El laberinto de Massa y los contrincantes de Larreta

Con una economía en estado crítico, la campaña electoral empieza a tener un lugar central en la escena pública. Mientras Sergio Massa intenta resolver los desequilibrios macroeconómicos sin perder gobernabilidad, Larreta busca el mayor grado de alianza para superar la guerra facciosa desatada al interior de Cambiemos.

En el primer mes del 2023 algunas encuestadoras comenzaron a medir el potencial de votos de varios protagonistas que se anotan en la lista de candidatos presidenciables. Si bien los resultados son absolutamente parciales, los candidatos con mayor proyección electoral son Sergio Massa y Horacio Rodriguez Larreta. El camino hacia octubre empieza a ser un factor de importancia en la arena política.

La administración como plataforma electoral

Sergio Massa comenzó el año recorriendo los medios de comunicación. Si durante los cinco meses de gestión prácticamente no brindó entrevistas, en pocos días ofreció varias definiciones importantes sobre su administración en el Palacio de Hacienda. 

Alejado de los contubernios que comprometen a los miembros de la Corte Suprema pero también evitando el desgaste que arrastran los aspirantes de su propia coalición, algunos temas en las alocuciones del ministro evidencian los inminentes desafíos de la economía local.

Los datos de la inflación desde noviembre indican un descenso importante, pero todavía se mantienen en un registro lo suficientemente alto como para resolver el problema de los precios.  En paralelo, Argentina debe cumplir compromisos de pago siderales con el FMI; su volumen podría desfondar a la economía incluso cuando se instrumente con rigor cada una de las recomendaciones del organismo. 

Otro de los problemas que afronta es el endeudamiento en pesos. Desde el comienzo de su gestión Massa diseñó varios mecanismos para evitar que el crecimiento de los pasivos desate corridas cambiarias. Con más dificultades que éxito, el ministro puso a disposición bonos duales, tasas de interés altas y canjes de deuda. Ninguna de estas herramientas le asegura que los acreedores domésticos, buscando dolarizar sus activos, continúen con la saga de corridas.

El plan en economía sigue siendo el mismo desde que Massa arribó a la cartera: ordenar las principales variables macroeconómicas haciendo desembolsos en dólares como parte de la refinanciación del programa de crédito stand-by y conseguir estabilidad en el mercado cambiario incrementando las reservas del BCRA. 

Para pagar la deuda el gobierno profundiza la reducción del gasto público quitando subsidios y disminuyendo la emisión monetaria. Para acumular reservas, el repertorio es un poco más amplio: implementó un tipo de cambio alternativo con el complejo agroexportador (dólar soja I y II), recibió financiamiento tanto del FMI como de otros organismos internacionales y espera cerrar acuerdos comerciales ventajosos con el Brasil de Lula. 

El problema con el plan de Massa es que mes a mes parece consolidarse la estrechez del gobierno con bonistas, empresarios y dirigentes patronales sin que los acuerdos le traigan mejoras sustanciales en las reservas, el mercado cambiario o la inflación. Asimismo, la dependencia contraída con el Fondo Monetario está en el centro del debate por la presión que ejerce sobre los precios locales. 

Durante el 2022 la devaluación fue de un 72% y la inflación alcanzó el 94%. En los casi cinco meses de gestión del tigrense, el dólar trepó un 44%, es decir, el ritmo de devaluación de la moneda extranjera creció. El FMI le pide al gobierno acelerar el tipo de cambio oficial y colocarlo por encima de la inflación como condición para pagar el crédito stand-by y continuar recibiendo los desembolsos que el organismo realiza para refinanciar la deuda. 

La apreciación de la moneda extranjera tiene efectos inflacionarios evidentes ya que la pérdida de valor de la moneda local impacta sobre la variación de precios en el comercio doméstico. Al ser interrogado sobre este punto, Massa fue contundente: “Yo no estoy de acuerdo con que el acuerdo sea inflacionario”. 

