Tras meses de tensión política en Venezuela, este martes se relajó el ambiente tanto que el presidente Nicolás Maduro incluso bailó con su esposa en el estudio de Radio Miraflores al inaugurar su programa «La Hora de la Salsa». Es que el Papa Francisco puso a bailar a toda la dirigencia política venezolana.
En su programa el presidente reiteró que la Revolución Bolivariana continuará abogando «por la paz, la coexistencia, el respeto, el diálogo y la paz». Entre tanto, ante la liberación de algunos pocos antichavistas presos, la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) aplazó la evaluación del desempeño del presidente en la Asamblea Nacional (mal llamado juicio político) y suspendió la marcha hacia el palacio presidencial de Miraflores, prevista para este jueves pasado, mientras su coordinador Carlos Ocáriz daba a conocer la propuesta opositora de agenda para el diálogo nacional: 1) si no se hace el referendo revocatorio, se solicita adelantar para 2017 las elecciones presidenciales previstas para 2018; 2) libertad a los presos, retorno de los exiliados y acabar con “la persecución política”; 3) recomposición del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y del Consejo Nacional Electoral (CNE) para que sean más “ecuánimes”; y 4) atención a las víctimas de la crisis humanitaria.
Mientras el presidente de la Asamblea Nacional, el opositor Henry Ramos Allup, advertía que la oposición no había capitulado, sino sólo hecho algunas concesiones, Voluntad Popular (VP), el partido del encarcelado Leopoldo López, insistía en que hay que marchar hasta el palacio presidencial. Como en su respuesta Maduro calificó a VP de «grupo terrorista», este miércoles la MUD acusó, a su vez, al gobierno de boicotear el diálogo político.
“Ambos campos están profundamente divididos entre negociadores y guerreristas, pero el realismo parece irse imponiendo”
Aunque la oposición asegura que podría retomar las movilizaciones si hasta el 11 de noviembre (cuando se reunirá por segunda vez la mesa de diálogo) no hay resultados claros, de momento se enfrió el conflicto. Es que, ante la presión combinada del Papa, la UNASUR, los ex-presidentes de España, Panamá y República Dominicana y el aval de EE.UU. al diálogo, es dudoso que alguien se atreva a retomar el enfrentamiento. Ambos campos están profundamente divididos entre negociadores y guerreristas, pero el realismo parece irse imponiendo.
La mesa de negociaciones que sesionó el pasado domingo 30 todavía no determinó cómo seguirá. Los líderes opositores aún insisten con el referendo revocatorio, pero después del 1° de enero ya no se puede convocarlo, porque a Maduro sólo le restarán dos años de mandato y la Constitución ya no lo permite. La MUD se juega, por lo tanto, a adelantar la elección presidencial que el gobierno, a su vez, procurará retrasar priorizando la superación de la crisis humanitaria de la que espera que le devuelva una cuota de credibilidad.
Líderes extremistas como Leopoldo López seguramente intentarán provocar, pero el peso de la figura papal ha dejado a los violentos de ambos lados sin justificación. Gobierno y oposición están forzados a negociar. Sin dudas, el Ejecutivo irá liberando presos con cuentagotas y ambos tratarán de sacar tajada política de la ayuda exterior alimentaria y en medicamentos. Puede ser que el oficialismo consienta en incorporar opositores al máximo tribunal de Justicia y a la Corte Electoral, pero sólo si la oposición comparte la directiva de la Asamblea Nacional. Todavía habrá muchos gritos y dientes apretados, pero es difícil que alguien salga de la pista donde el Papa Francisco puso a todos a bailar.