Al Kassar, el último padrino, no cayó en desgracia por sus múltiples crímenes -de los que la CIA fue cómplice y encubridora-, sino por su fidelidad a viejos amigos que hoy son enemigos de los Estados Unidos. Concretamente: por abastecer de armamento a los «barones de la guerra» somalíes y, sobre todo, a la resistencia «sunita» organizada por familiares de Sadam Hussein y oficiales del disuelto ejército nacional iraquí.
La Agencia Federal de Drogas (DEA) de los Estados Unidos consiguió atrapar en España al ciudadano sirio Monzer (pronúnciese «munser») Al Kassar, acaso el mayor empresario mundial, a título individual, del mercado de armamentos, ampliamente dominado por las corporaciones y los estados de las principales potencias, integrantes del G-8. Lo acusa de ser el jefe de una amplia red internacional que en el pasado proveyó de pertrechos a grupos armados de Nicaragua, Brasil, Bosnia, Irak e Irán, para lo que abrió cuentas bancarias y empresas, entre otros países, en Inglaterra, España, Siria, Irak. Chocolate por la noticia.
Que la DEA, contando con la colaboración de la justicia y la policía españolas haya atrapado a Al Kassar apenas una semana después de que Condoleezza Rice, la secretaria de Estado norteamericana, estuviera en Madrid, parece indicar que el asunto fue tratado en las más altas instancias, y que presidente George W. Bush ha decidido aplicarle al sirio el mismo tratamiento que su padre le aplicó en 1989 al hombre fuerte de Panamá, el general Manuel Noriega.
En 1976, cuando fue director de la CIA, George Bush padre aprobó el reclutamiento de Noriega como informante. Noriega era miembro del círculo de estrechos allegados al hombre fuerte de Panamá, el general Omar Torrijos, quien desde 1968 lideraba una pacífica revolución democrática y que al parecer estaba al tanto de aquella situación. Torrijos fue asesinado por orden de la CIA a fines de julio de 1981 (1) y hubo familiares suyos que acusaron a Noriega de haber formado parte de un complot. Dos años más tarde, concluidas las luchas por la sucesión, el lugar que la desaparición de Torrijos había dejado vacante había sido ocupado por Noriega.
Bush y sus amigos de la CIA pretendían que Noriega (con el que tenían negocios comunes en materia de tráfico de cocaína y de lavado de dinero) se les subordinase sin cortapisas, pero Noriega se obstinó en mantener relaciones soberanas con países enfrentados con los Estados Unidos, y particularmente con Cuba.
En noviembre de 1987 se celebró en Mar del Plata la XVII Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA) que reunió a la US Army con todos los ejércitos hispanoamericanos excepto Cuba, permanente excluída desde su expulsión de la OEA, hace ya 45 años
Enmarcados en una Guerra Fría que estaba poniéndose al rojo vivo sin que nadie adivinara su pronto final, los documentos secretos elaborados en ese conclave se referían a la coordinación de acciones muy hostiles y agresivas contra Cuba y los movimientos obreros y campesinos del continente. Noriega, que participó personalmente en la reunión, le «filtró» esos documentos a Cuba. Poco después, se hicieron públicos en Argentina.
Dos años después, Bush padre, ya presidente, ordenó invadir Panamá a sangre y fuego so pretexto de apresar a Noriega, y lo llevó enjaulado a Miami, donde se lo condenó a 40 años de prisión por traficar drogas y lavar dinero, las actividades en las que estaba asociado con la CIA (uno de especialistas de la CIA, un cubano-panameño que utilizaba documentos como Ramón Puentes Patiño, se establecería en Argentina, donde luego de lograr acceso al círculo íntimo del presidente Carlos Menem, sentaría las bases para lo que a comienzos de los ’90 iba a conocerse como «Narcogate» o «Yomagate»). A pesar de la manifiesta ilegalidad de su captura, Noriega jamás dijo esta boca es mía. Y no se espera que lo haga luego de que ser liberado en septiembre próximo. Al parecer, le han advertido que comprometería su salud.
Vidas paralelas
Las analogías entre ambos casos son muchas, aunque en lo que respecta a Al Kassar, Estados Unidos no ha se ha visto obligado a invadir España, donde mantiene varias bases militares. Entregarlo no debe haber sido un bocado fácil de digerir tanto para la monarquía como para el establishment político español, a quien Al Kassar ha servido siempre con diligencia. Está por verse si realmente se lo extraditará, puesto que se lo ha inducido a cometer un delito, y ni siquiera está claro que éste haya sido consumado.
