El dólar, ¿la moneda global?

Recorremos la historia del dólar, sus orígenes, cuándo y cómo empezó a cobrar la importancia que tiene hoy en día, y nos preguntamos ¿puede mantener su relevancia?

Sin duda que a nivel internacional la cuestión del conflicto en el Este Europeo ha tomado la centralidad de los principales medios de comunicación. Tanto la prensa escrita, como la televisiva, destinan horas y horas en el (sobre)análisis de la invasión rusa a Ucrania. Economistas, politólogos, militares y sociólogos, inundan las pantallas y derraman ríos de tinta, para explicar el por qué de la invasión y como las duras sanciones de occidente van a marchitar la economía rusa, haciendo tambalear al tirano Vladimir Putin. Pero lo cierto es que no sucede ni una cosa, ni la otra, ya que las duras sanciones de occidente no son tal cosa, y el tirano Vladimir Putin, no tambalea.

Que la guerra y la invasión son actos totalmente repudiables y que rompen las buenas prácticas internacionales, no quedan dudas. Tampoco quedan dudas de la tradicional doble moral de occidente frente actos de agresión de un país a otro,  como el caso del accionar de Israel en la Franja de Gaza, o la sistemática violación de los Derechos Humanos en Arabia Saudita, o el mismísimo Estados Unidos y su accionar a discreción como el gendarme del Mundo. 

 Pero hay algo que resulta más llamativo que la doble moral occidental y que el sobre análisis de un conflicto armado, un tema del que no se habla y que pareciera estar solapado, pero que resulta medular para la estabilidad del sistema internacional en su  conjunto. El dólar y su carácter de moneda de reserva global están siendo discutidos.

El contexto 

Históricamente las monedas de los estados obtenían su valor en función de las reservas en oro o plata que estos tuvieran, y la cantidad de dinero que podían imprimir dependía de sus reservas en dicho material precioso, pero ¿por qué se tomaba al oro como un material de referencia? 

Básicamente, porque es un material duradero, divisible y difícil de falsificar, y además su uso y aceptación común está extendido a nivel global en términos históricos. Este tipo de referencia cambiaria se lo conoce como Patrón Oro (1819 – 1930), ya que la emisión monetaria de billetes físicos está atado a la cantidad de reservas en oro que los estados pudieran tener, es decir que, un ciudadano podía cambiar en el Banco Central de cualquier país un billete por su valor en oro. 

Este sistema monetario impulsado y sostenido por Gran Bretaña, funcionó hasta el comienzo de la 1º Guerra Mundial (28 de julio de 1914 – 11 de noviembre de 1918), ya que los países en conflicto, dado los costos del conflicto militar, comenzaron a imprimir dinero sin tener su correspondiente respaldo en oro. En el periodo entre guerras, Gran Bretaña intentó retomar el Patrón Oro, pero la Gran Depresión de 1929 – 1931, le puso un punto final de forma definitiva al orden económico que rigió en el sistema internacional durante un poco más de cien años. El fin del Patrón Oro significó también, el final de Gran Bretaña como primera potencia del mundo.

Al momento de finalizar la 2º Guerra Mundial (1 de septiembre de 1939 – 2 de septiembre de 1945), Estados Unidos se erigió como la economía más fuerte del planeta, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. Como no había sufrido las destrucciones por la Guerra, tenía una industria manufacturera poderosa, y además se enriqueció vendiendo armas y prestando dinero a los estados participantes del conflicto, los cuales pagaban en oro las mercancías y los préstamos Norteamericanos. En este momento histórico, Estados Unidos concentraba cerca del 50 % del PIB mundial con menos del 7 % de la población. Además de acumular casi el 80 % de las reservas de oro a nivel global.

Con tales argumentos a su favor es lógico pensar que el rediseño financiero de occidente en la posguerra respondiera  a los intereses Norteamericanos, tal es así que  entre los días 1 y 22 de julio de 1944,  en  plena Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar la conferencia de Bretton Woods, en el estado de New Hampshire (EE.UU), la cual estableció las políticas económicas mundiales que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970, creando también instituciones fundamentales a la hora de apuntalar el poderío Norteamericano: el Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI), y el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, en inglés) que a posterior se convertiría en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Estos tres organismos representan la institucionalización del poderío Norteamericano sobre occidente.

