En busca de un lugar en el mapa: inserciones y deserciones en una región convulsionada

Por Guillermo Waksman, gentileza Semanario Brecha, especial para Causa Popular.- Por momentos parece que en el juego de los alineamientos regionales se estuviera a punto de barajar y dar de nuevo. Los movimientos oscilantes de Hugo Chávez contribuyen a dar esa impresión. Pero es evidente que el presidente de Venezuela no es el único que “farolea” y que por ahora el MERCOSUR y la Comunidad Andina de Naciones, si bien no gozan de muy buena salud, están lejos de haber sido desahuciados.

El miércoles 26, desde México, el presidente Tabaré Vázquez, al término de su encuentro con su colega Vicente Fox, reiteró que si bien el MERCOSUR sigue siendo “una prioridad estratégica” para Uruguay, el acuerdo regional está pasando “por uno de los peores momentos de su historia” y que “este MERCOSUR no nos sirve”.

El mismo día y casi a la misma hora, en Montevideo, el ex presidente Julio María Sanguinetti dijo en adm: “Este es un momento en el que la crisis ofrece la oportunidad: o aquí se sincera la situación y salimos con un MERCOSUR en serio, o esto no da para más”.

No es fácil encontrar un mayor punto de coincidencia, en los últimos tiempos, entre ambos líderes. En la misma dirección, aunque con una definición más categórica, cuatro organizaciones empresariales -la Asociación Rural, la Cámara de Industrias, la Cámara Mercantil de Productos del País y la Cámara Nacional de Comercio y Servicios- pidieron, también el miércoles 26, que el gobierno tome las medidas necesarias “para habilitar a Uruguay a negociar acuerdos de libre comercio con países de extrazona, en particular con Estados Unidos”.

Sostuvieron que de ese modo mejorará “la cohesión entre los socios del MERCOSUR” al tener en cuenta “los intereses” de uno de los miembros “pequeños que no ha logrado captar las inversiones esperadas” debido a la “inseguridad jurídica por la que transita el bloque”.

En opinión de los empresarios el MERCOSUR ha fracasado, cuestionan su inoperancia ante la actitud argentina en el diferendo por las plantas de celulosa y plantean la conveniencia de seguir el camino chileno en materia de comercio exterior. Asimismo declaran sus reservas a un eventual ingreso de Venezuela como miembro pleno, por entender que Chávez tiene objetivos políticos y no económicos.

– LULA. El escepticismo del gobierno uruguayo no surgió a partir del enfrentamiento con Argentina por las plantas de celulosa, pero dos hechos vinculados con el conflicto hicieron que se llegara a la situación más crítica en los 15 años de vida del acuerdo regional. Uno es la actitud de Kirchner de aprovechar su condición de presidente pro témpore para no convocar al Consejo para tratar la denuncia de Uruguay sobre la violación por parte de Argentina del artículo primero del Tratado de Asunción por impedir el libre tránsito de personas, bienes y mercaderías entre los países miembros.

El otro es que las relaciones entre los dos grandes del MERCOSUR nunca pasaron por mejor momento y, simétricamente, el desconocimiento de los intereses de los dos más pequeños por parte de ambos nunca fue mayor.

En este sentido, el comportamiento de Brasil fue desconcertante. Si bien desde el principio estaba claro que no le convendría intervenir en el diferendo para no malquistarse con uno de sus vecinos, su posición habría tenido idas y vueltas. La definitiva recién se conoció el martes 26, en San Pablo, después de la cena que mantuvieron los presidentes Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva. Marco Aurelio García, mano derecha de este último, presente en la conversación, dijo esa noche que “la posición de Brasil es que ese conflicto puede y debe resolverse en el ámbito bilateral (…) y que los dos países tienen condiciones de resolverlo por sí solos”.

Brasil no sólo quería evitar la intervención del MERCOSUR, sino también la de la Corte Internacional de Justicia. Esta última -sobre el fondo de la cuestión- se resolvería dentro de ocho o diez años y no le quita el sueño a Vázquez; en cambio, un pronunciamiento del MERCOSUR exclusivamente sobre los bloqueos de los puentes, podría darle una victoria a Uruguay en pocos meses.

Según el diario argentino Clarín, Lula llegó a pedirle a Kirchner que no plantease la demanda ante la Corte de La Haya, pero el presidente argentino le respondió que en defensa del derecho de su país no podía dejar de hacerlo. Fracasó así la intención de Itamaraty de mantener el equilibrio entre los dos gobiernos en pugna.

Las cancillerías de Argentina y Uruguay habían mantenido una discusión, en términos inusualmente duros para el lenguaje diplomático, sobre cuál era la posición de Brasil. El viernes 21 en un comunicado del Palacio Santos se afirmaba que durante una reunión mantenida la víspera por el Grupo Mercado Común del MERCOSUR, en Buenos Aires, “las delegaciones de Brasil y Paraguay apoyaron el pedido de Uruguay de convocar a una reunión extraordinaria del Consejo del Mercado Común (para considerar los impedimentos a la libre circulación entre Argentina y Uruguay)”.

El lunes 24, también mediante un comunicado, la cancillería argentina aseguró que “de la reunión realizada no se desprende el respaldo atribuido a Brasil y Paraguay en apoyo de la solicitud uruguaya de convocar una reunión extraordinaria para tratar supuestos impedimentos a la libre circulación”. La réplica uruguaya no se hizo esperar: ese mismo día la Presidencia de la República difundió un nuevo comunicado en el cual se sostuvo que “ante los desmentidos de la cancillería argentina, el gobierno uruguayo ratifica que Brasil y Paraguay apoyan el pedido de nuestro país de convocar a una reunión extraordinaria para considerar los impedimentos a la libre circulación entre Argentina y Uruguay”, y adjuntó el contenido del acta de la reunión del jueves 20, en la cual se deja constancia de que “Paraguay expresó su apoyo a la realización de la reunión extraordinaria del Consejo del Mercado Común (y) el gobierno brasileño evalúa positivamente la solicitud uruguaya”.

