Entiende, no es sólo la educación

Los estudiantes llevan movilizados cerca de tres meses y no se avizoran soluciones a la brevedad que puedan frenar las demandas universitarias. Aún cuando el estudiantado ha sido enfático en que no depondrá sus acciones, lo interesante de este despertar de la sociedad chilena redunda en que este movimiento dejó de ser algo simplemente estudiantil y con toda propiedad se puede hablar de un movimiento ciudadano, ya que gran parte de la población se siente reflejada en su petitorio y se ha plegado fuertemente.

Empero esto se correlaciona con un elemento importante y que tiene que ver con que hoy la institucionalidad en su conjunto está en entredicho y se está insistiendo desde amplios sectores de la sociedad, que el sistema binominal debe ser cambiado profundamente para que los espacios políticos sean representativos y que no se desarrollen sólo simples ajustes. Se requiere con urgencia una reforma tributaria que permita otorgar gratuidad universitaria como se merece Chile, una mayor presencia del Estado en la protección de los individuos y lo más urgente, cambio a la Constitución heredada de la dictadura. Es decir, el tránsito hacia un nuevo pacto social y político.

Lamentablemente la dirigencia política, tanto de la alianza como de la concertación, tienen temor absoluto a las transformaciones estructurales que se puedan aplicar, hasta el punto de que algunos destacados ex ministros y dirigentes emblemáticos cuestionan inmediatamente la opción de plebiscitar el lucro en la educación. Tal vez, sus intereses personales son mayores que los colectivos y eso frena su apoyo político.

Que el lucro en la educación haya sido nuevamente levantado desde el mundo secundario y universitario no es un dato menor, pues canalizó una situación que más temprano que tarde estallaría: el predominio de la banca en la vida de todos los chilenos es agobiante. Una sociedad consumista como la nuestra pronto se vería atrapada ante un sistema económico impuesto de golpe, que fue profundizado por la concertación y que no logró darle respiro a la clase media. La mayoría de los beneficios estatales fueron vehiculizados hacia los sectores más vulnerables y dejando en total orfandad a este enorme segmento de la sociedad. Eso incomoda a la derecha, y por eso desde ese sector se han escuchado tibios argumentos al respecto que promueven introducir modificaciones para su “corrección” y así impedir un levantamiento mayor de la sociedad total, casi al estilo de una revolución de las clases medias.

La pesada carga económica que trae a cuesta la clase media es brutal, a tal punto que –por ejemplo- el 40% del gasto en educación sale directamente desde el bolsillo de las familias y el Estado se transforma en un mero espectador. Por eso el discurso de no más lucro en la educación tiene tanto eco en la ciudadanía, y el cual ha sido posible extenderlo rápidamente entre las capas medias, por ser un relato cercano, representativo y muy propio. Hoy, Chile, ya no es el mismo.

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