Probablemente este jueves se produzca otro desgajamiento en la bancada del FPV. Primero emigró Bossio con su bloque Justicialista, le siguieron los diputados que responden al Movimiento Evita con el bloque Peronismo para la Victoria y los diputados misioneros resueltos a «recuperar” su independencia política.
Si repasáramos rápidamente cuántos eran el 10 de diciembre de 2015, nos daríamos cuenta de que la balcanización del bloque fue instigada desde fuera así como desde dentro, como en aquella lejana región. Podríamos con facilidad suponer la identidad de los instigadores foráneos. El gobierno de Cambiemos con minoría en ambas cámaras necesitaba y necesita un FPV diseccionado, al menos en Diputados.
Los nombres propios no alcanzaron para acallar las discusiones y los debates que pretendían la mayoría de los legisladores. Los que giran en torno a Máximo -ese núcleo duro y gravitante- parecían seguir orbitando en aquel 54% lejano, habido en 2011, como si aun se mantuviese intacto. Al decir de un diputado con muchas horas de pasillo: «Cristina bajó la orden de votar en contra todo y no negociar nada. Siempre es así, lo que se negocia a la mañana ella a la tarde lo desbarata.» (Página/12, 26/06/16).
Ante semejante desmanejo y balcanización, el PJ decidió convocar para este jueves a su consejo nacional con la intención de ofrecer alguna demostración de autoridad. Proponen, entre otras cosas, la creación de bloques justicialistas en ambas cámaras. Una decisión que no terminaría solo en el congreso nacional sino que irrigaría hacia las legislaturas provinciales y los concejos deliberantes municipales.
Los nombres propios no alcanzaron para acallar las discusiones y los debates que pretendían la mayoría de los legisladores
A poco más de seis meses del cambio de gobierno, no se ha visto la más tenue intención de formular una autocrítica. Sólo se encuentra más de lo mismo, algunos cassettes preparados para la militancia. El valor de la autocrítica es proporcional a su profundidad pero siempre depende de quién la exprese. Si durante estos doce años se rezó cual monaguillo en misa dominical «el proyecto nacional y popular» o “la jefa”, lo propio hubiese sido que esa esperada autocrítica -hoy ya casi sin sentido- viniera de CFK, por supuesto, formulada en ámbitos orgánicos y no soplada a los cuatro vientos como alimento para carroñeros.
Es sabido que en las dinámicas de la política los espacios vacíos no son aconsejables y menos aconsejables son en el peronismo donde la cuestión de la conducción siempre se resolvió de una manera u otra, inexorablemente.
El 10 de diciembre, cuando el peronismo dejó el poder se encontró sin conducción en su propia lógica. Esto es, cuando el peronismo gobierna, el que ejerce la primera magistratura también ejerce la jefatura política.
Al día siguiente -y antes también- los gobernadores, senadores, diputados e intendentes intentaron establecer una línea de transición a la que CFK no sólo impuso un presidente de bloque de la cámara baja, sino que obturó toda posibilidad de que esta se generase.
Hipótesis: si CFK hubiera armado una mesa para transitar los primeros seis meses de Cambiemos con algunos gobernadores, con los presidentes de los bloques más algún delegado de la CGT, ella por encima conduciendo y dándole unas pequeñas vacaciones a los chicos de La Cámpora, quizás no se hubiese llegado hasta acá de este modo.
El 10 de diciembre, cuando el peronismo dejó el poder se encontró sin conducción en su propia lógica. Esto es, cuando el peronismo gobierna, el que ejerce la primera magistratura también ejerce la jefatura política.
Lo que está en discusión es cómo se enfrenta al macrismo. Las miradas desde uno u otro lado son muy distintas. CFK (con su alta imagen positiva más un piso alto de intención de votos) cree que las políticas implantadas por este gobierno son impopulares y que llevarán por sí mismas a que “la gente” termine más temprano que tarde por reclamar su vuelta sin más. Por supuesto, con una oposición cerrada y pareja en todos los ámbitos institucionales y los pibes en la calle. Para el grueso del peronismo, es decir, para los gobernadores, los diputados, los senadores, los intendentes, el movimiento obrero y la militancia territorial en general, lo primero es reordenarse y definir una conducción que permita construir la mayoría necesaria para volver al poder.
Así se navegaba en estas aguas, cada cual con su libreto, cada quien haciendo cuentas para el año que viene, hasta que llegó López. Junto al suceso cinematográfico de los bolsos de dinero, el entierro, el convento y el 911 la situación cambió dramáticamente así como la relación de fuerzas y el humor hacia adentro del FPV, al que encontró desunido y con más de una conducción.
El próximo jueves Gioja intentará -aunque más no sea en parte- reconstruir cierta autoridad y ordenar una conducción, dos elementos indispensables para un peronismo que navega en aguas profundas y turbulentas.