El imperio que sonríe

Barack Obama estrenó en Trinidad & Tobago el nuevo soft pack imperial. Abundaron los gestos de distensión hacia Cuba, pero por ahora el bloqueo continúa. La relación entre las Américas y la postura de Cristina. No estuvieron en discusión los ejes del dominio colonial mientras todos rezan para que no explote la burbuja de todas las burbujas: el dólar.

A pesar de la catarata de reclamos que cayeron sobre Estados Unidos en Puerto España, un aire chévere campeó en los encuentros: Cuba fue el tío pecador ausente del que todos hablaron en la Cumbre de presidentes. Las posturas encontradas en este y otros temas (el texto original fue redactado por la OEA antes del crack bancario) impidieron que todos firmaran una declaración final. De todos modos, nadie faltó a la foto.

En esta procesión de summits que conmueven al mundo desde que se desplomó el capitalismo financiero, no estuvieron en discusión los ejes del dominio colonial. Es que todos cruzan los dedos, esperando que no explote la burbuja de todas las burbujas: el dólar.

Hablando un 17 de abril (otro, en 1961, dio comienzo a la fracasada invasión en Playa Girón), Obama lució todo su glamour para anunciar que consiente una relación multilateral marcada por la “diversidad” en lugar de reclamar, como Bush, férreo alineamiento. Luego, en la conferencia de prensa que ofreció al cierre, recordó dos veces el poderío militar que lo respalda.

El vicepresidente Biden había estampado el límite de tal permisividad cuando, en la reciente reunión progresista en Viña del Mar (una iniciativa creada por Bill Clinton), sostuvo que aunque ahora todos éramos muy flexibles a lo políticamente incorrecto, la reincorporación de Cuba al sistema americano estaba fuera de discusión. Hillary Clinton reconoció el fracaso de la política con Cuba, pero no aclaró cómo se saldría de ella.

Los norteamericanos cargaron las tintas sobre el narcotráfico. Estados Unidos es el mayor mercado mundial, pero en lugar de combatirlo en su propio territorio, dirige guerras de baja intensidad en México y Colombia. Grandes fondos narcos alimentan el sistema bancario norteamericano vía paraíso fiscal, y la industria bélica sigue sedienta de nuevos pedidos.

Además de la distensión con Cuba, quedó plasmado el nuevo rol de Brasil como subpotencia regional. Obama prometió que lo consultará antes de tomar decisiones en el continente. Corrieron versiones –no confirmadas al cierre de esta nota– de que el subsecretario de Asuntos Hemisféricos Tom Shannon, heredado de la era Bush, sucedería a Wayne en Buenos Aires.

El apretón de manos con Chávez (quien llegó a Puerto España procedente de La Habana, donde acordó una postura con Fidel Castro) selló la recomposición de las relaciones. Obama obsequió un autógrafo a Álvaro Uribe, y Evo Morales se mostró escéptico. No se descarta que Chile avance en una alianza más fuerte con Estados Unidos: Obama lo aplaudió por sus avances en energías no contaminantes.

Los países sudamericanos reclamaron en Puerto España la capitalización del BM y BID con nuevos fondos, pero hay gran distancia entre las expectativas y lo que Estados Unidos parece estar dispuesto a otorgar. Es cierto que el FMI pone condiciones macroeconómicas, pero además esos organismos multilaterales tienen capacidad técnica para diseñar políticas sociales que no necesariamente responden al interés de los receptores.

Temas vedados en la agenda

Los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) no fueron mencionados. Quizás cayeron en la práctica, pero están firmados y valen ante cualquier tribunal. Las leyes internas norteamericanas restringen las inversiones extranjeras, pero con esos tratados, los Estados anfitriones deben demostrar ante un tribunal extranjero, invirtiendo la carga de la prueba, la finalidad de sus propias políticas. Estados Unidos aplica hoy un “compre nacional” que veda a los otros países.

Es otro el interés estratégico del Norte. Jeffrey Davidow, uno de los asesores de la Casa Blanca en temas latinoamericanos, anunció la semana pasada, con Hillary Clinton a su lado, que “Estados Unidos quiere hablar sobre una agenda verde focalizada en la energía limpia de contaminación”.

