José Campagnoli, titular de Encuentro en la ciudad de Buenos, cree que se puede construir una gobernabilidad alternativa a lo que denomina “los partidos hegemónicos”.
-¿Como surge la necesidad de instalar el proyecto del Espacio de Nuevo Encuentro en la ciudad?
-Nosotros lanzamos la construcción del Encuentro en el año 2004. Veníamos de una experiencia de gestión en Morón, donde pudimos comprobar y comprobarnos que se puede construir una gobernabilidad alternativa a los partidos hegemónicos y a la gobernabilidad del status quo en un lugar tan complicado como es el conurbano bonaerense donde es histórico el dominio del PJ. Desde ahí partimos. Con la vocación de construir una fuerza nacional, lanzamos la construcción del Encuentro. Ese espacio se desarrolló en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y a partir del 2006 en la ciudad de Buenos Aires, con la mirada respetuosa de valorar el tiempo de las construcciones políticas. El 26 de julio de 2008 fundamos el partido en la ciudad .
En el correr de este año se produjeron acontecimientos interesantes en término de construcción de nuestra fuerza política: la presentación de nuestra fuerza en la provincia con un resultado que cumplió sus objetivos en un distrito complejo, pero también la posibilidad de constituir un polo progresista y popular que aglomeró a otras fuerzas y tiene que ver con la concepción nuestra de que nadie puede solo. Hay que unir lo diverso dentro de un sistema de convicciones, en un marco ideológico ordenador y con una plataforma común.
Concientes de que Nueve Encuentro pudo convocar a muchos en la provincia, aunque hay muchos otros que todavía no están y hay que ir a buscarlos, en la ciudad de Buenos Aires debatimos, previo al 28 de junio, cuál era la posición a adoptar. Acá en la ciudad somos una fuerza humilde que no se considera autosuficiente, y a partir de eso se abordó el debate sobre que hacer en las elecciones. La primera definición fue que el espacio popular y progresista debía estar unido, y teníamos la experiencia en la provincia como para ponerla de espejo. En plenario, votamos convocar o tratar de estimular la unidad de este sector, fundamentalmente por dos motivos: uno, porque conceptualmente estábamos de acuerdo, y dos, porque pensábamos que se podía ganar con un espacio alternativo a las miradas del macrismo.
Hablamos con todos los sectores y lamentablemente esa unidad no se dio y decidimos no participar en la ciudad de Buenos Aires y continuamos después del 28 de junio la constitución de Encuentro.
– ¿Por qué no se dio la unidad de el espacio de centro izquierda porteño?
-Hay varios temas, por un lado miradas distintas sobre el proceso político que vive el país. El eje ordenador sobre las posibles alianzas en la ciudad estaba dado por la mirada que se tiene sobre el gobierno nacional. Las distintas posturas primaron a la hora de pensar en la unidad del espacio. Por otro lado, el progresismo, o al menos una parte de él, está en deuda en la ciudad. Esa experiencia también generó debates que aún no están saldados. Creemos que, en términos políticos, esos son los motivos. Puede haber también cuestiones personales pero nos parece que son secundarias, ante un debate que está más vinculado a las distintas miradas frente al proceso nacional y deudas pendientes no saldadas. Nosotros igual pensamos que lo que debería unificar es que hay una tarea en la ciudad que es construir y diseñar una gobernabilidad alternativa frente a la experiencia macrista, conservadora e innovadora al mismo tiempo. Es una derecha que en términos históricos viene a conservar ciertos aspectos vinculados a la tradición, pero a la vez es innovadora en el sentido de que viene a poner en crisis cierto piso, muy bajo, que el progresismo pudo establecer cuando gobernó. Ese piso obviamente fracasó porque no fue rupturista.
– ¿Cuales son los temas no revisados por el progresismo porteño?
-Nosotros somos respetuosos de la experiencia política que hizo el progresismo, aunque no hayamos participado. De todas maneras, tenemos profundas críticas. Creemos que centralmente hubo dos temas que no fueron abordados con la responsabilidad adecuada.
Primero, no se construyó una gobernabilidad rupturista sino que se pactó con los factores permanentes de poder en la ciudad y no se los enfrentó. No se puede transformar la ciudad, un municipio o un país si uno no se enfrenta esos factores de poder que pretenden sostener un status quo determinado, funcional a sus intereses. Si uno viene a gobernar para los sectores excluidos, que están afuera, sabe que están excluidos por una suma de intereses. Si no se los enfrenta, evidentemente, la capacidad de transformación es mucho menor y se frustran expectativas sociales. Segundo, nosotros estamos convencidos que hay que construir fuerza política que tenga la capacidad, la inteligencia y la convicción para enfrentar esos intereses y para proponerle a la sociedad un nivel de consenso o acompañamiento en torno a una agenda. Se precisa la suficiente entereza para enfrentarse y a la vez comunicar que ese enfrentamiento no es porque si, sino que hay que diseñar políticas públicas que tengan que ver con una búsqueda distinta, con un sistema de convicciones distinto. Para eso se necesita un diálogo con la sociedad y nuevas fuerzas políticas.
