Esa cola trajo mala suerte

Todo iba mejor con Coca Cola, al menos para los organizadores del carnaval de Gualeguaychú, hasta que decidieron cambiar a su auspiciante exclusivo por Pepsi, con la que la primera se repartía el mercado global antes que apareciera la bebida cola de Al Qaeda.
Ahí, según creen muchos, se les acabó la buena suerte a los entrerrianos.

Alimentar el ojo

Los ejecutivos de marketing de Coca Cola sostienen que la Pepsi es mufa.
“Fue presentada en la Argentina en los 60 por su dueña Lucille le Sueur, conocida en el cine como Joan Crawford. Dos días después el gobierno democrático de Frondizi fue derrocado; luego Joan se divorció, cayó de una escalera, se dedicó a la cocaína y su hija se confesó lesbiana”, argumentan, agregando: “Y ahora, lo de La Haya”.

Sea como fuere, el paisaje bucólico del río Uruguay se ha visto alterado por una ominosa chimenea que, desde el lado uruguayo, ya hace aullar a los turistas:
-¡Nos estafaron con eso de la vida natural. Es como acampar en Dock Sud!
Razón no les falta.

Esa suerte de enseña patria de la industria finlandesa recuerda las imágenes del Londres del siglo XIX, o el Springfield de la familia Simpson.

Pero habiendo, como en el sexo, tantas variantes turísticas: ¿por qué no patrocinar una nueva, la del turismo industrial, donde los intrépidos viajeros puedan calzarse sus ropas estancas para la guerra químico-bacteriológica, sus antiparras Armani y sus coquetas máscaras antigás, luego de aplicarse vacunas para las siete plagas de Egipto?
No va a ser necesario tomar ese riesgo si prospera la idea lanzada por un exitoso arquitecto argentino.

Culto a la imagen

Se conoce a los arquitectos como los poetas del Rötring. Son artistas plásticos y escenógrafos frustrados que sobreviven remodelando lofts de clase alta, o dándole un toque más humano a los excusados de gente adinerada.

El conflicto entre Argentina y Uruguay necesita un ingrediente que hasta ahora le faltaba: poesía.
Salvador Tracciatto Grosso es el arquitecto de marras.
Autor de estudios famosos dentro de su profesión, como “Una visión bucólica de la 1.11.14”, o “La cuestión del hábitat sustentable y las medianeras de los P.H.”, también se ha destacado por haber tapado la venerable cúpula del Abasto con los juegos del Museo de los Niños, basándose en la claustrofobia como motivación infantil.

-Para nosotros -dice Tracciatto, quien está acompañado por los cinco colegas que integran su estudio-, Gualeguaychú es la cuarta pared del escenario en una obra de teatro. Y sus habitantes, es redundante señalarlo, son los espectadores de un proyecto que puede convertirse en otra Maravilla del Mundo.

-Proponemos construir -se entusiasma- una isla artificial frente a Botnia para acabar con la contaminación visual. Es lógico que los entrerrianos pataleen: donde siempre vieron ñandubaysales, ahora tienen una mole de cemento- afirma.
La isla de Tracciatto la disimulará por completo, al menos para los espectadores situados al oeste.

El escenario

Para lograrlo, pretende implantar una densa vegetación: gruesos baobabs africanos, imponentes sequoias de California, y esas higueras gigantescas conocidas como banianos de la India, cuyas raíces aéreas treparían sobre la chimenea, convirtiéndola en un curioso monumento a la estupidez.

Tracciatto no aclara si existirán verdaderos árboles, o si sólo serán lienzos extendidos sobre una estructura tubular abulonada, previamente pintados por artistas de sus lugares de origen. Ni precisa que son especies longevas y de lento crecimiento. Hay que esperar unos 4.000 años para que crezca la sequoia, y 1.200 para que el baniano se convierta en una morácea de tamaño respetable. Pero se habrá sacrificado el tiempo buscando altura, que es lo que falta.

