El timo del Spinetta verdugo

Los grandes medios echaron las campanas al vuelo. No eran sólo Susana Giménez (conmovida porque su asistente Gustavo Lanzavecchia fue asesinado en su casa por un ex policía luego de un encuentro sexual múltiple) y cantautores tan populares como Sandro y Cacho Castaña quienes proponían reestablecer la pena de muerte (en abierta violación a los tratados internacionales que Argentina ha suscripto) sino que también se habría sumado a esa posición-trinchera-fosa Luis Alberto Spinetta, el patriarca del rock argentino, quien durante décadas fue abanderado de la causa de la fraternidad humana.

“Pescado rabioso”, tituló Perfil, que no obstante tuvo la delicadeza de adjuntar el audio de la entrevista que le realizó el viernes 6 por radio Mitre el periodista Ernesto Tenembaum en el programa La primera mañana. Sólo si el lector resultara lo suficientemente curioso como para escucharlo –y lo suficientemente atento– pudo haber verificado la magnitud de la estafa que se estaba cometiendo, estafa que se inscribe en el hostigamiento sin límites que los grandes medios han desatado contra el Gobierno nacional, acaso porque a comienzos del pasado invierno, Spinetta (con valentía y a pura pérdida, puesto que muchos, acaso la mayoría de sus seguidores, son opositores al kirchnerismo y lectores de La Nación, Clarín y/o Perfil) firmó la primera “Carta Abierta” que al desatarse el conflicto entre las patronales agropecuarias y los poderes legítimamente constituídos, denunció su carácter “destituyente” por no decir simplemente “golpista” (con el ánimo de distinguir los golpes cívico-militares del pasado de los mediático-económicos de nuevo cuño). Aquel texto, firmado inicialmente por más de un centenar de artistas e intelectuales (y, justo es también advertirle a los lectores, por quien escribe) se pronunció “en defensa de la democracia y en reclamo por más distribución de la riqueza” y contra “el rechazo a las decisiones del Congreso Nacional, el desgaste de la autoridad presidencial, el lock-out patronal y el desabastecimiento” (ver aquí).

En contra de la pena de muerte

En la entrevista que nos ocupa, Spinetta dijo no una sino tres veces (ver destacados en cursiva), que está en contra de la pena de muerte y sugirió que muchos de los que se pronuncian a favor de ella desistirían de ponerla en práctica si la ejecución estuviera a cargo de ellos mismos. El músico (cuyo último álbum, Un futuro, fue elegido por sus colegas como el mejor disco de rock nacional hecho en 2008) se confesó, sí, para nada exento de los sentimientos de venganza que experimentan la mayoría de las personas respecto a los cobardes que perpetran crímenes atroces y aberrantes como robar y matar ancianos y violar y matar niños. Pero, tras poner el dedo en la llaga al referirse al hiato que hay entre encomendarle el ajusticiamiento a terceros desconocidos a través del Estado o efectuarlo por mano propia, destacó que de acuerdo al más elemental principio de equidad y proporcionalidad, si la pena de muerte no se aplicó ni siquiera a los genocidas responsables de la desaparición y el asesinato de miles de personas, ¿cómo podría aplicársele a quien sólo ha matado a una o dos? Como se verá, era preceptivo si la breve entrevista radiofónica se transcribía, de estas expresiones surgía el “título cantado” de la nota. Pero los grandes medios, enzarzados en una pelea sin reglas con el Gobierno, no le iban a regalar la frutilla de un Spinetta que reafirmara una vez más su viejo compromiso con la plena vigencia de los derechos humanos.

Porque hay que ignorarlo todo acerca de la vida y obra de Spinetta o tener la cara de, para presentarlo como un émulo del “ingeniere” Blumberg y la Giménez. Baste recordar que escribió y compuso La bengala perdida conmovido por la muerte de un hincha de Racing en La Bombonera (canción que a mi juicio, de haber sido tenida en cuenta por los seguidores de Callejeros, bien podría haber evitado la tragedia de Cromañón), que le dedicó Maribel a las Madres de Plaza de Mayo, su militancia a favor de los mayores cuidados a la hora de conducir automotores a fin de reducir los accidentes o las arrebatadas declaraciones que le hiciera hace ya más de veinte años a este periodista acerca de si volviera una dictadura como la que asoló el país entre 1976 y 1983, “vendería mi guitarra y me compraría un fusil” (declaraciones que, por cierto, también se prestaban para presentar a un Spinetta violento, casi partidario de Sendero Luminoso) por lo que –con la valiosa excepción parcial de la Rolling Stone– se cuidaron de no transcribirla. Y muchísimo menos, claro, de ponerle el título que era preceptivo (que, como dicen los españoles, “era de cajón” y se caía de maduro). Por el contrario, únicamente destacaron lo que conviene a sus fines de provocar impactos debajo del cinturón en desmedro de la veracidad: que Spinetta exclamó que “a alguna gente habría que pegarle un tiro en la cabeza”. Quizá pensara en algunos colegas.