Para explicar su evidente pavor a polemizar con Al Kassar, Carlos Menem enfatizó que era un protegido de la CIA. Y, tal como explique detalladamente en mi reciente libro “Narcos, banqueros & criminales. Armas, drogas y política a partir del Irangate (Editorial Punto de Encuentro, 2006) al menos en esa ocasión no faltó a la verdad. La CIA protegió las trapisondas de Al Kassar durante largos años. Pero, como a Noriega, terminó tendiéndole una celada. La ejecutaron mercenarios al servicio de la DEA que se hicieron pasar por representantes de las FARC colombianas y le encargaron 8.000 metralletas y 120 lanzacohetes SAM-7 tierra-aire con sus respectivas municiones y una cantidad no precisada de C-4 (un conocido explosivo militar, también conocido como exógeno, con el que, por ejemplo, se voló la embajada de Israel) a cambio de una suma, dicen, de alrededor de seis millones de euros.
Al Kassar pisó el palito al diseñar, organizar e incluso recibir algunos pagos de las armas en Rumania, donde habrían sido fabricadas y donde fueron detenidos su secretario chileno, Luis Felipe Moreno, y otro colaborador, palestino) y (al parecer) al disponer su embarque hacia Colombia en un barco griego, amparado del despacho, dicen sus acusadores, en un certificado de destino final a Nicaragua, al parecer, falso. (2)
También al parecer, los falsos compradores grabaron las tratativas. El caso es que dicen poder demostrar que Al Kassar sabía tanto que el dinero con el que se le iba a pagar provenía del tráfico de cocaína, como que los lanzacohetes se utilizarían para derribar helicópteros de la US Army que colaboran con el Ejército colombiano en las operaciones contra las FARC. Una prueba, por cierto, para nada imposible de fabricar, sobre delitos potenciales, que nunca llegaron a cometerse.
Drogas enlatadas
A los diarios españoles no les fue posible ignorar la detención de Al Kassar, pero procuraron minimizarla todo lo que les fue posible. El País llegó a mencionarlo como «un sirio», como si en su redacción nadie supiera bien quien es. Ayudó mucho en estas maniobras la sospechosa detención simultánea del vocero oficioso de ETA, Arnaldo Otegui, detención a la que prácticamente nadie encuentra en España un beneficio, pero que acaparó titulares que de otra manera hubieran tenido que destinarse obligadamente a la detención de Al Kassar. Tan pocas ganas tienen de referirse a él los directores de los grandes medios españoles, que en sus ediciones dominicales del 10 de junio, cuando no habían pasado ni dos días desde su detención, ni El Pais ni su rival, El Mundo, siquiera lo mencionaron.
El motivo de tantos miramientos es que Al Kassar es un importante «broker» de la exportación de armas de fabricación europea sobre todo españolas, austríacas, búlgaras y rumanas, pero también de otros muchos países, e incluso israelíes, lo que lo vuelve un protegido de sus servicios secretos. (3)
Por lo demás, Al Kassar tiene eficentes abogados que impugnan la detención y el pedido de extradición de los Estados Unidos con argumentos que no son a priori desdeñables:
a)Que el comercio de armamentos no sólo no es ilegal sino que lo practican a gran escala las principales potencias e incluso muchos países subdesarrollados;
b)Que la contratada era una operación rutinaria que tenía como destino declarado Nicaragua, y
c)Que Al Kassar fue inducido a cometer los supuestos delitos de los que se lo acusa. Porque a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde es harto frecuente el armado de trampas para detener in fraganti a delincuentes habituales o potenciales, para las leyes españolas (y para las argentinas) la inducción por los representantes de la ley a cometer delitos puede anular todo el proceso.
Como Al Kassar sospechaba de los compradores, éstos le pagaron un adelanto de 400.000 euros (de los fondos secretos de la DEA) pero aun así, el desconfiado traficante rehusó las reiteradas invitaciones de trasladarse él mismo a Rumania a buscar las armas. El plan de los norteamericanos era detenerlo allí y secuestrarlo con la complicidad de los servicios secretos locales, tal como han hecho reiteradamente en distintos países (incluyendo Italia y Alemania) con centenares de sospechosos de integrar la red Al Qaeda, como se describe detalladamente en el libro citado. Como Al Kassar no salió de España, aprovecharon que viajó en su jet desde Marbella al aeropuerto madrileño de Barajas, donde lo apresaron.
