Gentileza InfoSUR, especial para ZOOM. La modificación de la Ley de Radiodifusión podría generar la multiplicación de medios; por ello, según Fernández, «el eje del debate deben ser los contenidos.» El director periodístico de La Señal Medios (radio, periódico e Internet) califica la llegada al Comfer de Gabriel Mariotto como «cambio absoluto de política», aunque aclara que «no hay una acción adecuada desde el Estado en la formación de nuevos comunicadores argentinos».
Gabriel Fernández nació en La Plata, Argentina, en 1960. Estudió en la Escuela de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Fue jefe de política nacional en el diario La Voz de Capital Federal, periodista de la Agencia Latinoamericana Prensa Latina, jefe de política internacional del diario Sur, director periodístico de la diario de las Madres y realizador de programas radiales (Ficciones, La Señal, La Fragua, entre otros). Como docente brindó varios cursos de periodismo, fue coordinador de la Cátedra Che Guevara y titular de la Cátedra Rodolfo Walsh, ambas de la UBA. Es desde hace cuatro años el Director Periodístico de Questión Latinoamérica, una revista mensual de análisis estratégico latinoamericano.
Actualmente es director periodístico de La Señal Medios (radio, periódico e Internet) e integrante del equipo de prensa de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
—Luego de 25 años de vigencia de la ley de radiofusión de la dictadura, el gobierno impulsa un debate sobre el modelo de comunicación en Argentina ¿Qué perspectivas se abren en torno al Proyecto de Ley de Radiofusión y el cambio de Julio Bárbaro por Mariotto en el Comfer?
—En general se dice que el problema de esta ley surge de la confrontación del gobierno con los medios durante el lockout agropecuario. Yo frente a eso digo que siempre tiene que pasar algo, algún disparador político para que los dirigentes se muevan. En general cuando la situación está calma y no hay contraste, nadie modifica nada. Este cambio es una autocrítica de hecho a la extensión de las licencias que se brindó hace dos años. La modificación de la autoridad del Comfer sacando a Bárbaro y poniendo a Mariotto me parece un paso gigantesco en favor de los medios alternativos y populares, en favor de una comunicación más democrática. De hecho, en concreto, por ejemplo en Radio Gráfica que funciona en una empresa recuperada, el año pasado Bárbaro quiso decomisar la radio, ahora Gabriel Mariotto la apoya. Es un cambio absoluto de política.
—¿Cuál es la política en concreto? ¿Qué sería apoyar?
—En principio, el principal apoyo es no levantarla, en segundo lugar darle la legalidad y en tercer lugar promover algún tipo de auspicio que le permita la subsistencia. Eso ya es un cambio de política. La ley que se está discutiendo, que esta semana ya va a estar definida, se asienta en 21 puntos elaborados por los medios de comunicación alternativos, y básicamente no trata de eliminar a ningún actor de los medios de comunicación sino de abrir el juego.
Más Medios y mejores contenidos
—¿Hay algo en el proyecto de ley respecto a los contenidos de la comunicación?
—Lo que objeto y señalo es que no hay una política adecuada desde el Estado en la formación de nuevos comunicadores y periodistas argentinos. En general están formados por una concepción que oscila entre el liberalismo y la socialdemocracia sin conocimiento de la propia historia y del pensamiento nacional. Esto lleva a que nosotros estemos discutiendo hoy nuevos medios en manos del pueblo, pero lo que yo quiero plantear como eje del debate es qué contenidos van a tener esos medios. Porque si lo que tenemos son periodistas alternativos que lo que buscan es equipararse a determinadas protestas ecológicas, ambientalistas o inclusive socialistas de carácter europeo… O van a tener raigambre en los medios alternativos previos locales, es decir los cuadernos de FORJA, el periódico de la CGT de los Argentinos, todos los medios que enriquecieron el universo cultural en nuestro país a lo largo de la historia y que, en general, los estudiantes de comunicación desconocen. Mencionan a Walsh pero ignoran su tarea profunda en el periódico de la CGT de los Argentinos, el Semanario Villero o lo que representa Operación Masacre para la cultura argentina. Creo que hay que trabajar fuerte para que no solamente tengamos más medios sino que esos medios tengan mejores contenidos que los que están siendo hegemónicos en este momento.
—¿Te parece que el gobierno va a dar la batalla en lo cultural?
—La batalla que se está abriendo no implica quebrar lanzas con los grandes medios, sino que implica acotarlos. Acá no se levanta ni un solo canal de los grandes medios, acá se agregan canales. El kirchnerismo tampoco está dispuesto a desarrollar una batalla absoluta contra los grandes monopolios de la comunicación. Está diciendo acá hay actores sociales que no tienen canal de comunicación, una especie de censura social en Argentina, queremos que tengan una voz. Creo que es deseable pero además posible la ley.
—En diciembre del año pasado Kirchner autorizó la fusión de Cablevisión y Multicanal, ambos del Grupo Clarín…
—Todavía no está aprobado, está funcionando de hecho, es un tema que se sigue tramitando ante la justicia. De todas maneras creo que van a surgir nuevas cableras, no que se vaya a recortar el poder de Multicanal y Cablevisión. Yo creo que tenemos una situación de militante popular acomplejado, como diciendo que «ellos hacen bien las cosas y nosotros decimos la verdad». En general los productos populares elaborados a nivel comunicacional son mejores que los productos industriales. Mejores en cuanto a calidad pero también a difusión, lo que pasa es que no tienen salida.
—¿Cómo se supera ese complejo?
—La autoafirmación es importante. En este sentido Jauretche es decisivo. En comunicación no está mal leer a Bordieu, Gramsci, Habermas. Pero Homero Manzi, los Redonditos, Jauretche nos explican más de nosotros mismos que los mejores autores sociológicos del mundo por muy buenos que sean. Ojo, no estoy hablando de chauvinismo, de prohibir determinados autores, pero no puede ser que alguien elabore medios en la Argentina y no conozca a los principales elaboradores de medios de la Argentina.
