Estado desarrollador y comunidad organizada

Apuntes para el día después de la pandemia.

“Los antiguos proyectos han desaparecido, han fallado. Hay que pensarlo todo de nuevo, y hay que pensarlo entre todos”. “El debate finalmente de estos últimos 30 años no han sido entre escuelas ganadoras o posiciones perdedoras, sino que se ha materializado en la miseria de millones de familias..” Octavio Paz

El covid19, probablemente, va a poner una fecha límite a una etapa de la historia humana, la del predominio del pensamiento neoliberal globalizador, hegemónico en los últimas cuatro décadas.
Hoy queda claro que el capitalismo en la forma neoliberal monetarista nos conduce a un desastre global. El mundo enfrenta hoy una crisis de múltiples facetas, todas ellas, peligrosas individualmente, pero en conjunto nos llevan a una crisis civilizatoria, que pone en riesgo la vida humana sobre el planeta.

La crisis global ya estaba, la pandemia la puso sobre la mesa. Hoy nadie, o salvo unos pocos lideres mediocres y peligrosos como Trump o Bolsonaro, una cohorte de periodistas y opinologos que hacen uso y abuso de la post verdad para intentar tapar el sol con la mano, niegan la crisis económica global, la situación limite climático ambiental, las guerras localizadas, la depredación de los recursos naturales, la pobreza global, las hambrunas generalizadas, las grandes migraciones hacia los países centrales, la crisis sanitaria, de la cual el covid19 es solo uno de los males, etc. Hay un mundo herido de muerte. Hay que pensar como construimos otro distinto, mejor, más racional, más humano.

Es necesario abrir un amplio debate sobre lo que viene, sobre qué sociedad y que país queremos construir para las próximas décadas.

Es indudable que la pandemia está barriendo muchos de los paradigmas que sustentaron la sociedad neoliberal, esta anomia general permite a pensar y soñar alternativas superadoras al “corset” impuesto por el neoliberalismo. Este había intentado clausurar la historia y la política como herramienta de confrontación de ideas e intereses particulares, pero también como herramienta de construcción social.
También es preciso puntualizar, para no caer en un pensamiento ingenuo, que difícilmente esta pandemia global ponga por si misma fin al capitalismo. El capitalismo ha demostrado una capacidad de resistencia y readaptación a lo largo de la historia, que no han mostrado otros modelos económicos y sociales. Por lo que a pesar de su incapacidad para dar respuestas a los problemas que afronta la humanidad, y que es más, muchos de ellos surgen del accionar del capitalismo neoliberal global en las últimas décadas, este pueda readaptase a las nuevas situaciones sociales y políticas y continuar como modelo vigente.

Si creemos que lo que genera esta situación es una oportunidad para la política y por ende para una construcción social y económica pensada y regida por la política. Tal vez la gran victoria del neoliberalismo haya sido, y por eso su hegemonía, subordinar la política y lo político al hecho económico. Construyeron un Dios mercado, como árbitro de las relaciones sociales, en detrimento del

Estado y la política.

No es que el neoliberalismo no contenga política, por el contrario el neoliberalismo es una doctrina política y económica de dominación de los pueblos, de penetración imperial, pero también de reformular y re estructurar a la sociedad bajo las premisas de un individualismo extremo, el predominio de los negocios, del capital sobre los otros recursos económicos, el egoísmo como motor de la vida humana y social, de saqueo de los recursos humanos y naturales, etc. Para ello cuenta con una batería de recursos económicos, políticos, militares, culturales, mediáticos y simbólicos para trabajar en la penetración y dominio de la sociedad.

No es que no tenga objetivos políticos, sino que los disfraza detrás de palabras grandilocuentes: libertad, republica, democracia, igualdad de oportunidades, meritocracia, etc. Muchas veces palabras con significantes vacíos en una sociedad neoliberal. No hay lugar para esos conceptos en una sociedad fracturada, saqueada, explotada, donde la vida misma no tiene valor, donde todo está subordinado a los negocios y a la maximización y concentración del capital.

Volviendo al tema inicial, la pandemia que aceleró la crisis del modelo capitalista globalizador, nos da una nueva oportunidad a los pueblos de los países emergentes y a los movimientos populares de cada país.

“Estamos frente a la necesidad de definir una nueva agenda global de desarrollo en su acepción más extensa, es decir, una agenda que contemple los nuevos desafíos políticos, económicos, sociales y ambientales y las prioridades, tanto de los países desarrollados, como de los países en desarrollo; que se requiere de una fortalecida institucionalidad financiera global para enfrentar la crisis; y una arquitectura institucional legítima y representativa, cimentada en un multilateralismo real y efectivo”. “El porvenir de una ilusión”. México, Autores Varios.