Si bien la propia redacción del acta revela actitudes diferentes por parte de ambos países, con respecto a Brasil puede haber dos interpretaciones: o bien la expresión “evaluar positivamente” es un eufemismo más de los que suelen emplearse en la jerga diplomática -cuyo alcance fue exagerado por las autoridades uruguayas-, o bien la evaluación de Brasil pasó de positiva a negativa en cinco días. Esto último no sería de extrañar cuando las relaciones con Argentina pasan por el mejor momento de las últimas décadas.

– CHÁVEZ. Con Venezuela habría ocurrido un giro parecido. El presidente Chávez asistió el miércoles 19 a la cumbre de Asunción, junto a sus colegas de Paraguay, Bolivia y Uruguay. Allí anunció que su país financiaría un gasoducto que abastecería a “los chicos” del MERCOSUR, un proyecto distinto del que aportaría gas venezolano a la Argentina y que -según aclaró Vázquez- no debería pasar, por las dudas, por territorio argentino.

Al día siguiente, en Brasil, Chávez extendió la partida de defunción de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), que integran Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Fundó su decisión, que dio por irreversible, en la actitud de algunos de sus socios de suscribir tratados de libre comercio (TLC) con Estados Unidos (Perú y Colombia ya lo hicieron y Ecuador está por hacerlo). Pero hay además otra razón: para que Venezuela integre el MERCOSUR como miembro pleno y no como mero Estado asociado, se requiere no pertenecer a otro bloque regional. Como lo señaló Chávez con su proverbial elocuencia, “es como la bigamia: si tú estás casado y te enamoraste de otra mujer, bueno, no puedes pretender casarte dos veces; tienes que divorciarte o separarte, al menos”.

En todo caso, el jueves 20 el presidente venezolano, de paso por Brasil, dijo: “La CAN está muerta: la han matado los TLC. Venezuela va a denunciar la CAN. Vamos a salir de ahí, pues. Eso no sirve. Está muerto”. Cuatro días después, el lunes 24, Chávez dijo que Venezuela podría reconsiderar su anunciado alejamiento de la CAN, pero supeditó esa resolución a la improbable hipótesis de que ninguno de sus socios estuviera ligado por un TLC con Estados Unidos, y explicó que el cambio de actitud se debía a un pedido de su amigo Evo Morales.

El miércoles 26 el presidente de Venezuela volvió a Brasil, y participó del segundo día de reuniones de sus colegas Kirchner y Lula, quienes le habrían sugerido su malestar por la creciente presencia de Chávez en los asuntos del sur de la región y, en particular, por su asistencia a la reunión de Asunción. En todo caso, del encuentro de San Pablo quedó claro que habría un solo gasoducto, el cual al principio uniría a Venezuela con Brasil y Argentina, y que después incluiría a todo el resto de la región (véase página 5).

De hecho, quedaba por el camino el gasoducto de Bolivia-Paraguay-Uruguay, financiado por Venezuela, del que se había hablado en Asunción una semana atrás. Pero antes de regresar a Caracas, Chávez consideró oportuno señalar además su coincidencia con la posición brasileña en torno al conflicto entre Argentina y Uruguay: se trata de un problema bilateral, que debería ser resuelto por ambos países. Parecería que Venezuela, antes de ingresar al MERCOSUR, estuviera acatando una de sus reglas de oro, aunque no escritas: los grandes con los grandes y los chicos con los chicos.

– VÁZQUEZ. La normativa del MERCOSUR impide a los estados miembros celebrar acuerdos comerciales con terceros países, salvo autorización expresa de todos sus socios. Uruguay la gestionó y la obtuvo para firmar su TLC con México, que rige desde 2004. Poco tiempo atrás, Kirchner -tras reunirse con Lula en Brasilia- anunció públicamente, con un tono condescendiente y paternalista, que Brasil y Argentina le permitirían a Uruguay celebrar un TLC con Estados Unidos, pero el trámite formal ni siquiera se ha iniciado.

Aunque el ministro Danilo Astori en esta materia está aparentemente en la misma línea de pensamiento que las cámaras empresariales e insiste en que un tratado de esa clase sería muy conveniente para fortalecer los vínculos comerciales con Estados Unidos, el presidente Vázquez ha dicho que el asunto -muy controvertido en el Frente Amplio- no está en la agenda del gobierno, por lo menos por este año. Todo indica que lo decisivo es que Uruguay no está por ahora en la agenda de tratados de esta índole de Washington.

Por lo pronto, Vázquez, que hace poco más de un mes, en Caracas, sentado junto a Chávez, había descartado de plano la posibilidad de suscribir un TLC con Estados Unidos, ahora en México, junto a Vicente Fox, marca su distancia con el ALCA por las políticas proteccionistas que aplican las grandes potencias, pero deja entreabierta la puerta, “si estas condiciones cambian”. Y más allá de reafirmar el MERCOSUR como objetivo estratégico, plantea una alternativa en la misma orientación del ALCA: “La fuerza política que está en el gobierno no tendrá ningún tipo de inconveniente en trabajar sobre la base de un TLC como lo hemos hecho con nuestros hermanos mexicanos, y estamos trabajando en esa dirección”.

Y agrega: “Estamos trabajando en todos los ámbitos internacionales que podamos, en la omc, en nuestros encuentros bilaterales con los gobiernos, porque el hecho de defender el proceso de integración regional del MERCOSUR no quiere decir que renunciemos a acuerdos bilaterales con otros países”.

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