Hace 15 años, también lo habían detenido en el mismo aeropuerto, entonces por orden del juez Baltasar Garzón levantó contra él cargos todavía más graves que los que ahora, repitiendo la lista de la DEA, erigió su colega Juan del Olmo. Entonces, en menos de un año y medio, tras el descuartizamiento de la causa y la remisión de la mayoría de los pedazos a tribunales inferiores y la oportuna muerte de algunos testigos y el abrupto desdecirse de otros, Al Kassar resultó absuelto y fue puesto en libertad. (4)
También los medios argentinos suelen hacer como que ignoran que Al Kassar fue señalado en muchas oportunidades como principal sospechoso de haber instigado los ataques a la embajada de Israel y la AMIA, e incluso de haber provisto los explosivos para cometer el primero. No recuerdan que en 1986 Al Kassar fue condenado en París a ocho años de prisión por planear atentados contra objetivos judíos en Ámsterdam, Bruselas, París y Viena, y ni siquiera que hasta las propias instituciones judeo-argentinas pidieron oficialmente que se lo investigara en un libro editado conjuntamente (AMIA-DAIA. La denuncia, Planeta, 1997). Claro que dicha «denuncia» pareció estar únicamente provocada por la necesidad de «aggiornarse» ante la aparición, días antes y por la misma editorial, del libro AMIA. El Atentado. Quienes son los autores y por qué no están presos, escrito por quien suscribe luego de haber trabajado tres años como investigador del atentado para la propia AMIA. En toda la década pasada desde entonces, ni la AMIA ni la DAIA volvieron siquiera a mencionar a Al Kassar.
En cualquier caso, el apresamiento de Al Kassar derribó la estrategia comunicacional de muy bajo perfil que éste había mantenido durante toda una década en la cual los medios españoles prácticamente no lo nombraron, y en la que las muy escasas ocasiones en que hizo declaraciones fue para señalar que ya no se dedicaba al comercio de armas, sino sólo a la construcción y otros negocios inmobiliarios.
En cuanto a su participación en el tráfico de drogas, Al Kassar, quien en los ’80 estuvo asociado con Pablo Escobar y otros jefes narcos del Cartel de Medellín; que en 1986 era el principal delincuente requerido por INTERPOL junto a su hermano mayor, Ghassam, y que poco después intentó radicarse en Mendoza junto a un pequeño séquito de traficantes a fin de aprovechar la inserción en el vecino Chile de su primo Yalal Bathich, que se había asociado con Marco Antonio Pinochet, hijo del dictador, para enviar a California para ser rectificados motores de camión Ford rellenos.
A pesar o a causa de lo cual, ambos, Pinochet y Bathich, son actualmente ostensiblemente protegidos por la DEA, que certifica que jamás traficaron drogas. Algo verdaderamente notable, ya que si Al Kassar y sus amigos no estuvieran involucrados en el tráfico de drogas, no se entendería por qué es la DEA la que impulsa la detención de Al Kassar: para luchar contra el tráfico ilegal de armas, tabaco y armas de fuego existe en Estados Unidos una agencia específica, la ATF (Alcohol, Tobacco & Firearms).
Fue en esta última década de silencio y «low profile» que Al Kassar encontró la cuadratura del círculo: vender urbi et orbe drogas legales bajo el ropaje de «bebidas energizantes» y supuestamente inocuas para la salud, cuyo consumo ilimitado se promueve porque son capaces de sortear las restricciones y prohibiciones (particularmente en el mundo islámico) que afectan a las bebidas alcohólicas. (5)
Indicios
La gran pregunta es por qué Washington le retiró a Al Kassar el bill de indemidad que le había extendido a causa de su protagonismo en el Irangate o Affaire Irán-Contras, hace ya más de un cuarto de siglo. La impunidad de corsario así lograda le permitió a Al Kassar sortear airoso y sin tener que dar la menor explicación las fundadas sospechas no sólo de que fue tanto el instigador del derribo del vuelo 103 de PanAm sobre la aldea escocesa de Lockerbie (diciembre de 1988, 270 muertos), como el de las voladuras ejecutadas en Buenos Aires de la Embajada de Israel (marzo de 1992, entre veinte y treinta muertos) y la AMIA (julio de 1994, 85 muertos), sino también la cuasi certeza de que fue cómplice de la mayor falsificación de dólares de toda la historia, ejecutada por Siria en Austria con el probable auspicio de Irán en épocas del presidente Bill Clinton (Ver recuadro Operación Dólar: el precio del silencio).