En principio es necesario volver a la política, entendida esta como la generadora de poder popular comunitario. La política debe volver al barrio, a la gente, a la fábrica, a la universidad, al contacto directo con el otro. Cuanta más política y más organización, más retroceden los factores de poder que dan sustento al neoliberalismo. Los neoliberales aborrecen la política y al Estado, por eso lo demonizan y menoscaban. Porque son las dos herramientas que tienen los pueblos para alcanzar su autodeterminación.

Para pensar y tener oportunidad de construir otro mundo, es necesario empezar desde abajo, recatar la política como herramienta de lucha, ir por el Estado, reconstituirlo y ponerlo al servicio de los sectores nacionales y populares, construir comunidad, la comunidad organizada que definió Perón y que hoy levanta el Papa Francisco. Construir comunidad significa una sociedad de hermanos, unida por lazos culturales, históricos, religiosos, orientada al bien común, al respeto por el otro, donde predomine el nosotros sobre el yo individual.

En un proyecto político emancipador como el que queremos lleva adelante es necesario entender como lo definió claramente Perón, que, que la política, “…. es construcción de relaciones de fuerza, implica oposiciones, voluntades que se enfrentan, que se asocian, que disputan la apropiación de recursos materiales y simbólicos. Es conflicto, es contradicción, pero es también la capacidad de aunar y conducir fuerzas diversas”.

Que hay que tener muy claro los objetivos, conocer la sociedad y la realidad donde nos movemos, conocer al enemigo y reconocer en nosotros mismos nuestras fuerzas y debilidades, para generar una estrategia y una táctica, o sea los pasos a dar cada momento. Con prudencia, pero sin cobardía, con audacia pero sin locuras adolescentes, midiendo las correlaciones de fuerza pero con el coraje suficiente, como lo muestra la historia, para avanzar más allá de las limitaciones que nos fija la coyuntura.

Decimos esto porque la situación que debemos enfrentar en lo económico, en lo político y en lo social es compleja y difícil de resolver. Sobre la herencia nefasta que dejó el gobierno macrista , hay que agregarle, la plaga de la pandemia de covid19, cuyos efectos finales sobre nuestro país y sobre el mundo son difíciles hoy de pronosticar.

Por lo expuesto queda claro que el gobierno enfrenta tres temas cruciales, la herencia de pobreza y marginación de un sector importante de la población, agudizado por los efectos de la pandemia sobre la salud pública y la economía real y la renegociación de la deuda externa. Puede apreciarse que el gobierno está trabajando en estos tres temas con criterio y prudencia y desde allí el amplio consenso con que cuenta hoy.

Sin embargo esta tarea y la profundidad de la crisis, no es óbice para no encarar rápidamente medidas de corto y mediano plazo que hagan sostenible en el tiempo las políticas actuales y puedan ir generando el escenario para futuras transformaciones estructurales.

Es fundamental avanzar en políticas de concertación popular, generación y ampliación de consensos, a través de mecanismos de participación popular. El peronismo cuenta en su haber amplia experiencia en la creación de participación, discusión y planificación de la acción de gobierno. Como ejemplo podemos citar el Consejo Nacional de Post guerra (1944), motor de las transformaciones llevadas adelante por los primeros gobiernos de Juan D. Perón.

Ampliar la democracia, avanzando en los conceptos de democracia directa y democracia social, construyendo desde abajo, desde los consejos de cada comunidad, donde se expresen todos los sectores y organizaciones que la componen. De esa estructura de base ir subiendo en la escala en complejidad organizativa hasta llegar a un Consejo Nacional, donde se expresen la cámaras empresaria, los sindicatos, las universidades, las iglesias, y todas las organizaciones libres del pueblo y por supuesto el Estado. Esta concepción de comunidad organizada no va en contra de las instituciones que dan forma al entramado constitucional de gobierno, ni va en contra del Estado. Sino por el contrario lo potencian, al aumentar el consenso social crece la base de sustentación y por ende da más fortaleza al Estado en su accionar.

Un pueblo organizado y movilizado, consciente de sus derechos, es la mejor herramienta en un gobierno con orientación nacional y popular.

Este modelo neoliberal imperante en Argentina durante 40 años ha llevado a la economía hacia un proceso de ajuste “estabilizador” casi permanente, que nunca resolvió el tema inflación pero si ha originado la primarización y concentración de la economía, la destrucción de la industria buscada elevó los índices de desocupación, pobreza y marginalidad. Para tener una idea del retroceso argentino es necesario recordar que en 1976 argentina tenía un índice de pobreza del 6% , hoy 40 años después tenemos más del 40 % de la población en situación de pobreza e indigencia. Cualquiera de los índices económicos que se busque para analizar el periodo 1976/2020 muestra este nivel de deterioro. Argentina pasó de ser un país que aceleramente iba hacia el desarrollo, con una alta inclusión social a un país sub desarrollado, con índices de pobreza y exclusión que se parecen a los del cuarto mundo.
También es justo reconocer que la experiencia de reindustrialización llevada adelante en el periodo 2003/15, si bien relativamente exitoso en sus primeras etapas chocó luego con limitaciones estructurales, como en un agotamiento del sector externo y la falta de dólares para financiar la expansión industrial.

