El conjunto de medidas de “alivio” para una economía en estado zombie fue anunciado con suficiente anticipación para aguardar la palabra presidencial como un acontecimiento central antes del fin de semana largo. Si bien muchos comunicadores adelantaron el alcance de lo que se denominó “pacto de caballeros” sobre precios y tarifas, la expectativa recayó en la presencia de Mauricio Macri para que explique su manotazo a tan desprestigiadas medidas kirchneristas.
Sin embargo, el anuncio oficial fue direccionado por la ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley y el ministro de producción, Dante Sica en una conferencia de prensa donde “alivio” y “familia argentina” fueron los términos más repetidos, mientras las y los periodistas señalaron la ausencia del primer mandatario. En su lugar y a modo de espectro, Casa Rosada publicó un breve video de visita presidencial para “charlar” con una vecina comprometida con el “Cambio”.
La escena se presentó desprolija. Los planos de la cámara, el sonido y el intento de parecer espontáneo y natural evidenciaba todo lo contrario. Al respecto, muchos especialistas en comunicación política evaluaron e interpretaron el mensaje algunos en clave de desdibujamiento de la política y otros, en términos de eficacia. Pero quizás lo interesante sea observar que cada pieza de comunicación gubernamental se engarza en un devenir político que ya muestra una zona de barro, de la que pocos apuestan una salida elegante.
La visita
La búsqueda de mostrar transparencia y cercanía con el vecino es un sello de la comunicación de Cambiemos. Por eso, el video se inicia con una caminata sinuosa que hace Mauricio Macri hasta llegar al departamento de Adriana y su familia en Colegiales. Se saludan como “amigos”, pero sin sorpresa ni ganas. Toman agua en una mesa vacía y no se escuchan sonidos caseros. La niña de la casa mira a los que están detrás de cámara. Adriana le explica sus problemas cotidianos al presidente y él comenta con vaguedades. No es el centro del discurso verbal ni del visual. Está ahí, pero como un espectro de aquel candidato de la revolución de la alegría.m
En efecto, los cortes de edición son notorios y abruptos; el sonido de mala calidad y el diálogo es forzado. Y lo peor de todo es que se nota. Cualquiera lo puede notar. Esto es lo trágico de la comunicación Pro, porque su eficacia se reduce cuando el dispositivo ya no tiene legitimidad. Si la escena cuidada con sus interlocutores, resulta tan torpe al estilo de las visitas de De La Rúa en el programa de Marcelo Tinelli, es que todo fue fallido.
Aquí viene otro aspecto trágico. No salen títulos, ni slogans para recordar. Todos vimos al presidente en la casa de Adriana, pero ¿qué dijo sobre las nuevas medidas? ¿de qué manera incentivó expectativas económicas? Ha quedado el silencio del espectro.
De afectos y afectados
La alianza Cambiemos o lo que queda de ella: el Pro tiene una figura central que es Mauricio Macri y el problema de su vaguedad deja un espacio tambaleante que ni los referentes mediáticos se animan a conducir. A los afectados del ajuste, se suman los decepcionados y los afectados.
“¡Hagan algo!”, gritó un obrero cuando se acercó al star system del Pro y llegó a dirigirse al presidente y no tuvo respuesta. Ni antes, ni en ese momento. Otro obrero, en otra oportunidad, le pidió una foto y construyó su propio meme: le hizo la “V” frente al primer mandatario mientras retrataban oficialmente el momento. Una vez más, la falla del dispositivo quedó en evidencia y la viralización contribuyó a ese desgaste.
Por otro lado, para el núcleo duro de Cambiemos, no hay caramelos. Ni un índice económico a favor porque el declive se siente en todos los sectores y el aumento del malhumor se expande. Las noticias judiciales no son mejores, tampoco. En ese escenario, la pieza no es satisfactoria porque Macri habló en un tono bajo, con pocos slogans y sin sus tópicos de la corrupción. Quedó lejos ese cierre furioso frente a la Asamblea parlamentaria ante el inicio de sesiones. En todo caso, hay una continuidad con aquel mensaje, también grabado, donde se anunciaba la vuelta al FMI ante la nueva corrida bancaria y devaluación en abril de 2018. El presidente habla en un plano general en un salón vacío y con bajas luces. No más de tres minutos y el dólar sube.
Sin la palabra de la figura central y ante el deterioro político-económico, ningún referente de la segunda línea se asoma. El juego de despegue de parte de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta se vuelve ambiguo para no terminar de romper el armado neoconservador. Diputados y senadores que solían integrar paneles de televisión diarios desde 2015 al 2017, hoy no están. Solo quedan los trolls virtuales y algunas figuras como Alfredo Casero -quien también criticó el video de los anuncios- para sostener la esperanza macrista.
Sin línea, el jefe de gabinete Marcos Peña apuesta a la comunicación al estilo “vietnamita”, pero con un lenguaje troll. Sin nueva promesa ni compromiso, el objetivo es embarrar las interacciones con acusaciones del 2015 sobre “robo”, “corrupción” y “bolsos” que no interpelan ante las urgencias del hoy.
Adriana cuenta que las expensas no dejan de aumentar, que el alquiler sube y que no alcanzan dos trabajos. El presidente mira a los extremos, le contesta con Procrear con dólar a 45, el gas “planchado” por unos meses y un argumento: en otros países esto funciona. Los dueños de casa imaginan esos lugares donde no necesitan alivios porque quizás no le hicieron tamaño daño. Quieren creer en un espectro.