A comienzos de este siglo, hubo claros indicios de que la protección que la CIA le había dado a Al Kassar, había comenzado a fisurarse. Por ejemplo, cuando la corresponsal en Washington de La Nación (de Buenos Aires), Juana Libedinsky, acudió a entrevistar al periodista Lowell Bergman, célebre por haberse enfrentado a la industria tabacalera, por lo que fue despedido del programa de TV 60 Minutos, historia que Michael Mann llevó al cine en El Informante, donde Bergman fue encarnado por Al Pacino.
La corresponsal inició la escritura (6) de la entrevista con este diálogo:
– Perdón por haberla hecho esperar, tenía a la CIA en la otra línea por un tema de seguridad urgente- la recibió el periodista.
– Claro, entiendo. Le decía que soy una periodista de La Nacion de Buenos Aires… — comenzó a decir Libidensky.
–¿Lo conoce a Al Kassar?-la interrumpió Bergman.
— Ehhh, no personalmente, por las notic… – intentó responder ella
-¿Entonces no lo conoce a Al Kassar? ¿De qué me quería hablar?-volvió a interrumpirla, él, decepcionado.
Pero, claro, después tuvo lugar el 11-S, el ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono. Y lo cambió todo. Tanto, que Estados Unidos invadió primero Afganistán, y luego Irak. ¿Quién iba a ponerse a pensar en Al Kassar cuando todos estaban pendientes de Osama Bin Laden o su fantasma?
Hará cuatro años, las Naciones Unidas denunciaron ante el Tribunal Internacional de La Haya que Al Kassar le había vendido armas a una de las facciones somalíes en guerra, violando el embargo, pero el fiscal de dicho tribunal, el argentino Luis Moreno Ocampo -por lo general muy sensible a los requerimientos de Washington– jamás se refirió al tema.
En marzo del año pasado la «Operación Malaya» arrasó con el gobierno comunal de Marbella, incluido su alcalde, su amante cantaora, el jefe de policía y gran parte de los concejales, tanto del gobernante GIL como de su supuesta oposición socialista. Además de quedar expuesto al sol que en Marbella moran representantes de no menos de cien grupos de delincuentes de todas las nacionalidades (al parecer, son los rusos los que detentan el podio), comenzó a difundirse la sorprendente noticia de que la mayor parte de los terrenos sobre los que está edificada Marbella (y también las vecinas Torremolinos y Fuengirola) le pertenece al británico Judah Elazar Binstock, un antiguo dueño de hipódromos y casinos fugitivo de la justicia de su país, y también uno de los conspicuos traficantes de armas que intentaron radicarse en Mendoza junto a Al Kassar hace ya dos décadas. Cuando fracasaron, ambos volvieron a asentar sus reales en la Costa del Sol, un lugar donde participaron de un proceso de lavado de dinero de procedencia inconfesable y especulación inmobiliaria, cuya magnitud queda ilustrada con la estimación de que más de un cuarto de todos los billetes de 500 euros –de los que acaso la mayoría de los europeos jamás vió un ejemplar– se encuentran en España.
Sin embargo, como no mencionaban a Al Kassar, los diarios españoles tampoco solían mencionar a Binstock, que a comienzos de este año se adjudicó, tras ocho años de pleito judicial con el gobierno autónomo de Andalucía- la explotación del lujoso Gran Casino de Aljarafe, en Sevilla. Poco le duró: hace tres meses Bistock debió huir intempestivamente a Portugal y refugiarse en Estoril, balneario en el que Don Juan, padre del rey Juan Carlos, pasó su exilio durante los largos años de franquismo (1939-1975).
«Un honor»
Si la conversión de Marbella en la capital mundial de la especulación inmobiliaria, del lavado de capitales de procedencia inconfesable y, en síntesis, de la mafia globalizada (tema que también se aborda en Narcos…) es el decorado sobre el que se recorta la decisión de Washington de interrumpir la carrera cuentapropista de Al Kassar, el detonante parece ser puntual.
