Enamorados del Pe-Te

Como yapa del informe especial sobre el liderazgo regional brasileño, Revista ZOOM rescata la reflexión del Escriba en el blog colectivo Artepolítica, publicada el pasado 5 de setiembre.

En las últimas semanas hemos visto a varios liberales locales expresar su amor por Brasil. Por su país, por su Estado, por su partido de gobierno (el Partido de los Trabajadores), por su Presidente, su política económica, por su grandeza, por su proyecto.

Ahí la vi por tele a Beatriz Sarlo, charlando con Joaquín Morales Solá. Beatriz señalaba que a Lula se lo ve “portador de un proyecto”, que va más allá de un partido. Que allá hay acuerdos básicos. Y que Brasil puede no avanzar por un tiempo, pero que nunca retrocede. Reconoció, claro, que tiene la distribución del ingreso más desigual del mundo.

Los neo-cultores de Lula son varios, pero acá, por ejemplo, puede ver una carrada de argumentos a favor del “modelo brasileño”. También el New York Times se ocupó del tema. Incluso en este blog se ven argumentos a favor de las elites brasileñas. Cuando escucho esto se me ocurren varias preguntas:

– ¿Qué dirían estos mismos sectores si un gobierno argentino anunciara -no se preocupen, ninguno lo ha hecho del 83 para acá- “mi opción estratégica es, de ahora en más, impulsar un Estado como el brasileño: enorme, con gerentes bien pagos, tecnificado”.

– Peor: qué hubieran dicho si durante los más o menos trágicos 80 y 90 ningún gobierno hubiera querido desmantelar el Estado como actor estratégico y central en lo económico.

– Además, ¿qué dirían esos mismos sectores si pasado mañana a un gobierno argentino se le ocurriera generar un enorme BNDES para financiar a cuanto sector productivo se le cante? Incluso claro, a muchos que no sobrevivirían sin ese financiamiento, es decir, que no “deberían existir” sin el nocivo paraguas del intervencionismo estatal. Es decir -horror- empresas “ineficientes”.

– ¿Qué dirían esos mismos sectores si a un partido se le ocurriera llegar al gobierno reuniendo a casi todas las organizaciones de los sectores populares y pusiera de candidato a un sindicalista?

– ¿Qué pasaría si tuvieran que trajinar día a día en la prensa los constantes casos de corrupción que se destapan en el oficialismo petista?

– ¿Cómo reaccionarían esos mismos sectores si supieran, como una vez explicó el profesor Fernando Henrique Cardoso cuando habitaba en el Planalto, que para sacar una ley por el congreso brasileño hay que ir y “negociar” -perdón por el eufemismo, pero vayan eligiendo el tamaño de las maletas- uno por uno con los legisladores?

– ¿Y cómo se manejarían para explicar las brutas “alianzas” que hay que sostener en Brasil con elites regionales impresentables de diverso cuño para mantener el poder?

– Y reíte de Janeiro de las zonas-marrones-de-O’Donnell en el vecino país. Acá se escandalizan por el affaire de la efedrina y allá tenés que sacar el Ejército a la calle cada tanto, sólo para recordarle a narcos que hay quien compró algunas bazookas más grandes que las de ellos.

Por mi parte, les recomiendo muchachos: enuncien lo que quieren, en vez de inventarse un “mundo ideal” que no existe para vituperar a lo que hay acá. Critiquen lo que no les gusta y digan el país en el que les agradaría vivir. Pero no hagan neotomismo de derecha para criticar por izquierda, háganme la caridad.

El artículo original, aquí.

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