Eramos tan fachos

Periodista, escritor y Secretario de Inteligencia durante el primer año del gobierno de Carlos Menem, Juan Bautista Yofre es el autor de dos volúmenes que defienden y justifican a la dictadura militar iniciada en 1976.

Hace tan sólo unos días, se celebró en Argentina el Día del Padre. Entre la variedad de regalos que ofertaban las grandes librerías del centro y de los shoppings, uno de los más buscados fueron los títulos de Juan Bautista el Tata Yofre: “Nadie fue” y “Fuimos todos”.

Estos libros tienen la particularidad de relatar años recientes de nuestra historia desde un enfoque diferente del habitual que vienen realizando otros historiadores y con un preocupante mayor éxito de ventas.

¿De qué tratan? A principios de 2006, un tiempito antes de que se cumplan los 30 años del golpe, el Tata con algunos directivos del diario Ámbito financiero habían llegado a la conclusión de que la llegada al poder de Videla y compañía no había salido de la nada, sino que más bien respondía a un pedido general de una población que a gritos “exigía botas” para ponerle coto a la “violencia y al caos generalizado”. Por ello, para aclarar ciertos lugares oscuros de nuestro pasado reciente, lanzaron junto al periódico, los días previos al 24 de Marzo, los fascículos coleccionables que más tarde formarían parte del libro “Nadie fue”. En ellos se explaya, con la libertad de la que sólo gozan estos libertinos, acerca del accionar de la guerrilla, del ERP, Montoneros y demás “revoltosos” en los años que van desde que Perón llega por última vez a la presidencia hasta unos días antes del golpe, lo que él llama “la antesala de 1976”.

En esta particular historia, los malos a “vivas luces” son los revolucionarios y Perón que se los quería sacar de encima, textualmente “exterminándolos”. Los militares, obviamente, sólo cumplieron con lo que a ellos se les había pedido.

Estos suplementos tuvieron tanto éxito que agotaron las ediciones de esos días y le dieron a Yofre la idea de lanzarlos todos juntos como libro. Así, poco tiempo después, respondiendo a la demanda del público, apareció “Nadie fue” editado de manera independiente y con prólogo del recientemente fallecido Bernardo Neustadt. Esta edición se agotó rápidamente y pronto sobrevino la lógica y nefasta segunda parte de tan fabuloso e “inesperado” éxito, “Fuimos todos”. Dedicado a los años del “proceso”, al que llama “cronología de un fracaso”. Y uno, que a estas alturas de la lectura se siente tan facho como para justificar cualquier desmán de parte del Tata, se pregunta ¿por qué fracaso? Y él, nos responde.

Fuimos todos es también un tiempo de guerra. De una guerra civil interna de baja intensidad, pero guerra civil al fin. De una guerra que nació mucho antes y en el exterior. (…) Esta guerra, como lo observará el lector, tiñó todo el proceso, especialmente en sus tres primeros años. Cuando las organizaciones terroristas fueron derrotadas con el respaldo activo o tácito de la sociedad, comenzó otra pelea que ya se vislumbraba en los principios del gobierno militar: la pugna por el poder que afectó todo, absolutamente todo(…).

El gran error de los militares, para el autor, es que se hayan peleado entre ellos, que uno se quería quedar en el sillón de Rivadavia, que otro se birlaba una cancillería, que por allá otro se “olvidaba” de un vuelto, cositas del estilo, que al parecer a Yofre no le gustaban y por eso, en el ‘79, cuando el trabajo de “en serio” ya estaba hecho, se fue del país, tranquilito aunque decepcionado.

Este segundo libro también fue un éxito, por eso —para no quedarse afuera de la tanga— una vez agotadas las nada despreciables ediciones de autor, las re-lanzó la multinacional Sudamericana, con un mejor packaging, más data, algunas fotos (donde se ven a un cordialísimo Videla sonriendo junto a Menotti, Monzón y los Chalchaleros) y obviamente, una mucho mejor distribución.

Ambos libros, cuentan con apéndices documentales, citas y notas al por mayor que en la mayoría de los casos no se justifican más allá del siempre sujetivo “diálogo mantenido con…”, sin mayor soporte.

También abundan los números, cifras e índices de todo tipo, que aprueban y desaprueban aciertos y fracasos del “proceso”. La única cifra que no aparece, se ve que se le olvidó, o no la consideró para nada, es una: 30.000.

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