El ministro niega que el Fondo es el que determina la política monetaria del BCRA: “El Fondo puede plantear un recorrido o un sendero de cara a la construcción de un único mercado de cambios, pero nosotros entendemos que eso es un trabajo que se hace en el tiempo y que no se puede hacer de un día para el otro”, afirmó Massa en la entrevista brindada a Jorge Fontevechia.

Algo similar ocurre con las tarifas de servicios públicos. Parte del ajuste fiscal negociado con el organismo se intenta mediante la quita de subsidios a las boletas de luz, agua y gas que paga el consumidor: “La realidad es que sobre la segmentación se plantearon un montón de escenarios super alarmantes (…) tampoco podemos pretender que los servicios públicos terminen siendo gratuitos porque eso genera desinversión y la desinversión genera falta de calidad en el servicio y la gente lo paga no teniendo luz, no teniendo gas, no teniendo agua”, disparó el ministro ante la pregunta de Horacio Verbitsky.

Una apuesta fuerte del gobierno pasa por la implementación del programa Precios Justos. Los dos ministros que precedieron a Matías Tombolini en la secretaría de comercio no obtuvieron resultados en sus planes para congelar los precios. Para Massa la diferencia radica en la unificación del ministerio de comercio interior y exterior: “El Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) es un sistema en el que Comercio Interior está sentado en la mesa (…) Es planificación acordada, cumplimiento del programa de precios, de acceso al mercado de capitales, de incentivos, del pago de los bonos de capital. Cada una de las cosas que uno y otro tienen como obligación cumplir”.

En este punto el ministro se anota un empate pírrico. La inflación se redujo del 7% de agosto al promedio de cinco puntos que se confirmó en diciembre y que esperan se replique en enero. Sin embargo, no todas las empresas cumplen con el programa y los ingresos de los consumidores no crecen lo suficiente como para que el consumo no se estanque.

Con las disertaciones de Massa hay que hacer un ejercicio talmúdico para distinguir entre las palabras y los hechos. Si bien señala la importancia del mercado interno y el rol que desempeñan los ingresos de asalariados en el producto bruto, hasta el momento sólo generó instrumentos de estímulo a la exportación, subsidios a las empresas de servicios públicos y atractivos fiscales para los bonistas del mercado doméstico.

La pregunta que queda abierta es sí la caída del salario y el descenso del consumo es la consecuencia del Programa de Estabilización. La idea parece ser que en tanto la demanda caiga, los salarios permanezcan deprimidos y la actividad tienda a enfriarse, los precios se desaceleran y las condiciones de inversión de capital, en un contexto de previsibilidad de mercado, mejorarán.
Pero Massa niega que la orientación sea una política de corte ortodoxo: “Nuestro principal objetivo es bajar la inflación sin congelar la economía, porque la paz de los cementerios no le sirve a nadie. Hay que mantener niveles de actividad y de ocupación, recuperar ingresos paulatinamente, bajar la inflación y aumentar la capacidad de crédito de empresas y consumidores”, explicó en diálogo con Facundo Chaves para Infobae.

Está claro que la plataforma electoral del tigrense, si finalmente acepta que será candidato, es su gestión en economía. Pero el laberinto en el cuál parece estar atrapado es como reunir apoyo social en un contexto regresivo que no ofrece grandes cambios ni en el consumo ni en el salario, pero que tampoco termina de evacuar las dudas que anidan entre los empresarios sobre el camino de previsibilidad que dice cimentar.

El favor de Macri y los faccionalismos

El verano de Cambiemos es un verdadero campo de batalla. No hay calor que logre aplacar las acusaciones cruzadas y los enfrentamientos. El mentor político de la coalición, Mauricio Macri, se muestra con varios candidatos sin definir su apoyo explícito a ninguno. De vez en cuando amaga con anotarse en la lista de aspirantes, actitud que despierta viejos amores y varios rencores.