Pasando en limpio hay dos temas centrales: no se armó una fuerza política organizada en torno a ideas y convicciones sino más bien vinculada a otro tipo de relaciones, y por lo tanto no se puede enfrentar y gobernar de acuerdo a lo que querés hacer.
– ¿Qué opina sobre quienes sostienen que Nuevo Encuentro, a pesar de estar generando una nueva fuerza política, no se decide a confrontar con el gobierno nacional?
-Nuevo Encuentro tiene una definición de raíz que tiende a organizar sus acuerdos políticos y opiniones de acuerdo a un sistema de convicciones. Tenemos una mirada sobre el presente que combina apoyo a un rumbo, en términos generales, que vive la región y también la Argentina, con apoyo a ciertos temas que también son parte de nuestra agenda. La renovación de la Corte Suprema, por ejemplo, siempre estuvo en la agenda del progresismo. Más allá de que lo haga otro, no vamos a dejar de apoyar, sería una posición mezquina y no tiene que ver con lo que uno piensa sino con conveniencias de posicionamientos. Nosotros planteamos acompañamiento de las cosas que vemos bien: Corte Suprema, depuración de las FFAA, integración regional, estatización de las AFJP, la Ley de Servicios Audiovisuales y los 21 puntos, creemos que hay cierta recuperación del Estado y de la actividad política y pensamos que hay una cantidad de ejes que uno puede compartir. Ahora, las diferencias que tenemos y marcamos son básicamente dos. La primera es que el kirchnerismo se recostó en el PJ, que es una estructura vacía de ideas, viciada, corrompida en muchos casos, degradada y funcional a cualquier ideología. Esto lo señalamos hace tiempo; con esa estructura no se pueden dar las peleas centrales porque sus intereses están vinculados fuertemente con la supervivencia de esa estructura. La segunda crítica que señalamos es que no termina de romper la matriz distributiva que se expresó con mayor claridad en los ’90. Que en Argentina después de 6 años ininterrumpidos de crecimiento haya tasas de pobreza del 30%, de indigencia cercana al 20%, expresa que este modelo, incluso con el crecimiento del empleo, no pudo resolver los problemas estructurales del país. Ahí vemos una dificultad y por eso no somos parte del gobierno. Lo que no vamos a hacer es oponernos a ciertas políticas del gobierno porque sean del gobierno, esa mirada está conceptualmente mal. Nosotros tenemos un modelo de convicciones que organiza nuestros actos, por eso somos críticos del INDEC, del tren bala, de la pejotización, etc.
Si tenemos en cuenta esa crítica lineal, a nosotros sí nos coloca en una visión más cerca del proceso crítico que vive el país, pero nosotros también fuimos los únicos que nos enfrentamos a la lista oficialista en la provincia de Buenos Aires con Néstor Kirchner como cabeza. Les dimos pelea en el conurbano a los barones del conurbano porque creemos que el PJ es funcional a cualquier ideología, y por lo tanto hay que derrotarlo. Creemos que el kirchnerismo inauguró un piso indiscutiblemente alto en el país, pero tiene un techo bajo que no nos alcanza y solo sobre una estructura distinta se puede romper ese techo.
– ¿Qué expectativas tiene y que herramientas propone Nuevo Encuentro para unificar a la centroizquierda de la ciudad, teniendo en cuenta que a partir de diciembre poco más del 25% de los legisladores van a pertenecer a ese bloque?
-Hay dos tiempos, o dos momentos importantes en esta tarea. Uno sería cuando nosotros vemos la necesidad de fundar en la ciudad un espacio de concepción frentista que pueda, por un lado ponerle límites al clima de autoritarismo que están instalando desde el gobierno macrista. O sea, una fase es ponerle límites al claro avance de las políticas que vienen a socavar el piso bajo, pero piso al fin, que el progresismo pudo generar en el distrito. En segundo instancia lo que hay que construir a nuestro juicio es un proyecto que exprese una gobernabilidad alternativa y que pueda dialogar desde estas ideas con el conjunto de la sociedad.