—Decías que existieron un Jauretche, un Scalabrini… ¿te animás a mencionar quiénes estarían hoy en esa condición, autores jóvenes que estén a esa altura?
Zonceras argentinas
—Hay más de los que había en ese momento. Hay hombres de alta capacidad investigativa como Scalabrini Ortiz que es alguien muy difícil de equiparar por la profundidad de su trabajo, pero si recorrés las investigaciones que está realizando el Grupo Moreno, lo que sacamos en Question Latinoamérica, parte de Página/12, algo de la Revista Veintitrés, muchos de los medios barriales, de las radios alternativas y alguna parte de la televisión, en la Argentina te encontrás con esa herencia, esa saga de protagonistas y realizadores culturales que tienen una dimensión que puede ser considerada equivalente a la de esos compañeros.
—Hablabas de la colonización pedagógica, ¿cuáles serían hoy las zonceras que transmiten los medios de comunicación?
—La zoncera básica es la necesidad de recorte, de superávit fiscal, de enfriamiento de la economía y de combatir la inflación. El otro tema, en un país que tal vez sea uno de los más creativos del mundo, es la devaluación de la creación popular y seguir admirando productos medianos de origen norteamericano. Aclaro que a mí me gusta el cine norteamericano pero el 70 % de las películas que estamos viendo por TV son de mediano nivel, ni siquiera son entretenidas. Poner el cine argentino, la realización radial y gráfica argentina como menores con respecto a ese modelo es una verdadera zoncera que no se corrobora en la realidad. Es como decir que la Argentina juega mejor al béisbol que EE.UU. No, juega peor, y Estados Unios juega peor al fútbol. Es la zoncera de creer que no estamos capacitados para generar una cultura superior. Hay varias más, todas están vinculadas con el derrotismo.
—¿Creés que hay contradicciones en el mensaje del gobierno respecto a lo nacional y popular?
—Claro que hay contradicciones muy fuertes, de hecho no hay una política petrolera adecuada, tendrían que nacionalizar YPF y no lo hacen, hay una política de minería objetable, una política de transportes equivocada que es la que está generando un nivel de accidentalidad muy alto, porque al recortar en los ’90 la presencia del ferrocarril en Argentina todo recae en el transporte de carga. Hay una situación laboral en el Estado que es inadmisible, no puede ser que el principal empleador en negro sea el Estado con contratos irregulares. Sí, hay muchísimas contradicciones en el gobierno que merecen ser objetadas, pero que yo tenga una objeción no quiere decir que me sume a la SRA para plantearla, que es lo que está haciendo la FAA.
—Volviendo al tema de la comunicación ¿Papel Prensa es algo que se pueda llegar a tocar?
—Creo que se va avanzar, en Papel Prensa el Estado va a tener una presencia más fuerte que la que tiene ahora y eso puede llegar a modificar parcialmente la situación.
33% del Estado, 33% de los privados y 33% de alternativos o sociales.
—Decías que era inminente la definición del proyecto de Ley de Radiodifusión. ¿Cuáles son los ejes?
—En principio, permitir un reordenamiento de la grilla del cable que favorezca el control del Estado, no sobre lo que se emite a nivel censura sino para ordenar e impedir la manipulación informativa. Abrir nuevas fuentes de comunicación para que los sindicatos, cooperativas, movimientos sociales, universitarios tengan la posibilidad de tener canales y radios. Controlar la publicidad para que los canales de cable tengan menos publicidad y si es posible no la tengan en algunos casos, y también para que no haya chivos, publicidad implícita dentro de los programas de aire. Garantizar que en toda grilla de radio y de canales exista un 33 % del Estado, un 33% de los privados y un 33% de alternativos o sociales.
—¿Cómo es la composición hoy?
—Casi el 100% de ellos son privados, sólo existen Canal 7 y Encuentro del Estado. En el interior hay un desbalance más interesante porque hay muchas cableras privadas que son cooperativas y compiten a veces con Cablevisión y Multicanal.
—A pesar de los acuerdos del gobierno nacional con Venezuela, TeleSur no tiene una franja horaria conveniente.
—TeleSur se ve bastante en el interior donde se pudo ir metiendo en las cableras. Aquí no se ve porque Clarín maneja el cable y no quiere que se vea. Con esta ley, TeleSur tendría un canal propio dentro de los canales de información al lado de CNN para que la gente opte por él si quiere. Es interesante el tema de la valoración cultural, si uno hoy puede ver al mismo tiempo TeleSur y CNN, uno ve la capacidad latinoamericana de generación de recursos e imágenes pero también la realidad.
TeleSur gana porque tiene mayor movilidad de pantalla, porque en cualquier lugar del mundo, vos sacás una cámara a la calle y hay gente puteando a Bush. En general, Estados Unidos casi no puede cubrir las movilizaciones callejeras porque son todas en contra de sus intereses. Tenés el tema de Irak, Palestina, protestas contra las Cumbres. Para sacar una cámara en la calle tiene que ser por ejemplo el acto de Rosario, ahí los de CNN lo pueden transmitir pero después casi no pueden transmitir nada, lo resuelven con una piba y un pizarrón, hablan de negocios y entrevistas en la oficina.
—¿Te animás a titular el cambio que se viene con la Ley de Radiofusión?
—Más actores, habrá nuevos actores. Creo que eso es un sinceramiento de la capacidad de generación de pensamiento e información del pueblo argentino, que si no hubiera una masa crítica muy fuerte generada desde la población esta discusión no hubiera tenido sentido, porque no habría qué poner y qué sacar.