La conferencia de Bretton Woods marca también el inicio, a nivel internacional, de la “contrarrevolución conservadora”, se debe tener en cuenta que hasta la primera Guerra Mundial, los conceptos liberales del «laissez faire, laissez passer»  – expresión francesa que significa “dejen hacer, dejen pasar” -, refiriéndose a una completa libertad en la economía y una mínima intervención de los gobiernos, primaban a nivel global. 

La primera Guerra Mundial pone en crisis estos conceptos económicos. El abandono del Patrón Oro significó el comienzo de un periodo de proteccionismo, donde las economías buscaron proteger sus mercados internos, mediante la implementación de aranceles a las importaciones, y devaluaciones competitivas que mejoren su posición en el comercio internacional; en este punto los acuerdos de Bretton Woods retoman el concepto de liberalización progresiva de la economía, reducción de aranceles y apertura constante de nuevos mercados, posicionando al comercio internacional como uno de los principales factores de desarrollo.

Pero en un contexto internacional marcado por dos post guerras mundiales y una gran depresión en el medio, no pareciera que el comercio internacional fuera a generar algún tipo de progreso. Europa estaba destruida, mientras que América Latina y África no estaban en condiciones de absorber el excedente de producción generado en los Estados Unidos. Es por estos motivos que Norteamérica toma la tarea de la reconstrucción Europea, y mediante el Plan Marshall, transfirió a Europa enormes cantidades de dinero, los cuales se utilizaron para importar productos y servicios desde los Estados Unidos hacia el “viejo continente”.

El dólar como moneda de reserva mundial

Como ya fue mencionado, los acuerdos de Bretton Woods marcaron el inicio de la supremacía Norteamericana y el rediseño del sistema financiero occidental a la medida de sus propios intereses, pero sin lugar a dudas que la piedra angular del nuevo sistema fue la consolidación de una nueva moneda de referencia global, el dólar Americano.

Al ser Estados Unidos el mayor tenedor de reservas de oro del mundo, consiguió anclar al dólar con dichas reservas, garantizando un valor de treinta y cinco dólares por onza de oro. Permitiendo así a los demás países de occidente, principalmente a Europa, tomar como referencia al dólar para cotizar sus divisas. Este mecanismo, el cual podemos llamar “Patrón Dólar – Oro”, estaba basado en un respaldo real y cuantificable, eran las reservas de oro lo que le daban al dólar su valor. 

Pero Estados Unidos comenzó a tener algunos inconvenientes, y en su afán de contener la expansión del comunismo; política internacional desplegada por las distintas administraciones Norteamericanas en los primeros años de la Guerra Fría; en Julio de 1964 ingresó en la Guerra de Vietnam (1 de Noviembre de 1955 – 30 de Abril de 1975), y se vio obligado a comenzar a imprimir dólares para financiar el enorme gasto militar que la intervención significaba. Dólares para los cuales no contaba con su correspondiente respaldo en oro, esta situación generó un exceso de dólares, provocando un desajuste en las economías Europeas (entre otros factores), las cuales le reclamaron a Estados Unidos que devalúe el dólar frente al oro. Estados Unidos respondió saliendo unilateralmente del los acuerdos de Bretton Woods (BW). 

El día 15 de Agosto de 1971 el presidente Richard Milhous Nixon (1969–1974) firmó un decreto por el cual se salía de los acuerdos de BW, y por ende también se salía del “patrón dólar – oro”. Convirtiendo a todas las monedas de occidente, incluido el dólar, en dinero fiduciario, o sea dinero que tiene valor en base a la confianza que se tiene en él, pero que no tiene ningún tipo de respaldo real.

En paralelo a estos acontecimientos se desarrolló la Guerra del Yom Kipur, fue un conflicto bélico librado por la coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria contra Israel desde el 6 al 25 de octubre de 1973, en el marco de la Guerra Árabe – Israelí. El 16 de octubre de ese mismo año, la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OPEP) detuvo la producción de crudo y estableció un embargo para los envíos petrolíferos hacia Occidente, especialmente hacia Estados Unidos y los Países Bajos, países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur.

Los efectos del embargo fueron claros: se duplicó el precio real del crudo a la entrada de la refinería y se produjeron cortes de suministro. Todo esto aceleró una etapa económica negativa en el mundo occidental que ya había empezado, y llevó a una recesión global durante el año siguiente.