Biocombustibles sí, pero no contaminación vía glifosato ni minería a cielo abierto. También están preocupados por la falta de equidad en los países latinoamericanos aunque no saben por qué se produjo: “Sabemos que hubieron progresos como el aumento del PBI y la reducción de la pobreza pero el hecho es que de acuerdo a las Naciones Unidas, la inequidad es más alta que en cualquier otro lado”, comentó perplejo Davidow.

Sí pero no

Obama llegó a la reunión a horas de que la General Motors se declare en bancarrota. El gobierno norteamericano planea estatizarla, con aplausos universales, pero los medios locales condenaron la designación de Aldo Ferrer como director de Techint-Siderar en representación del Estado argentino.

Trajo algunas buenas nuevas: no se acaban cuarenta y siete años de bloqueo al diabólico régimen de La Habana, pero se derogan algunas restricciones para cubanos residentes en Estados Unidos. Los alimentos y medicamentos que llegan a la isla deben ser pagados por el gobierno cubano en efectivo y por adelantado. Obama anunció haber suavizado este cerrojo luego de asegurar a los senadores dependientes del voto cubano que la medida no tendría ningún efecto práctico para no despertar la ira de los representados.

En diciembre se había anunciado el futuro traslado de la prisión de los irregulares del Eje del Mal, pero no el fin de la base militar de Guantánamo, histórico enclave colonial en Cuba. Y no tanto por un guiño hacia los Castro sino por la evidencia indisimulable de que en esa cárcel ilegal se tortura.

Hillary Clinton llamó a un diálogo franco con Cuba sobre derechos humanos. Raúl Castro aceptó, siempre que sea en igualdad de condiciones. Obama insistió en esta horizontalidad, pero hay que ver.

Como anfitriona, la OEA acicaló su página web y alquiló dos lujosos paquebotes para alojar a las comitivas. Su Secretario General, don José Miguel Insulza, había declarado días atrás sobre la reincorporación de Cuba: «Si alguien cree que hay que empujar al presidente de Estados Unidos en la cumbre para conseguir ese objetivo, está profundamente equivocado», dijo. El vicepresidente Biden, la secretaria de Estado Clinton y el vocero Restrepo suscribieron palabra por palabra la advertencia de Insulza. Luego, a minutos de iniciadas las deliberaciones, el titular de la OEA reconoció que la exclusión había perdido sentido, pero que eso se trataría en la próxima Asamblea General. Cuba no parece tener interés en reincorporarse.

Las Américas

No hay Oceanías, Áfricas, Asias ni Europas pero sí Américas, para separar a la imperial del resto del continente, los que estamos abajo, colgados del mapa. Es una cuestión de construcción de la identidad nacional.

Aquella, la del Norte, sajona y puritana, lo es por antonomasia desde que en 1823 el presidente Monroe anunciara (el texto fue escrito por John Q. Adams): “los continentes americanos no deberían ser considerados ya como susceptibles de futura colonización por cualquiera de las potencias europeas”, refiriéndose a los imperios ruso y británico porque, derrotado Napoleón en 1815, Francia ya no contaba tanto.

Las otras Américas sufrieron a la largo de su historia una versión no menos genuina de la doctrina: la del garrote, América para Estados Unidos, ser su patio trasero. Un indiferenciado patio trasero para la tosca cultura media norteamericana, aunque no para las clases dirigentes de ese país: el juez Griessa sabe bien qué son las AFJP que depositaron en los hedge funds. En 1982, otro juez de New York había embargado aviones de Aerolíneas Argentinas doce años antes de que la nueva Constitución Nacional implantara la supremacía de la jurisdicción extranjera sobre la ley nacional. Fue uno de los triunfos póstumos de la dictadura, otro retroceso que posibilitaría el pacto de Olivos.