Es que todavía no se ha decidido si será una escenografía realista, abstracta, funcional o ecléctica.
Se parece a esto último.

El proyecto prevé construir inmensas gárgolas calcadas de las de la catedral de San Ambrosio en Milán, por las que chorrearán las aguas servidas de la papelera hacia unos canales venecianos recorridos por unas góndolas de fibra de vidrio. Los surtidores serán construidos con un material epoxi que recuerda al mármol de Carrara.

También contempla réplicas ampliadas de las fuentes de Trevi, de la de Los Cuatro Ríos (ambas en Piazza Navona), y de la Del Tritón (Piazza Barberini), e incluso de la Fuente de Juvencia.

-Usted cree estar viendo fuentes, pero en realidad son los piletones de la planta de tratamiento de efluentes- explicó el creador del proyecto señalando unos modelos a escala, y agregando por lo bajo -aunque todavía no sé si esta parte será aprobada por el Banco porque los descendientes de Bernini y Salvi, creadores de las fuentes, exigirán el pago de royalties.

Luego nos confió:
-Mientras batallábamos con los planos, alguien propuso agregar un travesaño horizontal en el tercio superior de la chimenea, pero un obispo amigo nos convenció para que abandonáramos esa línea de trabajo, porque sólo la Iglesia tiene la facultad de decir cuándo un lugar es sagrado y cuándo no lo es. Y además, podría crear alguna controversia religiosa, o una guerra santa entre ambos países.
Por fin, se decidió que una higuera de la India (baniano) y distintas hiedras cubrieran la chimenea hasta convertirla en un monumento a “lo verde”.

-La cuestión de “lo verde” y de “los verdes” tiene mucha importancia hoy en día- señala Traccinatto mientras gesticula el entrecomillado.
Asimismo, está previsto captar el humo blanco que saldrá de la chimenea con un ingenioso dispositivo que convertirá la humareda en un mensaje escrito en el cielo.

-La idea me la dio mi abuelo, el viejo Tracciatto. Yo soy Grosso por parte de padre. Él me recordó una vez, mientras me untaba tostadas con Kero, que hace muchos años un avión fumigador escribía mensajes sobre el cielo de Buenos Aires.

Salus, Mu-Mu, marcas de yerba y caramelos de aquella época, eran los mensajes mas frecuentes, aunque una vez dibujó Perón Vuelve sobre el cielo azul, y desde entonces ese recurso publicitario entró en desuso o el piloto se mareó.

El artilugio electromecánico ubicado al tope de la chimenea estaría preparado para enviar largos mensajes, ya que la planta tiene previsto trabajar las 24 horas: “Visite Gualeguaychú y por qué no, también el Uruguay cruzando el puente sin obstáculo alguno”, por ejemplo.

Seguiría luego con las tarifas de los hoteles; los platos ofrecidos por los restaurantes, con sus precios; los nombres -con teléfono y señas particulares- de todos los integrantes de las comparsas, los discursos de Busti, etc.
También permitirá emitir mensajes personalizados, aunque no personales, porque podrán ser vistos por todo el mundo.

-La gente se pasará buena parte del día mirando al cielo- sostuvo el arquitecto.
El proyecto, no queda otra, debe financiarse con un fondo especial del Banco Mundial para el fomento desinteresado de emprendimientos artísticos. O lo deberá pagar la Argentina con algún subsidio.

Tramoya con mal olor

Queda un problema por resolver: el hedor a huevo podrido que se extenderá, se cree, unos ciento cincuenta kilómetros a la redonda.

-Nosotros somos artistas e incluso tramoyistas, no ingenieros de alimentos- se defendió el arquitecto.
Hagamos un alto en esta entrevista, para entender mejor.