Para responder a esta situación, Estados Unidos envió en julio de 1974 a su recientemente nombrado secretario del Tesoro, William Simon, a una gira diplomática por Oriente Medio. El objetivo era claro, neutralizar la capacidad de los productores de la OPEP para utilizar el crudo como arma económica y, al mismo tiempo, conseguir que Arabia Saudí, por aquel entonces principal productor mundial, financie el déficit Norteamericano comprando masivamente su deuda. Todo esto a cambio de colaboraciones militares y armamentos; el mecanismo era sencillo, Estados Unidos proveía de armas al régimen Saudita, y estos a cambio se comprometieron a por un lado solo recibir dólares americanos por el petróleo que producían, y por el otro, con esos dólares comprar bonos del tesoro americano. Naciendo así una nueva divisa internacional, el Petrodólar. Es en ese momento en que el dólar comenzó a valer por lo que se puede comprar con él (petróleo), no por su valor real, en términos de la teoría marxista clásica. El valor de cambio primó por sobre el valor de uso.

La ¿hegemonía? del Petrodólar 

Desde mediados de los años 70, el mundo es regido por una suerte de “ley no escrita”, la cual dicta que todas las transacciones comerciales vinculadas con el petróleo deben realizarse en dólares americanos. Situación que le otorga a los Estados Unidos una capacidad única en el sistema internacional, la de emitir dólares a discreción y sin ninguna consecuencia para su economía doméstica.

Pero se han presentado casos en que algunos estados intentaron salirse del esquema del dólar para comerciar su petróleo. A comienzos de los 2000, Saddam Husein intentó salirse del esquema del dólar para la venta de petróleo. Más adelante en el tiempo, Muamar Gadafi intentó crear una divisa africana respaldada con reservas de oro para comerciar su crudo. Llamativamente, y en una increíble coincidencia histórica, ambos líderes terminaron de la misma forma, con la condena de la opinión pública internacional, perdiendo el poder y la vida a manos de un grupo de rebeldes financiados por occidente.

Pero en la actualidad, la realidad del mundo multipolar no es la misma que a comienzos de siglo, y nuevos actores de peso han surgido en la arena global. El eje ruso – chino amenaza la hegemonía internacional del dólar;  y ambos estados son conscientes que el sistema financiero occidental depende de la estabilidad de la divisa americana para su normal funcionamiento.

Además se debe comprender que el actual sistema internacional es multipolar, por ende resulta lógico pensar y entender la aparición y consolidación de otro sistema financiero, con otras instituciones y otros organismos, y hasta incluso otro patrón de cambio. Lo que sin duda va a implicar el jaqueo del dólar como moneda de reserva a nivel global, situación que, lógicamente, no va a caer en gracia en Estados Unidos. 

En este punto es vital comprender el papel del Oro como mecanismo de respaldo, ya que desde el 2014 a la fecha, Rusia y China han aumentado fuertemente sus reservas en dicho metal. Acciones que deben ser tenidas en cuenta con un claro fin geopolítico: el de respaldar sus monedas locales con un elemento tangible y cuantificable. Además, desde Septiembre de 2017, circula el Petroyuan, que no es otra cosa que petróleo, exportado por entre otros Arabia Saudita y pagado con yuanes chinos. Lógicamente China no es Libia ni Irak, y su influencia diplomática y poderío económico y militar evitan un enfrentamiento directo entre ambas potencias.

En el caso de la Federación Rusa, la tirante relación que históricamente mantuvo con occidente hace que un posible enfrentamiento esté más instalado en el imaginario colectivo. Pero no debemos perder de vista que en la actualidad la guerra no se libra necesariamente en un campo de batalla, o mejor dicho, el campo de batalla no es una ciudad o región. La guerra entre potencias se lleva a cabo en el terreno de las finanzas y el comercio internacional. Las distintas sanciones que occidente impone sobre la economía rusa son un reflejo de esto, como así también lo es la respuesta de Rusia a tales sanciones.

Occidente (Estados Unidos y la Unión Europea) buscan debilitar a la economía rusa, golpeándolo donde debería dolerle más. La suspensión de la compra de gas y petróleo responden a esa lógica, pero Rusia conociendo su dependencia de la exportación de hidrocarburos, y con el antecedente de las sanciones del 2014, reorientó su exportación hacia el Oriente, recostándose en su principal socio la República Popular China, y ahora exige a la Unión Europea, principal destino de sus exportaciones de gas, el pago de dicho recurso en Rublos, saliéndose de la esfera de influencia del dólar y evitando así las sanciones que le imponen.

Como se observa la actual situación que atraviesa el sistema internacional, es una situación de transición, de cambio hacia otro esquema global, con la aparición y consolidación de otro bloque regional dispuesto a disputarle a occidente la supremacía mundial.

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