Una pista se encuentra en la larga nota escrita y publicada por The Observer el domingo 1 de octubre de 2006 (7). Su autor, Aram Rostom, un conocido periodista de NBC News, la redactó tras entrevistar a Al Kassar en su palacio marbellí. No puede decirse, en absoluto, que lo que escribió haya sido desfavorable para el entrevistado, ya que consideró «absolutamente infundadas» las sospechas de que instigó el derribó del vuelo 103 de PanAm, sin decir una palabra de por qué lo considera así, y ni siquiera mencionó las sospechas de que también instigó los atentados de Buenos Aires: para Rostom, en Argentina, apenas se sospecha que Al Kassar falsificó un pasaporte. Como si no fuera verdad que Carlos Menem ordenó extenderle dicho pasaporte y que se le prestara un saco y una corbata para que le tomaran una foto allí mismo, en su propio despacho.
Al Kassar recibió a Rostom en una sala decorada con fotos en las que aparece estrechando las diestras de Uday Hussein (uno de los dos hijos de Sadam muertos por los invasores) y de un hijo del difunto Farra Aideed, el barón de la guerra somalí retratado en el film Black hawk down (La caída del Halcón Negro), así como abrazado con su «hermano de sangre» Abu Abbas, el líder del Frente para la Liberación de Palestina (FLP) que encabezó el secuestro del crucero italiano Achille Lauro en 1985, el hecho por el cual Al Kassar fue juzgado en Madrid ocho años después. Abu Abbas fue capturado en Bagdad en 2003 y murió en oscuras circunstancias luego de estar un año preso bajo custodia estadounidense. Al Kassar lo considera un héroe de la causa árabe.
Rostom reveló que a comienzos de julio de pasado (de 2006) el gobierno de Bagdad difundió la lista de las 41 personas «más buscadas» en la que Al Kassar figuraba en el lugar 26, así como que se lo acusa de abastecer de armas a la insurgencia sunita articulada por oficiales del ejército de Sadam Hussein. Y puntualizó que en el sitio web del Comando Central del Ejército ocupante se informa de que «Está pendiente una orden de detención contra Al Kassar de un tribunal criminal de Irak y hay una recompensa por información que conduzca a su captura». (8)
Vale la pena citarlo in extenso:
El asesor de seguridad nacional de Irak, Moufaq Al Rubaie, lo calificó como «una de las principales fuentes de apoyo financiero y logístico» a la insurgencia iraquí. Rubaie dice que «está claramente implicado en las muertes de personas inocentes y en ayudar a los terroristas a matar inocentes en Irak. El dinero es muy importante, vital para mantener andando el terrorismo y la violencia en Irak, y Al Kassar pone el oxígeno». Al centro de los cargos contra el traficante sirio radicado en Marbella, según Rubaie, está el papel de la familia de un hombre llamado Sabawi Ibrahim Ali Hassan Al Tikriti, medio hermano de Saddam, en la insurgencia. Bajo Saddam, dirigió dos de las más temidas agencias de inteligencia. Sabawi era el 6 de diamantes en la famosa «baraja de naipes» de los líderes del régimen iraquí confeccionada por los militares estadounidenses. En el verano de 2005, la ONU ordenó que los bienes de seis de los hijos de Sabawi fueran requisados; el Gobierno de EEUU escribió que tres de ellos «entregaron apoyo a elementos del anterior régimen y a grupos que realizaron ataques contra fuerzas iraquíes y de la coalición». Según Rubaie, Al Kassar «tiene una relación muy íntima con Sabawi… y tres de sus hijos».
Ante Rostom, Al Kassar admitió su amistad con uno de los hijos de Sabawi, Bashar Al Tikriti, de 36 años, detenido poco antes cuando se disponía a abordar un avión en Beirut que lo llevaría a Río de Janeiro. Al Kassar dijo desconocer el papel de este sobrino de Saddam Hussein (al que definió como un hombre pobre, que ni siquiera tiene auto) en la guerra, pero comentó con orgullo que «si las acusaciones fueran ciertas y él (Monzer) estuviera apoyando a la insurgencia, ello sería un honor»… si bien se apresuró a agregar que pensar así era insensato.
«Si fuera cierto», remató, «yo no estaría aquí», dijo en referencia a su lujosísimo Palacio Mifadil.
Lo cierto es que ya no está ahí.
