Después de Omar Sharif, otros hombres de Hollywood asumieron el rol de Ernesto Guevara, intentando equilibrar en su gestualidad la expresión del hombre, el revolucionario y el médico, del argentino, el cubano y el latinoamericano. Se recordará, por ejemplo, la composición realizada por Antonio Banderas para el filme Evita, de Alan Parker. O la de Gael García Bernal para Diarios de motocicleta. O la menos difundida de Eduardo Noriega para Che Guevara, de Josh Evans.
En este sentido, la última incursión fue la de Benicio del Toro, protagonista de las dos películas que Steven Soderbergh le dedicó al Che —The Argentine y Guerrilla—, y que estrenó, semanas atrás, en el Festival de Cannes.