El teatro como pasaje a la contingencia
La permanente oferta teatral de Ciudad de Buenos Aires no es una novedad: la diversidad de su cartelera se sostiene en distintos momentos del año. Pero además, en el último tiempo, son cada vez más las obras que llegan a la calle Corrientes y permanecen varias temporadas después de un recorrido en salas más chicas o en circuitos menos comerciales.
¿Hay una búsqueda por la experiencia teatral revitalizada después de la pandemia y la sobreexposición a las pantallas, frente a la ficción en plataformas? ¿Cómo se da ese diálogo entre una oferta mainstream y una que viene del off? ¿Qué ecos dejó el decreto del gobierno de Javier Milei que pretendía desarticular el Instituto Nacional del Teatro? En un contexto de crisis, los escenarios son también una fuente de trabajo clave para actores y actrices, pero la pregunta por el ritual sostenido ante las ofertas teatrales sigue vigente. Protagonistas de la escena teatral porteña cuentan cómo ven el panorama actual y reflexionan sobre la potencia del teatro como invitación a una aventura irrepetible.
El teatro autogestivo para garantizar el derecho a la cultura
Sobre cómo llevar adelante un proyecto teatral en un contexto de crisis y ataque directo a la actividad cultural, Gonzalo Pérez, titular de Artei (Asociación Argentina del Teatro Independiente), asegura que es una “tarea ardua, pero a la vez militante, activista. En cada sala, en cada espacio, consideramos que hacemos un activismo, una militancia por el teatro independiente, que para nosotros es una tarea autogestiva, cogestiva, colaborativa. El teatro independiente tiene esa forma y nosotros como salas somos una parte de esa cogestión; obviamente no nos consideramos ni empresarios ni del sector comercial”.
Pero ¿qué es Artei? Se trata de una de las dos entidades que nuclean a las salas alternativas porteñas. “Nació hace casi tres décadas en el marco de la pelea por leyes específicas para el teatro independiente, al calor de la pelea por un instituto nacional y un instituto de la ciudad, que venía antecedida por la lucha de generaciones y generaciones, y dio como resultado la sanción a nivel nacional de la ley 24.800 y la creación de estos dos institutos”, relata.

El también responsable del Espacio Tole Tole, en el barrio de Once, explica que en Buenos Aires hay tres circuitos: el comercial, el oficial o público y el independiente o autogestivo. “Para ser autogestivo hay que tener mucho de activismo, de militancia. Por eso es tan importante el rol del Estado, porque nosotros colaboramos en garantizar el derecho a la cultura y a las expresiones artísticas, el teatro como una de ellas”.
El contexto implica la necesidad de defender leyes. Sobre esa pelea, Pérez repasa: “Este año el gobierno dictó un decreto basado ilegalmente en la ley Bases. Digo ilegalmente porque violaron ellos mismos la letra de esa ley impulsada por el mismo gobierno: el artículo que delegaba poderes en el Ejecutivo excluía expresamente a los organismos de cultura y, sin embargo, avanzaron igual en desarticular el Instituto Nacional del Teatro (INT)”.
La respuesta desde Artei fue presentar un recurso de amparo y buscar interlocutores en el Congreso para revertir esto. “El Congreso derogó ese decreto porque era a todas luces inconstitucional y el gobierno, si bien amenazó con no cumplirlo, finalmente tuvo que hacerlo y volver a poner en funciones al INT, a su consejo de dirección y nombrar nuevamente al director ejecutivo como ente autárquico. Todo esto llevó muchos meses: se paralizó la acción del Instituto y nosotros venimos pidiendo reuniones, pero hasta el momento no tuvimos respuesta”.
El pedido de reunión es con Federico Brunetti y es conjunto, ya que también lo impulsan organizaciones como la Asociación Argentina de Actores y la Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica Argentina (A.P.D.E.A.). El objetivo es acelerar los trámites porque existe el riesgo de que se pierdan, por no asignarse, fondos del INT. “Son de asignación específica para el teatro y se pueden perder en rentas generales. Es mucho dinero que le corresponde al teatro independiente”.

Los Bla Bla y su Modelo Vivo Muerto: un ritual para ir a reír
Suman más de 200 funciones en distintos puntos del país, armaron la obra de manera colectiva y siguen en cartel con temporada de verano programada. La obra Modelo Vivo Muerto es una creación de la compañía Bla Bla, integrada en este 2025 por Manu Fanego, Sebastián Furman, Pablo Fusco, Julián Lucero, Tincho Lups, Carola Oyarbide y la productora y asistente Maribel Villarosa. No es la primera: llevan siete espectáculos, pero es la que más público convocó desde 2023.
“Esta obra surge porque Seba Furman y Julián Lucero habían escrito una suerte de cortometraje audiovisual de 15 minutos, con esta idea central: un modelo vivo muere en escena y hay que resolver quién fue. Duraba solo 15 minutos y los lápices eran los asesinos; tenía otra trama, pero el punto inicial era el mismo. En 2023, desde la sala Caras y Caretas, les proponen a los Bla Bla producir una obra. Primero me invitan a mí, que no pertenecía a la compañía, y en dos meses de ensayo, con la dirección de Fran Ure y la ayuda dramatúrgica de Gustavo Lista, fuimos convirtiendo, entre todos, ese texto en una obra de una hora y media. La ensayamos dos meses, se estrenó y fue creciendo en cada función”, relata Oyarbide en diálogo con Zoom.

