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¿Es buena la noticia del regreso a los mercados de deuda?

Cada regreso a los mercados terminó igual: más deuda, menos país. La historia vuelve a encender las alarmas. Por Julián Denaro

Indudablemente, el recuerdo del presidente De La Rúa festejando a principios del 2001 un nuevo endeudamiento expone a las claras la fragilidad de un gobierno que necesita pedir préstamos cada vez más cuantiosos para sostenerse. Tal es así, que a finales de aquel año, luego de un megaendeudamiento que fuera récord hasta entonces, tuvo lugar un profundo estallido social, económico, financiero y político que condujo a la finalización anticipada del mandato.

Antes de continuar, no debe pasarse por alto que de aquel gobierno formaban parte Sturzenegger y Bullrich. Y lo mismo ocurrió, también participando Sturzenegger y Bullrich, cuando el gobierno de Macri y Caputo contrajo el mayor préstamo de la historia con el FMI en 2018. ¿Qué pasó? Aun a pesar de los préstamos, el gobierno de Macri entró en una crisis financiera indetenible, con significativos daños económicos, políticos y sociales.

La historia parece repetirse, increíblemente. El ministro de Economía en 2025, Luis “Toto” Caputo —el mismo que en 2018— festeja impunemente y desvergonzadamente que Argentina vuelve a los mercados de deuda, como lo titula Ámbito. En este sentido, traer a la memoria las expresiones de Dujovne a principios de 2016 resulta provechoso para analizar el presente y prevenir el futuro, sugiriendo por consiguiente el más conveniente curso de acción.

Al comenzar el gobierno de Macri, en diciembre de 2015, Argentina era un país desendeudado. Tan desendeudado que Dujovne, el primer ministro de Economía del gobierno de Macri, afirmó que no conocía ningún país sobre la Tierra que tuviese tan bajo nivel de endeudamiento en todos los niveles: Estado, empresas y familias. El período 2003-2015, bajo las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, lo había logrado. Redujo la deuda externa en moneda extranjera desde el 160% del PBI al 11% del PBI, dentro de lo cual la economía aumentó su tamaño cuatro veces.

En 2002, el PBI era de 130.000 millones de dólares y la deuda en moneda extranjera ascendía a 220.000 millones de dólares. En 2015, el PBI alcanzó los 600.000 millones de dólares y la deuda externa en moneda extranjera bajó a 70.000 millones de dólares, aunque la deuda pública total fuese de 280.000 millones de dólares, ocupando el 45% del PBI. No es un dato menor que, en 2015, teníamos los salarios y las jubilaciones más altas de Latinoamérica, tanto medidos en dólares como en poder adquisitivo. Tampoco resulta en vano el contraste con 2025, cuando tenemos los salarios y las jubilaciones más bajos de la región.

El punto es que Dujovne hacía aquella mención intentando convencer de que el gobierno anterior tenía una relación estrafalaria con el mundo, por lo cual nadie le prestaba. En sus palabras, “Argentina estaba fuera del mundo”. O bien, estábamos fuera de los mercados financieros, pero son justamente esos mercados los que han perjudicado al país, endeudándolo y succionándole recursos sistemáticamente. ¡Esto es lo que necesita identificarse y resaltarse urgentemente!

Precisamente Caputo, como ministro de Economía del gobierno de Macri, propulsó un megaendeudamiento que enriqueció al sistema financiero, empobreció al país y endeudó a la Nación. De hecho, el regreso a los mercados representó —durante el gobierno de Macri, con Caputo como ministro de Economía— aumentar el endeudamiento externo en moneda extranjera al 45% del PBI y llevar el endeudamiento total al 90%, ya que el PBI se redujo un 25% hasta 450.000 millones de dólares, mientras que la deuda aumentó en moneda extranjera a 200.000 millones de dólares y la total a más de 400.000 millones de dólares, adicionando un aumento del desempleo del 6% al 11% y de la pobreza del 30% al 40%, según los informes de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Entonces, podría anticiparse que el regreso a los mercados de deuda no es una noticia auspiciosa, ya que cada vez que nuestro país recurrió al endeudamiento en los mercados, la situación empeoró para todos los sectores de la sociedad. Asimismo, la contraria también se valida: cada vez que se disminuyó la deuda, coexistieron mejoras en la distribución del ingreso, acompañando etapas de crecimiento y desarrollo con cambios cualitativos en la composición de la matriz productiva y, por consiguiente, en las exportaciones, mejorando los saldos comerciales del país, que en simultáneo apoyan soluciones fiscales.

Luego de la explicación precedente, resulta inadmisible que Caputo y Milei estén festejando que consiguieron préstamos que, por cierto, son para pagar vencimientos de la deuda que generó el mismo Caputo. Parece incomprensible que un elevado porcentaje de la sociedad no reaccione ante esto, permitiéndoles decir que son un buen gobierno, cuando están aplicando el mismo modelo que destruyó y endeudó a la Argentina cuatro veces (dictadura, convertibilidad, Macri y Milei), ocasionando un padecimiento creciente en la mayor parte del pueblo.

La nueva deuda de Caputo, encima, solo alcanza para pagar los vencimientos de la primera porción del año venidero, pero pagando un 6,5% anual de intereses, y debiendo abonar el capital completo en 2029, sin ni siquiera asegurar cubrir la totalidad de los próximos vencimientos, sino solo una parte inicial. Es una vergüenza como sociedad permitir que estos endeudadores seriales sigan sometiendo al conjunto del país a una penuria cada vez mayor.

En principio, los intereses de la deuda se pagan quitando recursos de la inversión social, es decir, áreas esenciales como salud, educación, ciencia, tecnología, desarrollo, seguridad social, obra pública, industria, comercio, transporte, turismo, energía, combustible y minería. Luego, la reducción de la actividad agrava el problema fiscal, porque a menor actividad, menor recaudación del Estado, mientras el pago de intereses engrosa el déficit. Y varias cuestiones más vinculadas al déficit comercial por las características del modelo, pero destáquese que, del dinero del endeudamiento, nada queda para los argentinos y todo se destina a la fuga de los núcleos financieros.

Por eso, para cuidar al país de estos saqueos, Argentina posee una Ley de Sostenibilidad de la Deuda Pública, que establece que todo endeudamiento requiere de una ley especial del Honorable Congreso de la Nación que lo autorice expresamente, luego de haber expuesto todos los efectos sobre cada una de las cuentas de la Balanza de Pagos. Nada de esto ocurrió con los endeudamientos de Caputo, tanto durante el gobierno de Macri–Sturzenegger–Bullrich como durante el gobierno de Milei–Sturzenegger–Bullrich. Por lo tanto, la deuda es inconstitucional, ilegal e ilegítima, susceptible de ser catalogada como nula de nulidad absoluta e insanable. Y no debe olvidarse que, previo a esta ley, el artículo 75, incisos 4 y 7 de la Constitución Nacional, establece que los créditos que tome el Estado deben tener aprobación parlamentaria.

Entonces, la deuda la tendrán que pagar quienes la usaron, y no el pueblo argentino que fue perjudicado. Y deberán pagar culpas por traición a la patria todos los que sometieron a nuestros hermanos argentinos al padecimiento causado por la deuda. Abarca al poder ejecutivo, al poder legislativo, al poder judicial y al poder mediático, que fue un eslabón clave para engañar al pueblo argentino.

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