Enrique Oliva: ¿Cumbre del G-8… o de padrinos petroleros?

Por Enrique Oliva

Un acuerdo de Yalta de los petroleros.

La primer quincena de junio del 2004, ha sido rica en acontecimientos de trascendental importancia en materia de política internacional, de alto rédito temporario para Estados Unidos y dramáticas perspectivas para los países árabes petroleros.

La atención se ha centrado en lo sucedido en la misteriosa Sea Island, exclusivísimo refugio privado de multimillonarios, que no es precisamente una isla sino una especie de península separada del continente por pantanos y con una única carretera de acceso; fácil de controlarse para permitir discusiones tranquilas del G8, los siete países industrializados más ricos y Rusia.

Acorazados los alrededores terrestres y marítimos con poderosas fuerzas armadas, las habituales manifestaciones de los antiglobalistas se han hecho imposibles sobre el lugar, aunque han menudeado múltiples demostraciones de rechazo en capitales occidentales.

De esa cumbre han salido todos contentos y George Bush, por el momento, eufórico. Hablando con crudeza realista, lo sucedido en ese encuentro ha sido un verdadero Yalta Petrolero. Es decir, se ha concretado la baja y repartija del indispensable petróleo para los países industrializados europeos y Japón. Pero, todo bajo control riguroso y dependencia de Estados Unidos. Ahora, sería interesante saber a cambio de qué entra en el arreglo Rusia, cuando esa enorme confederación no tiene problemas de combustibles, pues es exportadora.

Gratis no lo hará. ¿Cuál será el trato acordado con Alemania, para mantenerse como la mayor economía del viejo mundo? ¡Ah! El petróleo se repartió sin la presencia ni consulta con los principales productores: los árabes.

Previo a ese evento, el dócil Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad el plan yanqui sobre el futuro inmediato de Iraq, disponiendo la falsa devolución de la soberanía a ese país, pero bajo el control de una fuerza multinacional (de paz y reconstrucción) liderada por Estados Unidos.

Para acceder al petróleo y los negocios, Europa se implicará en el mantenimiento del orden, es decir, mandará soldados para ser cazados por guerrilleros que atentan sangrienta y cotidianamente contra todo lo occidental.

Para justificar lo injustificable y reforzar la campaña de Bush para su reelección, su amigo George Tenet, jefe de la CIA, renunció haciéndose responsable de haber informado mal al presidente para su decisión de invadir Iraq.

Por su parte, el poderoso The New York Times, repite su mea culpa por no haber sido lo suficientemente riguroso al informar sobre las razones para alentar la agresión militar.

Por ahora, no hay paz, orden ni reconstrucción dentro o fuera del área petrolera. Ya en 1961 el arsenal atómico yanqui podía destruir al planeta dos veces.

Hoy las armas convencionales más sofisticadas de la creciente producción industrial militar, con más del 40 % del total mundial en manos de Bush, no han encontrado ningún recurso, ni siquiera por horrorosas torturas, para eliminar a los suicidas.

Días atrás Irán, país que ha vuelto a ser gobernado por fanáticos religiosos chiitas y enemigo histórico de Saddam Hussein, ha hecho desfilar en Teheran a 2.000 hombres y mujeres dispuestos a partir a Iraq para inmolarse como mártires contra los ocupantes occidentales.

En Afganistán, donde seguiría Osama Bin Laden en actividad (¿pero en verdad, existe?) se suspenden las elecciones de setiembre próximo, sin dar plazo tentativo, aunque los atentados no se suspenden.

Sin embargo en Iraq, donde la violencia sigue en aumento, se confirma el traspaso del poder, sin elecciones, a un gobierno títere, para este fin de junio. Y ya está dispuesto que será primer ministro el millonario chiita Iyad Allawi, conocido colaborador de la CIA que fue miembro del Partido Baath (el de Sadam), como lo publica el sábado La Nación.

Pero el verdadero poder político lo mantendrá el administrador civil designado por Bush, Paul Bremer, a quien en la ONU se ha calificado de “dictador de Iraq”. Allí, tropas amigas cuidarán los pozos petroleros y los largos oleoductos, con la colaboración de millares de mercenarios especialistas en trabajos sucios.

Más allá del impacto de indignación mundial por la multitud de fotografías y videos sobre puercos tormentos a prisioneros árabes, sin que se conozcan aun demasiados detalles de la impenetrable cárcel de jaulas de Guantánamo, se hace público otro escándalo.

Lo denuncia en tapa el Financial Times de Londres el miércoles 8 (ver Urgente 24) asegurando que el propio Congreso norteamericano había estudiado cómo realizar las torturas de modo legal, en la lucha contra el terrorismo, de acuerdo a la Ley Patriota. ¡Qué desvergüenza!

Ayer y hoy fuimos informados de diversos actos sangrientos de proporciones en Medio Oriente y la Península Arábica. Como lo venimos previniendo desde antes de la loca agresión a Iraq, Estados Unidos se lanzó a patear hormigueros extremadamente difíciles de superar, como son los religiosos y étnicos, cuyas consecuencias ya están en camino de vietnamización. Por su parte, Al-Qaeda declara: –

Nos reservamos el derecho de tratar a nuestros prisioneros igual que los norteamericanos tratan a nuestros hermanos en Abu Ghraib y en Guantánamo.

En las elecciones parlamentarias de la Unión Europea, se pudo apreciar el voto castigo popular a los políticos de Italia, Francia, Alemania e Inglaterra y el triunfo de Zapatero, quien retiró sus tropas de Iraq.

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