El paso al Metropolitan fue en septiembre de 2024, llevándolos a la calle Corrientes con un éxito sostenido. “Hubo todo un problema en la sala Caras y Caretas: no nos pagaron por mucho tiempo. Eso hizo que durante cuatro meses trabajáramos gratis. Se nos terminó pagando hace unos meses, sin tener en cuenta la inflación”, explica. En ese contexto llegó la propuesta del Metropolitan, un pasaje del teatro off al comercial que, para la actriz, coincide con el espíritu del proyecto.
El boca en boca fue clave para Oyarbide. En estos 15 años, la compañía creció a fuerza de trabajo y recomendaciones, con una productora que mueve las piezas con la destreza de la gestión cultural. “Sin dudas hubo un boom. Desde el primer día llenamos. Si bien era una sala más chica, llenábamos viernes y sábados. El acompañamiento del público fue constante y se fue propagando. El nicho blablero permitió profundizar mucho más ese motor”.
“Somos gente muy payasa, de oficio. Esa seguridad con la que hacemos lo que hacemos se termina comunicando y eso hace que mucha gente quiera volver. Viene gente, vuelve con otra gente, se arma comunidad, se arma ese ritual de ir a reír”, explica sobre una obra que regresa al Metropolitan el 15 de enero.
Suavecita: la poética de santidad entre lo fantástico y lo terrenal
El recorrido de Suavecita, la obra escrita por Martín Bontempo y protagonizada por Camila Peralta, comenzó en el espacio NUN, en Villa Crespo, donde se presentó tras cinco meses de ensayos en junio de 2023. “El interés fue inmediato: al mes y medio ya hacíamos dos funciones por semana y todo fue en ascenso. Terminamos con tres funciones semanales y localidades agotadas con más de un mes de anticipación. Fue apabullante y emocionante”, repasa Bontempo.
La obra surgió en la pospandemia, “después de muchos replanteos en torno al quehacer teatral, que durante el confinamiento había sido relegado”. Desde esa desesperanza y desasosiego frente a un presente poco promisorio, escribió e imaginó un proyecto luminoso.

Al igual que los Bla Bla, antes de llegar al Metropolitan pasaron por Caras y Caretas, también cobraron funciones tardíamente y, dada la situación, buscaron otros escenarios. Llegaron así al teatro de la calle Corrientes, donde están desde hace más de un año y donde reestrenan el 8 de enero para instalarse todos los jueves de enero y febrero.
Suavecita combina lo poético y lo sobrenatural en una sala de hospital donde una madre soltera trabaja para sostener a su hija, generando reflexiones sobre la vida y la muerte desde el poder de la fantasía. Peralta despliega un universo emotivo, incorporando humor y convicción a la necesidad de acompañar ese instante en el que la vida terrenal parece apagarse.
El teatro como potencia de lo irrepetible
Para Oyarbide, la necesidad de ir al teatro sigue siendo potente. Sobre la pandemia, explica que también reforzó el encierro en las pantallas y duda de que haya despertado un deseo sostenido de volver a las salas. “Cada tanto hay destellos, cosas que se ponen de moda en el mainstream. Cuando pasa eso, mucha gente conecta con lo irrepetible y único”.
“A su vez, está todo muy caído. Nosotros tenemos mucha suerte y esto es un suceso, pero es el momento más bajo para todos los teatros: el público cayó un 25%. Hay una desidia total, un ‘no hay plata’ generalizado. En Argentina hay algo circular que termina sucediendo. Pero esta obra logra algo muy único y estoy feliz de que se propague”.
Pérez señala que el auge de las pantallas y la virtualidad, acentuado tras la pandemia, encuentra en el teatro un espacio “necesario, imprescindible, revolucionario, porque es un acto de interacción irrepetible que necesita del encuentro y de la sociabilidad”.
En tanto, Bontempo asevera que hoy “la vara está altísima y hay mucha ilusión por crear”. “Siempre celebro a los buscadores que encuentran donde nadie encuentra, que traicionan sus propias formas para conseguir resultados diferentes y no reproducir fórmulas que subestiman al público. La experiencia del vivo y la emoción intransferible es lo que tracciona a quienes buscan evadir por un rato este presente descabellado y ver humanos poniendo cuerpo y espíritu para que la ceremonia sea vibrante”.