Aunque no con la intervención abierta que llevó, entre muchos otros ejemplos, a varias invasiones militares, la esterilización de mujeres fértiles en Bolivia, asesinatos de presidentes como Arbenz, Villarroel, Torrijos y Barrientos, golpes contra Allende y Velazco Alvarado, y el reciente intento abortado contra Chávez, Estados Unidos tuvo con Argentina una relación diferenciada, marcada tanto por su condición de relevo del dominio británico sobre el sistema de transporte, el saqueo de la producción primaria y el control financiero, como por la competencia en el mercado internacional de sus producciones agrícolas, dada la similitud entre los ecosistemas del Medio Oeste y la Pampa Húmeda.

Este vínculo de influencia y antagonismo combinados pasó por distintas etapas, marcadas por el paulatino avance de la cultura industrial norteamericana dentro de un proceso mundial de dominio del pensamiento único, eso que el filósofo brasileño Emir Sader llamó “monopolio de la palabra, la información y el estilo de vida”. Los “valores compartidos” a los que se refirió Obama.

La competencia agropecuaria se transformó cuando en los ‘90 fueron autorizados –por el entonces secretario de Agricultura Felipe Solá– los cultivos transgénicos de Monsanto, mientras el NAFTA liquidaba las especies autóctonas de maíz en México. Entretanto, China había decidido reducir la siembra de soja debido a su poco valor agregado y alto consumo de agua, equivalente a la plantación de eucaliptos para celulosa, con lo cual la producción argentina quedó doblemente sujeta a una demanda impuesta desde afuera. Es un buen ejemplo del tipo de decisiones que toma el mercado sin presencia estatal: los precios en Chicago deciden por nosotros.

En agosto de 1992, Argentina firmó con Estados Unidos un TBI que significó inmunidad ante las facultades del Estado nacional. Con la solitaria excepción de Brasil, toda el área siguió el ejemplo.

La liberalización unilateral de los flujos especulativos anticipaba el ALCA que fracasaría en Mar del Plata en noviembre de 2005, pero no tanto.

El NAFTA con México y el CAFTA con los centroamericanos “completaron (al decir de Jorge Castro, el mejor exponente local del lobby de Estados Unidos) el ciclo de integración funcional con la economía y la sociedad norteamericanas”. Y a eso deben sumarse los TLC (Tratados de Libre Comercio) con Perú, Guatemala y Colombia, este último demorado en el Congreso por presión de algunos demócratas cercanos a la AFL-CIO.

Avances

Al sur de Panamá, la influencia de Estados Unidos disminuyó en la última década por el resurgimiento de modelos de desarrollo con cierta autonomía, pero se mantiene invariable la hegemonía de la industria cultural en la que los medios de comunicación cumplen un papel central. Sin dar esa batalla, los avances en términos de independencia no serán defendidos por sociedades que miran para otro lado, apegadas a un modelo hecho añicos.

Frente a la OEA (las Américas menos Cuba, con hegemonía estadounidense), un ente que congeló la asimetría de poder, el Unasur abre la perspectiva de una América Latina unida frente a Estados Unidos. Otras iniciativas como el Mercosur, el Banco del Sur, y el ALBA liderado por Chávez, fortalecerán las posturas autónomas siempre que los dirigentes logren armonizar intereses y desigualdades.

En Viña del Mar, la presidente Cristina Fernández había afirmado: “Un mundo sin reglas es muy malo, pero un mundo donde las reglas solamente son cumplidas por los que no tienen fuerzas para oponerse a ellas y son violadas por los que pueden hacerlo, porque la relación de fuerzas así lo permite, también es un problema”.

Con ese mismo ánimo, en Puerto España recordó que se aplicó el TIAR para expulsar a Cuba de la OEA pero no para defender a Argentina de Gran Bretaña por la cuestión Malvinas. Y definió el bloqueo como un “anacronismo de la Guerra Fría”.

Remarcó que la exclusión social es el caldo de cultivo para el narcotráfico y el terrorismo. Pidió integración en lugar de ingerencia; y consideró imprescindible dotar de fondos a los organismos como el BID, para dar sustentabilidad y continuidad al crecimiento.

Obama respondió a los reclamos con paciencia y buena cara: la cuestión de las reglas puede esperar.

Una buena inyección de dólares servirá para bajar la ansiedad, pero no serán tantos como los esperados. No habrá medidas espectaculares respecto de Cuba. La vida es como una película.

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