Romper con los paradigmas del pasado.

Ante las experiencia del pasado urge un cambio de paradigmas, un pensar y trabajar un nuevo modelo de desarrollo y un nuevo Estado, que tenga un rol dinamizador, que sea articulador de los recursos de la comunidad, que motorice los planes y acciones que surjan de los ámbitos de planificación participativa.

En este nuevo orden a construir en importante trabajar esta doble cara de la misma moneda. La necesidad de un estado nacional fuerte que pueda administrar las convulsiones económicas, políticas y ambientales globales y, a su vez conducir las fuerzas económicas, los grupos sociales, los recursos y las políticas hacía un desarrollo autónomo pero a la vez inclusivo.

No se trata de volver a recetas del pasado. No se trata de volver al Estado centralizado y conducido por burócratas, pero tampoco a utopías o soluciones “mágicas” de una mano invisible que regule los mercados.

Por ello nuestro planteo tiene que ver con volver a la tradición y prácticas de nuestro pueblo, hacer una nueva síntesis conceptual y de experiencias, una puesta al día alumbrada por la historia para generar nuevos cauces para un proyecto de desarrollo industrial con inclusión social y consolidación democrática, donde sea la comunidad a través de los organismos participativos, a los que hacíamos referencia más arriba, los que marquen los objetivos y las estrategias y sea el Estado quien lleve adelante su implementación.

Para precisar algunos conceptos, Celso Furtado señala de manera breve y clara lo que supone la tarea del desarrollo: “Lo que caracteriza al desarrollo, es el proyecto social subyacente (…) Cuando el proyecto social da prioridad a la efectiva mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población, el crecimiento se convierte en desarrollo. Pero este cambio no es espontáneo. Es fruto de la expresión de una voluntad política”.

Y precisando el concepto que esbozamos como Estado Desarrollador (1):

“No es equivocado afirmar que el modelo de desarrollo asiático oriental se inventó en los Estados Unidos. Su elemento central es el concepto del Estado desarrollador… Fueron América y Hamilton quienes inventaron la idea, implementada al final del Siglo XIX por la Alemania de Bismarck, trasplantado a Asia oriental por Japón, adoptada por Corea y luego con variaciones importantes a gran escala por China. Este modelo ha aportado crecimiento económico rápido y desarrollo transformador”. Cohen, Stephen S. y DeLong J. Bradford.

Nos parece necesario puntualizar también que la globalización es un fenómeno de muy diversas facetas siendo el económico uno de ellos. En ese sentido la ideología neoliberal es un jinete que se montó sobre el cambio tecnológico originado en los ochenta. Lo que hoy está en crisis y en discusión es la expresión del capitalismo post moderno, el liberalismo económico en su versión monetarista y su forma de acumulación del capital: la maximización de las utilidades, le depredación del medio ambiente, el saqueo de los pueblos y su sumisión al orden imperial vigente.

Por ende hay que seguir pensando en un mundo interrelacionado, Stiglitz nos dice “que nos guste o no, la humanidad permanecerá conectada globalmente, enfrentando problemas comunes”. Existen problemas globales que requieren repuestas globales.

Por ello no se trata de construir un proyecto cerrado y autónomo total, sino de pensarnos como nos sumarnos a la globalización, pero como sujetos soberanos y no como hasta ahora como países coloniales.

En ese sentido el mundo multilateral que se avecina, donde la hegemonía estará expresada en tres o cuatro grandes bloques continentales, nuestra ubicación y nuestro destino será inexorablemente constituir un gran bloque sudamericano: No hay posibilidades de construir proyectos soberanos para los países de la región sin un gran acuerdo de integración económica y política.
Seguramente muchas de las ideas aquí esbozadas parecerán “política ficción”, dada la realidad compleja que hoy enfrenta el mundo y sobre todo nuestra región.

Sin embargo pensar lo impensable supone abrirse a escenarios nuevos y abiertos. “Solo la imaginación, la audacia y el sueño permiten tantear y anticipar lo que por definición es siempre inesperado”. Rafael Poch de Feliu

Para una mayor exposición de la idea de Estado desarrollador ver: http://motoreconomico.com.ar/opinion/el-estado-desarrollador o http://causapopularynacional.blogspot.com/

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