Notas
1) En su best-seller Confesiones de un sicario económico, John Perkins, un ex alto agente de la National Security Agency (NSA), la más secreta de las agencias federales de los Estados Unidos dedicadas al espionaje, reveló que Torrijos fue mandado asesinar por sectores del establishment de Washington opuestos a las negociaciones entre Torrijos y empresarios japoneses que le ofrecían construir un nuevo y mejor canal interoceánico.
2) Lo de «falso» es un decir. Falso es el destino, pero los certificados suelen ser formalmente impecables y verdaderamente emitidos por el gobierno país del país que oficia de supuesto receptor, y conseguirlos es, en importante medida, el principal «arte» de Al Kassar y el ramillete de traficantes de armas que frecuentan círculos aristocráticos y del «jet set».
3) A fines los ’80, Al Kassar les regaló metralletas Uzi bañadas en oro a Carlos Menem, Emir Yoma y otros amigos argentinos. Anteriormente le había vendido a la Fuerza Aérea argentina aviones franceses reacondicionados en Israel, que había adquirido a cambio de petróleo iraki con que Sadam Hussein le habían pagado sus entregas de armamento durante la cruenta guerra Irak-Irán (1980-1988). Un caso de compra de armas israelíes y su venta (con certificados de destino final expedidos por el Ejército chileno) a países árabes está comentado en «Vinculan el Caso Huber con la muerte de Moyle», publicado por el diario estatal chileno La Nación el 24 de enero de 2006 ( ver http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20060123/pags/20060123204128.html)
4) Monzer al Kassar fue detenido en 1992 por orden del juez Baltasar Garzón, luego de ser detectado en Buenos Aires cuando fue volada la embajada de Israel, y de que en medio de un considerable escándalo viajara a Chile y abordara junto a su primo Batich un avión privado que los condujo a ambos a Madrid. La mayoría de los cargos contra Al Kassar fueron tramitados por la hipercorrupta justicia de Málaga, que a pesar de que en el garage de su residencia habían sido secuestrados muchos automóviles de lujo robados, no encontró que ello fuera delito.
«Me partieron la causa en filetes», se dolió el juez Garzón ante este periodista en 1997, tras explicar que Al Kassar sólo fue juzgado por la Audiencia Nacional española por haber provisto de armas y medios de escape (su avión particular) a quienes en 1985 secuestraron el crucero italiano Achille Lauro en 1985 y mataron a uno de sus pasajeros.
Al Kassar no pudo ser hallado culpable luego de que varios testigos claves se retractaran, uno muriera tras caer en coma etílico desde una terraza (como habría de sucederle años después desde la ventana de su apartamento a la abstemia ex secretaria de Emir Yoma, Lourdes Di Natale, que lo había denunciado) y que al principal testigo, otro narcotraficante sirio, Mustafá Nasini, un comando de sicarios colombianos le secuestrara a sus dos hijos adolescentes (que fueron rescatados por el Grupo Especial de Operaciones -GEO– de la Policía española). Dos años después, cuando acababa de salir de su casa con su pequeña hija, Nasini fue ultimado de un certero balazo en la cabeza.
5) Insólitamente, el principal corredor de esta bebida en Argentina es uno de los abogados locales de Al Kassar… que también fue abogado del principal y más famoso detenido por la causa AMIA, que también estaría vinculado con la comercialización del hiperkinético brebaje.
6) La entrevista fue publicada el 17 de febrero de 2000 con el anodino título de «El periodista Lowell Bergman no el teme a la controversia».
7) Meet the ‘Prince of Marbella’ – is he really supporting Iraq’s insurgency? Monzer al-Kassar has been accused of arming Iraqis, the Contras and Somalian warlords and cleared of murder. He is on Iraq’s ‘most wanted’ list – but says his hands are clean. Hay versión en español en el diario chileno La Nación del 8 de octubre de 2006.
(http://www.lnd.cl/prontus_noticias/site/artic/20061007/pags/20061007205818.html).
8) El sitio de «la Fuerza Multinacional – Irak» informa que en el puesto 26 de la lista de buscados se encuentra «Mundhir A-Kassar» (sic) e informa que «Kassar has connections with the Sabawi Ibrahim al Hassan family, to include Umar, Bashar and Ayman. He is a known weapons dealer and terrorist supplier. A Central Criminal Court of Iraq arrest warrant for Kassar and a reward for information leading to his capture are pending.
(http://www.mnf-iraq.com/index.php?option=com_content&task=view&id=572&Itemid=46).