En el inicio del diálogo que conocemos, Spinetta se refiere a la campaña (insólitamente lanzada por el Partido Verde Ecologista) de establecer la pena de muerte en México, donde las reyertas vinculadas al narcotráfico producen más de 5.000 asesinatos anuales. Se da la paradoja que la legislatura del estado de Nuevo México (USA) acaba de abolir la pena capital. Y su gobernador, el hispano Bill Richardson, convalidó esa decisión a pesar de haber sido hasta ahora partidario de la pena de muerte. Cambió de posición ante la evidencia de que en el pasado se habían ejecutado inocentes. Y según explicó, al convencerse de que la cadena perpetua sin libertad condicional, es suficiente castigo.

Textual

Se transcribe el fragmento de la polémica. Las interrupciones señaladas así (…) corresponden a breves comentarios de Tenembaum, de los que un Spinetta conmovido y lanzado a uno de sus soliloquios iluminadores apenas hizo caso. Quien quiera escucharlo debe cliquear aquí.

«Estuve en México hace un par de meses tocando, y vi que hay (la intención de convocar a) un plesbicito. A ver si verdaderamente va la pena de muerte o no (…) a secuestradores y violadores. Hay una intención. Es una pregunta en lo profundo del ser. Una parte que es justa de alguna manera, que la sangre hierve, dice ‘Péguenle un tiro en la cabeza a todos estos hijos de puta’… (vacila, parece asustado de lo que acaba de decir). A ver si nos entendemos: una parte del ser dice eso ¿sí o no?… Y hay otra parte que dice: ‘Pero bueno, yo no lo hago, lo hace un organismo’. Y una vez más, como en la historia, todos quieren castigar pero nadie se quiere manchar con sangre. Entonces es un dilema en lo más profundo… Y yo vivo ese dilema. La gente que roba y mata a los ancianos… (habría que darle) cadena perpetua como mínimo. A los violadores de niños, realmente, no los podrías mandar a ningún lado… Entramos en la zona de Guantánamo, del Guantánamo que está dentro de nuestro ser. Queremos una pena que prácticamente sea morir. ¡Peor que morir!».

Tenembaum le pregunta «¿Y cómo resolvés vos ese dilema?»

«No sé -dice el Flaco-. Realmente. Estamos hablando porque no lo tengo resuelto… Para mí las expresiones de ‘¡Mátenlos de un tiro a estos guachos!’ son genuinas. Pero también, en mí, pienso que yo no iría a matarlos… No sé… (ríe sarcástico) que lo haga otro por las dudas… (Pero) si me tocara de cerca, no sé lo que haría (…) ¿Me entendés lo que digo? Hay una parte en la que realmente habría que aplicar una justicia que parece provenir de los extremos políticos. De la gente que mata, que te cortan los brazos, que te dan con un hacha donde sea. En público, te linchan en público, no sé… Es talibán matar así, matar por matar. Genera un fundamentalismo (…). La decisión de decir, bueno sí, aprobemos la pena de muerte, es un fundamentalismo. Y uno no quiere caer en eso, quiere algo humanístico. Y a la vez (están) los derechos humanos. ¿Cómo puede ser que mandemos a la silla eléctrica, suponete, o a una dosis letal, a un individuo que mata a una pareja para robarle el auto, como sucede a diario y (enfatiza) no estén muertos los tipos que mataron a 30.000 (desaparecidos)?

—Dada esta situación donde …- dice Tenembaum

—Sí… – responde el Flaco (parece conmovido por lo que acaba de decir).

