“El 27 de octubre, peleamos el último round” Mauricio Macri.
A 6 semanas de las elecciones nacionales el panorama político está en un continuo torbellino, originada por el resultado anticipado por la tendencia que hubo en las elecciones primarias del 11 de agosto y una brutal crisis económica que está poniendo en cuestionamiento a todo el sistema democrático.
Todos los sectores dan por cerrada la etapa neoliberal y esperan el próximo 27 de octubre como un mero ejercicio electoral que ponga en blanco sobre negro la realidad política imperante. Las formulas del Frente para Todos se impondrán con holgura en el ámbito nacional, pero también en las provincias y municipios en juego.
Esta situación ha jaqueado al gobierno macrista, que creía en sus posibilidades de cara a una segunda vuelta. El cachetazo que la sociedad argentina le dio fue tan contundente que aún no ha podido ponerse en pie.
El macrismo, preso de su propio relato, no pudo entender el pulso social ni las urgentes demandas de la sociedad.
La crisis económica, expresada en una muy alta inflación, una brutal recesión, un cierre de establecimientos industriales y comerciales y una crisis externa muy compleja, que encima jaqueara el próximo gobierno, un empobrecimiento de la población, con sectores casi en la marginalidad y la emergencia alimentaria.
Esta crisis económica ya se estaba larvando desde la asunción en diciembre de 2015. El macrismo “inventó” una “crisis heredada” para justificar sus políticas de ajuste, apertura de la economía y la piedra basal de su programa de gobierno, el endeudamiento externo. Tuvo su primer gran fracaso en 2018 que lo obligó solicitar el apoyo del FMI, con un fuerte aumento de la deuda, esta vez aportada por el organismo internacional y un programa de económico – financiero de ajuste “clásico”. El gobierno cedió el poco poder que le iba quedando y se subordinó a los dictados de los técnicos del FMI.
El nuevo programa aceleró y agudizó la crisis. La inflación tomo un ritmo de vértigo pero sobre todo se aumentó la deuda externa y su correlato la fuga constante de divisas, con una perdida preocupante de reservas.
Estaba todo “armado con alambre”, los mercados tenían claro que todo se desmoronaba luego del 27 de octubre. Las Paso aceleraron los tiempos. El resultado mostró el amplio rechazo social y la poca viabilidad política del modelo que se quería imponer.
Contra las cuerdas
“El 27 de octubre, peleamos el último round”, esta es la frase con la que concluye un spot publicitario del gobierno, que buscaba dar un mensaje de esperanza hacia sus votantes.
Abandonado por el círculo rojo del poder, que fue su principal sustento político, rotos los mecanismos de blindaje mediático que tanto hicieron para sostener toda la falacia del relato M, en una diáspora de dirigentes y aliados, que buscan desesperadamente no hundirse con el barco.
Como en aquella vieja canción infantil, en la alianza gobernante “cada cual atiende su juego”.
El ejemplo más notorio es Vidal en la provincia, de ser la “niña bonita”, la perla del Pro, la “leona”, que irradiaba “magia”, en el relato M, pasó a ser un candidato cacheteado, con un resultado de derrota inminente. Ahora solo busca salvarse y para ello se distancia de la figura de Macri y quedar medianamente en pie como jefa de una virtual oposición. Algo que a estos días parece demasiado optimista. Lo mismo están haciendo los intendentes del Pro, muchos de ellos de origen radical, que buscan localizar las elecciones, “cortando su boleta” y repartiéndola con las del Frente de Todos. Está por verse el resultado de esa estrategia en lo local, pero es claro que le restan votos al candidato en las elecciones del 27. Todo hace prever que el resultado será todavía más contundente en apoyo a Fernández y a Axel Kiciliof.
En este escenario la discusión pasa por si el Pro puede sostener algunos municipios de la provincia de Buenos Aires, y el número que consigan de diputados y legisladores y concejales. En disputa, todavía con resultado incierto, las elecciones en Mendoza el próximo 29 de septiembre y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Muy poco para un proyecto que pretendía cambiar la matriz ideológica, cultural, política e institucional del país.
En caída libre
La crisis política y de poder que sufre el gobierno solo hace agudizar la crisis económica.
La inviabilidad del programa económico, las contradicciones de política internas, la impericia, la mala praxis y sobre todo una lógica predatoria, rayana en el delito, por parte de la mayoría del elenco gobernante llevaron a esta crisis, pero además condujeron al “default” de una deuda en pesos tomada por este mismo gobierno. Algo pocas veces visto en la historia económica. Más grave aún nos llevaron al peligro de default con los acreedores externos, que pende como una espada de Damocles sobre toda la población.
Estamos en una transición política, pero en una situación económica muy compleja y de difícil pronostico.
No solo no se puede pagar la deuda con los privados sino tampoco la contraída con el FMI. Y a ello hay que sumarle la imposibilidad de pago inminente de la llamada deuda corta, la deuda del Banco Central en Letes (dólares) y Lecaps (pesos). Esta bola de nieve generada por las altas tasas y las políticas de especulación financiera que ha llevado adelante el gobierno, se vuelve impagable por su volumen pero también por el déficit cuasi fiscal que producen. ¿Un plan “Bonex” a la vista? No hay que descartarlo.
Y para completar el cuadro a una corrida cambiaria le puede suceder una corrida bancaria. Nadie o muy pocos hablan en público pero la situación es de tal inestabilidad, que nada puede ser descartado.
La única salida que tiene este gobierno es ir cerrando cada vez más el cepo cambiario, patear la deuda para adelante, “re perfilándola”, negociando con el fondo y rezando que el FMI desembolse los 5700 millones comprometidos. Algo muy dudoso en estos días.
El macrismo está hoy como esos boxeadores que llegan “groguis” al final, buscando protegerse de los golpes, sin atinar a ninguna reacción, solo mirar el reloj y esperar que suene el gong del último round, que lo salve del nocaut.
Seguramente la alianza Cambiemos estalle por los aires después del 27 de octubre, la UCR seguirá su camino hacia la extinción, los restos del Pro se refugiaran en la CABA, si finalmente Rodríguez Larreta consigue su reelección, Macri y muchos de sus funcionarios pasaran largas jornadas recorriendo los juzgados federales, etc. Sin embargo los sectores y los intereses políticos y económicos que representan siguen vigentes, agazapados, pero con alto poder de fuego, esperando su oportunidad para volver a dar un zarpazo.
Como decíamos anteriormente el gobierno del Frente de Todos recibirá un campo minado: inflación, recesión, default, devaluación y pobreza.
Estará condicionado por una situación internacional compleja y turbulenta, los bonistas, el FMI, los grupos concentrados de la economía, por un lado y por el otro por las demandas básicas de los sectores populares.
Un escenario muy difícil, que requerirá mucha política y mucha organización popular para sobrellevarlo.