El desaparecido

Los hechos detrás de la desaparición de Santiago Maldonado: las maniobras de distracción y encubrimiento, la "amenaza" mapuche y la pesada herencia antiterrorista.

Santiago Maldonado está desaparecido desde la mañana del 1° de agosto y el cronista espera que, antes de terminar de escribir estas líneas, deba borrarlas, descartarlas, porque Santiago Maldonado apareció con vida –como se pide en la Argentina y en el mundo–, sano y salvo. Mientras va escribiendo, y Santiago Maldonado sigue desaparecido, el cronista piensa que, si debe escribir sobre esa desaparición, es mejor ser preciso.

 

Entonces, lo que primero debe hacer es decir las cosas como son: Santiago Maldonado no está desaparecido –ni tampoco “extraviado” o con “paradero desconocido”, como dijeron funcionarios del gobierno nacional–: a Santiago Maldonado lo tiene desaparecido el Estado.

 

Porque Santiago Maldonado no desapareció mientras escalaba el Aconcagua, tampoco se lo perdió de vista cuando se internaba en un bosque o minutos antes de producirse un terremoto. Todos los testimonios aseguran que se lo vio por última vez cuando la Gendarmería lo capturaba, lo golpeaba y lo subía a una camioneta blanca de esa fuerza de seguridad durante una represión ilegal –sin orden judicial y en la que no faltaron las balas– en el Pu Lof de Resistencia de Cushamen, en la provincia de Chubut. A Santiago Maldonado se lo llevó contra su voluntad una fuerza de seguridad que depende del gobierno nacional.

«Santiago Maldonado no está desaparecido –ni tampoco “extraviado” o con “paradero desconocido”, como dijeron funcionarios del gobierno nacional–: a Santiago Maldonado lo tiene desaparecido el Estado»

Lo tiene desaparecido el Estado de un país, la Argentina, cuya historia reciente dio lugar a que la palabra “desaparecido”, para referirse a la desaparición forzada y sistemática de personas, hoy se diga y se escriba en castellano en todo el mundo. Un país en el que, durante la última dictadura militar, el Estado transformado en Estado Terrorista desapareció a 30.000 personas, a las que les negó hasta la existencia porque el “desaparecido, en tanto esté como tal, es una incógnita, mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo… está desaparecido”, en palabras del genocida Videla.

 

La irrupción violenta e ilegal a los terrenos de la comunidad mapuche de donde Santiago Maldonado fue desaparecido por fuerzas de la Gendarmería Nacional fue ordenada por el jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Noceti, precisamente un abogado que se hizo conocido por haber defendido a muchos militares genocidas, cómplices de Videla. Tal vez ése haya sido uno de los méritos que pesaron en el momento de designarlo en un cargo que para el gobierno de Cambiemos es sinónimo de represión.

 

Los hechos y el contexto
Patricia Bulrrich junto a Pablo Noceti

El presidente Mauricio Macri no ha dicho una palabra sobre los hechos. Aún después de que el grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas de las Naciones Unidas reclamara la aparición con vida de Santiago Maldonado, para los funcionarios se trata de una persona “extraviada”. La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, no se presentó en el Congreso, donde había sido citada para que diera explicaciones por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. Para no ir dio una excusa banal.

 

En cambio, la maniobra de encubrimiento de la desaparición forzada de Santiago Maldonado estuvo en marcha desde el primer momento. Desde Gendarmería Nacional negaron conocer su paradero y aseguraron que nunca lo habían detenido. No sólo eso: las cuatro camionetas y el camión que participaron del operativo contra la comunidad mapuche fueron lavadas a fondo, con lo cual quedó borrada cualquier huella de la presencia de Maldonado en alguna de ellas, antes de ser entregadas para que se les realizaran los peritajes que ordenó la Justicia. Una de ellas, además, tenía la faja violada. Cuando los peritos pudieron acceder a ellas ya no había rastros de olores ni de pelos ni de nada en su interior.

 

Las hipótesis de distracción también entraron en juego. La ministra de Seguridad dijo que no se podía saber si Santiago Maldonado estaba o no en la comunidad cuando irrumpió la Gendarmería porque los mapuches estaban todos “encapuchados”. Desde Gendarmería se dijo que tal vez se haya ahogado en un río de menos de un metro y medio de profundidad y lleno de barreras de ramas que, incluso en el supuesto caso de haberse ahogado, hubieran retenido el cuerpo en el lugar, a la vista de todos. La Nación “encontró” un camionero que lo llevó a algún lado. Es decir: Santiago Maldonado no estuvo ahí, pero si estuvo se ahogó o se fue a dedo; nosotros no tuvimos nada que ver. Quizás lo tenga el gran bonete.

«La maniobra de encubrimiento de la desaparición forzada de Santiago Maldonado estuvo en marcha desde el primer momento»

A todo esto, Patricia Bullrich aprovechó para crear un nuevo enemigo. «No vamos a permitir una república autónoma y mapuche en el medio de la Argentina; esa es la lógica que están planteando, el desconocimiento del Estado argentino, la lógica anarquista”, dijo, dejando entrever la posible existencia de una fuerza guerrillera mapuche a ambos lados de la cordillera. Menos conocidas son las declaraciones que hizo en Bariloche el candidato a diputado nacional por el PRO Sergio Capozzi al referirse a las protestas mapuches y específicamente a Resistencia Ancestral Mapuche: “Han recibido instrucción militar en el exterior, en el IRA (Ejército Republicano Irlandés) o con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Y hay dos kurdos entre ellos (…) Así empezaron las FARC y terminaron dividiendo a Colombia en dos. Yo no quiero eso. Y qué casualidad que sea en una misma zona de frontera montañosa. Atrás hay narcotráfico. Es una zona liberada. Hay muchos pasos”, dijo en una ensalada que a primera vista parece risible. Más aún cuando se ven las “armas” secuestradas a los insurrectos por la Gendarmería: hachas, martillos, algún cuchillo, una hoz (¡ojo!), un par de serruchos oxidados.

 

Sin embargo, de risible no tiene nada; al contrario, las palabras de Bullrich y de Capozzo tienen un poderoso objetivo en la mira: al hablar de entrenamiento en el exterior, la presencia de kurdos y el accionar de una fuerza separatista a ambos lados de la cordillera abren la puerta de par en par a la aplicación de la Ley Antiterrorista que tan despreocupadamente –y a pesar de las advertencias de los organismos de Derechos Humanos– votaron los diputados y senadores oficialistas durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Esa sí que es una pesada herencia.

 

Ahora, cuando el cronista termina de escribir estas líneas, Santiago Maldonado continúa desaparecido luego de que se lo llevara una fuerza de seguridad que depende del gobierno nacional. Una pavorosa señal de alarma en un país donde el Estado policial que instaló Mauricio Macri desde los primeros días de su gestión empieza a mostrar su predisposición a cometer acciones terroristas contra los ciudadanos argentinos.

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