Es cierto que en materia económica las cosas están más claras. No sólo porque no son los responsables de la botonera institucional, sino porque se sienten cómodos en el consenso liberal que se teje en relación a la administración de los asuntos económicos. La diferencia con el equipo de Massa está en incrementar la velocidad del ajuste fiscal, el ritmo de la devaluación y el congelamiento de la actividad. La receta del shock sigue siendo el plan de los referentes de Cambiemos.
El economista Luis Secco, flamante integrante del equipo económico de Larreta, lo ratificó ni bien fue nombrado. Algunas medidas del gobierno no le parecen desacertadas, pero cree que el gradualismo no funciona para un escenario donde el mercado exige mayor previsibilidad macroeconómica.

Sin embargo, el debate central de Cambiemos no pasa por los avatares de la economía nacional. La batalla central pasa por la definición de la alianza y los candidatos con serias aspiraciones a competir en octubre. En esa materia, hay más maniobras para debilitar a sus contrincantes que definiciones políticas.
Larreta finalmente logró una foto junto a Mauricio Macri en su visita a Cumelén. Al cierre de la reunión que el Jefe de Gobierno porteño obtuvo en la residencia de verano de Macri, publicó: “Con Mauricio Macri compartimos valores y el objetivo de mejorarle la vida a la gente. Nos une la convicción de que hay que cambiar definitivamente la Argentina y la responsabilidad de llevar ese cambio adelante”.

Mientras Larreta se muestra cercano al ex presidente para demostrar que cuenta con su apoyo, el otro frente que debe cerrarse es el de los radicales. El partido centenario tiene sus propias internas en materia electoral. Gerardo Morales y Martín Lousteau se subieron a la campaña de Larreta mientras que Alfredo Cornejo y Gustavo Valdés se acercaron a Patricia Bullrich sin descartar la posibilidad de construir una candidatura propia.

Por la ancha avenida del medio se desplaza en soledad Facundo Manes que insiste con que el mayor valor de la UCR es la transparencia institucional y el funcionamiento republicano, valores que el neurocientífico no parece encontrar en ninguna de las dos opciones que ofrece Cambiemos. 

Los chats en el celular del saliente ministro de seguridad porteño, Marcelo D’alessandro siguen siendo motivo de enfrentamiento. Por las investigaciones judiciales realizadas hasta el momento, es evidente la estrechez que hay entre los acusados y algunos cuadros políticos que rodean a Patricia Bullrich desde su conducción al frente del ministerio de seguridad.

Pero la nota de color oscuro de la semana la dio Florencia Arrieto, ex asesora de Patricia Bullrich. Hace tiempo que Arrieto se muestra cercana a Larreta, pero la acusación que lanzó en una entrevista televisiva dejó perplejo a propios y extraños: “Patricia dobla en todas las curvas a 180, no se puede dejar muertos en todos los desalojos como Maldonado en Cuchamen y Nahuel en Mascardi”.

La gravedad de los dichos de Arrieto tienen el mismo espesor que los negocios espurios revelados en el celular de D’alesandro. La ex asesora de seguridad de Independiente responsabiliza a Patricia Bullrich de ser la responsable política de la represión y persecución que terminó con la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, un desenlace bastante caro a los principios más elementales de nuestra democracia. 

Patricia Bullrich estuvo en Córdoba acercando posiciones con Luis Juez y Rodrigo de Loredo, ambos candidatos a gobernadores de una provincia central para Junto por el Cambio. Sin embargo lo que desvela a la presidenta del PRO es la decisión que tomará Javier Millei, un actor central por su performance mediática, de gran impacto entre los votantes más jóvenes.

Millei descartó una alianza con Larreta, pero mantiene abierta la posibilidad de acercar posiciones con Patricia Bullrich. Para eso la ex ministra define una agenda de gobierno donde incluye varias proclamas que los libertarios ladran en sus populosas presentaciones públicas como quitar en seis meses todos los planes sociales.

Lo llamativo en la definición de las candidaturas en Cambiemos es que ninguna de las acusaciones cruzadas, hechos inapelables de defraudación estatal o represión ilegal, llaman la atención de la justicia o la opinión pública. Mientras Macri exige fidelidad y se coloca en el centro de la escena, las dos facciones de Juntos por el Cambio no escatiman en operaciones para debilitarse en la carrera por las elecciones de octubre.   

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