicio de lo que sería con el tiempo una “injerencia eterna”, que Evo Morales conocería cercanamente, sobre su propia piel, en las luchas por la tierra y la justicia.
«Estados Unidos se había apropiado del verdadero poder –sostiene Stella Calloni– y los gobernantes civiles y militares, en un país decano en golpes de estado, la mayoría propiciados y ejecutados por órdenes de Washington, eran convertidos en simples gerenciadores de ese poder externo».
Tanto la CIA como el Grupo Militar de la embajada norteamericana en La Paz disponían de sus respectivas oficinas dentro mismo del Palacio Quemado –la Casa de Gobierno– mientras ONG’s y fundaciones que son financiadas por la CIA y operan como su cobertura, fueron gradualmente atrapando al país en una telaraña que inmovilizaba y paralizaba las energías nacionales para extraer hasta la última gota de las enormes riquezas naturales de la nación más empobrecida de sudamérica.
Son esas mismas fundaciones a las que Stella Calloni desmenuza en este último gran trabajo: las que actúan por sí y a través de nuevas coberturas en otros países de la región, como la Fundación Libertad –financiada por la USAID y UnoAmérica– que congrega a notables personeros de la derecha más retrógrada y antinacional, como Mario Vargas Llosa, Carlos Menem, José María Aznar, Luis Lacalle, Mauricio Macri, Francisco De Narváez, Álvaro Vargas Llosa y otros idiotas latinoamericanos.
Paralelamente, el libro sigue la resistencia popular a la dependencia, que comenzaría a romperse con las luchas de los últimos años. Las guerras del agua, del gas, la lucha contra los militares estadounidenses en El Chapare, el protagonismo popular en rechazo a los intentos de imponer la dictadura neoliberal, terminaron con un pueblo en calles y carreteras y el ex presidente Gonzálo Sánchez de Lozada refugiándose en los Estados Unidos.
El 21 de enero de 2006 tuvo lugar la primera asunción presidencial de Evo Morales Ayma, proveniente de una comunidad aymara de Oruro, y orgulloso descendiente de los antiguos habitantes de esas tierras. El acontecimiento tuvo lugar en Tiwanaku, en el templete de Kalasasaya, un sitio que expresa la trascendencia de aquellos momentos. Evo asumía el poder y juraba ante los suyos, los que durante más de quinientos años habían estado sumidos en los arrabales de la injusticia, hasta ese momento inicial del siglo XX.
«Elegido por las mayorías, y pese a los intentos del imperio estadounidense por detenerlo, a los 47 años Evo llegó al gobierno de un país desgarrado y saqueado sin descanso durante más de quinientos años. El relato doloroso y contradictoriamente bello de un país donde el pueblo nunca dejó de resistir. Evo simboliza esa resistencia», dice Calloni .
Rodeado por los sacerdotes aymaras y por su pueblo, por las banderas wiphalas, el humo de los inciensos y bendiciones, Evo recibió las ofrendas de los pueblos indígenas, aún asombrados por aquellos hechos.
Evo Morales simboliza la derrota de la injerencia norteamericana. Una auténtica metáfora de los nuevos tiempos que llegaron para quedarse es el regreso de aquella vieja cultura soterrada, son los triunfos protagonizados por su gobierno sobre todos los intentos por destruirlo en los últimos años, en los que Washington y sus socios gastaron millones de dólares conformando oposiciones que van desde la violencia extrema hasta los mejores disfraces democráticos, pasando por la planificación de numerosos atentados contra la vida del presidente Morales. Desde que Morales era un dirigente sindical cocalero, Estados Unidos lo vio como un “peligro”, un enemigo potencial. Eliminarlo físicamente es uno de sus planes, nada novedoso si se estudia la cantidad de asesinatos políticos perpetrados por Estados Unidos en todo el mundo y en su propio país. Pero en Bolivia todo se les hace esquivo. No pueden entender los lenguajes de un mundo renaciente.
«A medida que se profundiza el proceso, en medio de dificultades extraordinarias, el viejo poder criminal impune hasta ahora, resucita lo más recóndito del odio. El lenguaje es visceral, brutal, sin tapujos. Despojados lentamente de algunos de sus privilegios los sectores dominantes instalaron la ideología del odio, que los ha llevado a mostrarse en su verdadera naturaleza, como sucedió en la escena brutal de Sucre, donde humillaron y castigaron a un grupo de indígenas desnudos, atados por el cuello entre sí con sogas, o en la masacre de Pando que intentan encubrir con una cobardía e impunidad amparada desde el Norte. Los fantasmas de un fascismo envejecido, ya sin coberturas o disimulos han actuado contra el pueblo y se han mostrado sin máscaras ante el mundo, como también lo han hecho sus poderosos protectores.
Se obstinan en detener el proceso de cambio, la resurrección de las viejas culturas que deshacen los mitos de la impotencia. Ha cambiado Bolivia y el mapa de América Latina –que ellos trazaron en su imaginario imperial– se les deforma ante los ojos. Se les esfuma, se les va de las manos. A ciegas el gigante golpea y tropieza, una y otra vez. Washington estima que golpear a cualquiera de los países que conforman el hasta ahora mayor esquema de integración en América del Sur, puede tener un efecto dominó. Pero sus movimientos ya no alcanzan los objetivos. Quedan en el aire, se les devuelven como un boomerang. El poder colonial envejecido está ciego como el gigante tambaleante que lo simboliza».
De esa historia de dominación y telarañas es que trata Disparen sobre Evo. Con abundante documentación, investigaciones, entrevistas a Evo Morales y al vicepresidente Álvaro García Linera, testimonios y crónicas de la realidad, Stella Calloni demuestra cómo un país inmensamente rico en recursos humanos y naturales, pudo ser convertido en un laboratorio de proyectos neocoloniales y recolonizadores. Pero también de qué manera el pueblo boliviano desenterró sus espejos para que nos miremos en ellos en los tiempos de la dominación y en el esplendor de las resistencias.
La presentación de Evo en la mira. CIA y DEA en Bolivia tendrá lugar el lunes 2 de Noviembre a las 19 horas en el Centro Cultural de la Cooperación, Sala Raúl Gonzalez Tuñón, Av. Corrientes 1543, 1° piso. Participarán junto con la autora Adolfo Pérez Esquivel, Norberto Galasso y Carlos Benítez por la Editorial Punto de Encuentro.