En Argentina, tramoya -un término de origen italiano porque italianos eran casi todos los tramoyistas- es sinónimo de estafa; en lenguaje coloquial, tramoyista equivale a embaucador. Pero en la jerga actoral, tramoyista es todo individuo que conoce y trabaja sobre la “maquinaria teatral”, la que se usa para subir y bajar reflectores, escenarios, practicables y telones. Los tramoyistas son esos magos que hacen ascender a los actores por el aire, o desaparecerlos tras una nube blanca. Una de sus hazañas fue lograr algo de eso con Luciano Pavarotti, Ana María Giunta y Monserrat Caballé juntos.

La cuestión espinosa del huevo podrido nos obliga a internarnos en el mundo de los aromas.

Cualquier lector que se le atreva a la letra chica de un envase de yogur frutado, gaseosa, remedio infantil, queso untable o amargo serrano, verá la palabra ARO, en mayúsculas y seguida de un número. Esa sigla designa una esencia artificial. Y ARO es apócope de “aroma”, o al menos lo parece.

Se equivoca mucho quien cree que la esencia artificial de frutilla, por ejemplo, es un extracto obtenido de alguna parte de ese arbusto. Será esencia, pero no tiene ningún parentesco con la frutilla, ni siquiera remoto, y sí con el petróleo, el benceno y el alquitrán de hulla.

El aspartame fue en sus tiempos un remedio contra la úlcera que se administraba en casos extremos y con receta archivada. En química se denomina éster metílico de la aspartil-fenilalanina, derivado del letal alcohol metílico, y su denominación “aspartame” es comercial. Es un éster, como todas las esencias artificiales.

Los ésteres son combinaciones de un ácido y un alcohol. Algunos son amigables, como la glucosa, la sacarosa y la fructuosa. Otros, como la mezcla de buseca con vino tinto o el aroma de huevo podrido, son no-amigables.

El doctor José M. Oxidrilo, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y amigo de Tracciatto, opinó que si se combina el éster producido por el blanqueado por cloro, que da ese desagradable olor a huevo descompuesto, con nitrato de etilo, un éster amigable producido por la combinación de etanol y ácido nítrico, el resultado sería un saludable olor a huevo recién puesto.

Para ello sería necesario levantar, opina Oxidrilo, una planta química del lado de Gualeguaychú, con una chimenea que iguale a la de Botnia en altura, a fin de que los vientos dominantes mezclen libremente los ésteres.
“Calcule entre 100 y 200 millones de dólares”, respondió Oxidrilo, cuando le preguntamos su costo.

La fabricación de etanol o alcohol etílico no sería problemática, pero sí la del ácido nítrico, producido a partir de ácido sulfúrico y nitrato de sodio, dos químicos cuya toxicidad supera con creces la eventual contaminación de Botnia.

Los uruguayos aplauden por anticipado: ¡al fin una chimenea del lado entrerriano!
Como se ve, lo que fue al principio un simple emprendimiento finlandés para obtener celulosa barata en un continente barato y un país barato, ya está costando un ojo de la cara.

Pero si se lleva a cabo, la mitad de los argumentos de los asambleístas se convertiría en letra muerta y dará razón a los jueces de La Haya.

En efecto, habría un nuevo atractivo turístico de excelencia, superior a todo lo ofrecido hasta el momento.
-Aunque todas las chicas de las comparsas se implantaran bustos siliconados como Evangelina Carrozzo -opinó Tracciatto- y la emprendieran luego con sus glúteos, nada de eso superaría el efecto visual de mi isla. “Fotografíese en la fontana di Trevi sin necesidad de viajar a Roma, y en versión gigantesca” puede convertirse en el nuevo slogan publicitario de las comparsas.

Algunos vecinos de Gualeguaychú temen que la isla artificial acabe con el turismo de carnaval. Pero el de Tracciatto Grosso no deja de ser un proyecto interesante.

Si fracasa, los entrerrianos no tendrán más remedio que volver a la industria, algo que detestan desde chicos.
Por eso, hay quienes sostienen que la Pepsi les trajo mala suerte.

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