Partimos de la idea que la sociedad porteña no se derechizó, sino que, si bien hay una parte que si responde a una ideología de derecha o centro derecha, hay una buena parte que encontró lo nuevo en el PRO en el 2007. Entonces partimos del diagnóstico de que no hay una sociedad derechizada sino un proceso mucho más complejo y multifacético que hay que comprender y definir bien para no cometer errores. Creemos que lo que hay que hacer es una lectura correcta del porque del triunfo de Macri, esto quiere decir que la luna de miel de la que gozaron los últimos dos años está en crisis.
Es fundamental inaugurar en la ciudad una gobernabilidad popular, progresista, democrática, transformadora y rupturista desde una visión ideológica que está en las antípodas de Macri. Esto es porque creemos que Buenos Aires puede estar a la cabeza o colaborar con la reconstrucción de un espacio que pueda entrar en debate y diálogo con la búsqueda de un país de otras características que vaya por más a partir del piso creado en estos años.
No creemos que solo haya que plantear la unidad de un espacio para ganarle a Macri. Es una búsqueda respetable, pero no suficiente. No puede ser que la ciudad hoy tenga las problemáticas habitacionales que tiene porque dispone de suficientes recursos como para que no suceda esto. Lo mismo con las asimetrías Norte-Sur, no puede tener los niveles de subejecución de partidas que hoy tenemos, no se puede deteriorar la educación como está sucediendo, etc. Que exista la UCEP, que no es más que una banda de barrabravas que actúan por las noches desalojando a los eslabones más débiles de la ciudad, es una barbaridad.
Retomando el tema de espacio de centro izquierda, la dificultad más importante que tiene hoy como espacio es la dificultad para juntarse. Hay que elaborar una agenda distinta, alternativa, que sea moderna, rupturista y que combine honestidad, eficiencia, inclusión social, preocupación distributiva y modernidad en un paquete único. Es un error regalarle la honestidad al macrismo porque no lo son, está mal regalarles el valor de la eficiencia porque tampoco lo son y nosotros, desde este pensamiento, tenemos que asumir que podemos gobernar, hacernos cargo porque somos más transparentes que ellos, más eficientes y lo hemos demostrado, en escala pero es una demostración de que se puede.
De todas maneras creemos que por como viene el espacio, todavía va a seguir cortándolo las diferentes miradas sobre el proceso nacional. Esperamos que estas diferencias puede saldarse antes del 2011.
– ¿Que relación tiene con Proyecto Sur?
-Tenemos buena relación, los consideramos compañeros de un espacio con una lógica común. Hay matices frente al proceso nacional y frente a algunas cosas de la ciudad, pero son más las coincidencias que las diferencias. Estos matices son marginales, por eso adoptamos una actitud de no discutir con nuestros compañeros por los medios de comunicación. A veces es necesario no responder a algunas declaraciones para fundar una nueva cultura donde podamos procesar en unidad las diferencias o matices sobre ciertos temas.
– En la ciudad hay sectores, para nada marginales política y cuantitativamente, que demuestran cierto desprecio por lo público. No mandan a sus hijos a la escuela pública, no utilizan hospitales públicos y ven a las políticas sociales como un gasto antes que como una inversión, y a los beneficiarios más como sujetos a expulsar de ciudad antes que a incluir…¿Es posible ganar con un discurso de inclusión con sujetos que no la ven como una necesidad social?
-Hay una discusión más de orden nacional que hay que dar. Es la discusión sobre un país integrado en lo económico y socialmente justo. Entonces esa es una discusión cultural, y como todos los procesos culturales, son cuestiones a largo plazo porque hay que desmontar matrices impuestas durante muchos años. Ese debate hay que darlo y hay que construir una ciudad donde el hospital público, la escuela pública puedan unificar. El guardapolvo de la escuela pública que unificaba estaba actuando en ese sentido. El hijo del trabajador y el hijo del empresario se juntaban en la escuela pública de calidad, donde eran igual y donde tenían el mismo acceso a las oportunidades.
Acá hay que avanzar en un modelo mucho más inclusivo y mucho más tolerante y para esto es fundamental cuáles son las señales que se emiten desde los lugares formadores de opinión. Uno de ellos es el Estado, por lo tanto si hay una mirada desde éste tendiente a ponerle límites a la universalidad de la salud, porque aquel viene del conurbano y por tanto no tiene los mismos derechos que nosotros, hay una búsqueda de lo contrario. Es una mirada que invita a segregar antes que a integrar.
Creemos que el debate pendiente que hay que tener un gobierno que promueva el debate y una visión distinta. No creemos que el Estado resuelve todo, pero sí que el Estado y el gobierno son centrales en el tipo de sociedad que imaginamos, acompañado de organizaciones culturales, sociales, políticas, etc. Lo que se emane de las altas esferas del gobierno tiene que ser integrador. Creemos que hay un contexto propicio en la región para llevar a cabo esta tarea.