—… la salud y la educación no están resueltas –continúa Tenembaum– donde la miseria es mucho mayor que hace una década y mucho más mayor que hace dos décadas (sic), donde se construyen shoppings en lugar de escuelas (sic). Dada esta situación que genera violencia y hay gente que mata y pasan las cosas que uno ve que pasan… Dada la opción… yo ¿cómo traduzco tu posición? (Sos) un tipo que dice «matémoslos» o un tipo que dice «yo entiendo la sensación de gente que quiere matarlos, pero ese no es el camino…».

Ese no es el camino para resolverlo– responde Spinetta sin vacilar. –Pero te sube la tanada y vos querés justicia por mano propia… Pero habría que ver si la persona que le toque se atreve realmente. Porque linchar así de a muchos es fácil (pero matar con las propias manos no tanto) Pero es algo adentro mío que, te lo digo sinceramente, no estoy a favor de la pena de muerte… pero a alguna gente habría que pegarle un tiro en la cabeza, eso no me lo saca nadie de la cabeza».

Ese jardín de gente

Ante la polémica desatada, Spinetta permaneció en silencio. Y es que tiene una pobrísima impresión del periodismo vernáculo. Hace unos años, cuando no hacía mucho que se había separado de Patricia, la madre de sus hijos, y mantenía un apasionado romance con la actriz Carolina Peleritti, un paparazzi al servicio de una revista de chismes de famosos que por entonces vendía decenas de miles de ejemplares tuvo el dato de que la pareja se encontraba en un hotel e hizo guardia en la puerta para escracharlos. Spinetta se dio cuenta al salir, ambos desandaron sus pasos y se recluyeron, cercados. Pasado un tiempo y para romper el cerco y acabar con el asedio, El Flaco negoció con el acosador via teléfono interno dejarse “fusilar” por su cámara. Y bajó con Carolina, ambos munidos de carteles escritos con fibrones que decían “No lea basura, lea libros”. La revista más careta publicó las fotos luego de haber lavado esas leyendas y la pareja apareció con carteles… en blanco. Pero otra revista rival más gentuza la humilló, publicándolas tal cual.

Quienes conocen la obra señera de Spinetta saben que su filosofía respecto al cuidado de la vida humana no sólo está expresada en viejos álbumes como el magnífico Artaud, hecho a comienzo de los ’70 en homenaje al poeta surrealista Antonin Artaud (1895-1948), sino también en composiciones más recientes. Por ejemplo, la hermosísima Un jardín de gente cuya letra dice: Alguien debió conservar y cuidar con amor este jardín de gente / Eso es lo que nunca será / ¿Cómo harás para ver y aliviar el dolor en el jardín de gente? / Algún acuerdo en tu alma tendrás / Y ya no sé si es que amanece o veo el cielo como un gran collage / Estás ciego al creer que podrás evitar este jardín de gente / Con dinero no se inventa el amor / Ya te hartaste de frutos y peces y panes que comes sin suerte / Y el andén espera por mí / ¿Y que dirás cuando termines el bocado de tu propia flor? / Alguien debió conservar y cuidar con amor este jardín de gente / ¡A Dios nunca se le ocurrirá !/ ¿Cómo harás para ver y aliviar el dolor en el jardín de gente? / Algún acuerdo en tu alma tendrás / Y ya no sé si es que amanece o veo el cielo como un gran collage / El collage de la depredación humana…

Termino estas líneas mientras veo que en la calle pegan carteles que convocan a Plaza de Mayo a manifestarse por “más seguridad”… a la misma hora en la que la Presidente proclamará en La Plata la remisión al Congreso de una nueva Ley de Medios Audiovisuales. Quienes promocionan la movida son, claro, los afectados por ella. Pero no firman, claro. Firman “Constanza”, y puedo asegurar que no se trata de mi prima. Me dicen que se trata de la esposa de un coronel represor. No es para extrañarse demasiado: los grandes diarios apoyaron a la dictadura y se asociaron a ella, entre otras cosas para disfrutar del monopolio de Papel Prensa. Pero se cuidan de hacerlo explícito. No dan la cara. Pero hacen con Constanza lo mismo que con Cleto. Lo apoyan y vertebran, como el aparejo que mantuvo al Cid muerto en su cabalgadura, aunque el tipo fuera una baba.

Hay un periodismo, cada vez más masivo y ruidoso que eligió ser parte del collage de la depredación humana. Sigo con placentera atención la obra de Spinetta desde hace casi 40 años y puedo decir de él lo que no se me ocurre de que otro personaje público podría decir: que nunca me defraudó.

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