¿Acaso se trata de un macabro arreglo escenográfico? La pregunta se extiende como una mancha venenosa. Durante la tarde de ayer parte del –aún presunto– cuerpo de Santiago Maldonado, rodeado de ramas de sauce, sobresalía en las aguas del Río Chubut, a contracorriente y a sólo 300 metros de la Pu Lof de Cushamen, donde hace 79 días fue visto por última vez al ser capturado por un grupo de gendarmes. Una zona que, por cierto, ya había sido rastrillada tres veces. De modo que el grito por su aparición con vida quedó así ahogado por –lo que podría ser si se confirma su identidad– la peor de las noticias. Y que potenciaría todos los interrogantes del caso, pero también una sombría certeza: pertenezcan o no al joven artesano, aquellos restos llevaban allí poco tiempo.
Ajena a este pequeño detalle, la fiscalía federal de Esquel, a cargo de la cuestionada doctora Silvina Ávila, difundió un comunicado en cuya letra se atribuía la iniciativa del operativo no sin resaltar que “la generación de un espacio de diálogo con la Comunidad [mapuche], que siempre fue propiciada por este Ministerio Público y el Juzgado Federal de Esquel [a cargo del recusado juez Guido Otranto], redundaría en el decrecimiento de la posible reticencia [de los pobladores de la Pu Lof] en los rastrillajes ordenados con anterioridad por esta Fiscalía Federal en el Río Chubut”. Pero ella ni siquiera estuvo presente en el momento del rastrillaje.
“’A nuestros ojos y a los ojos de Sergio Maldonado y la gente de la comunidad, el cuerpo fue totalmente implantado. Esto es una escenografía absoluta’, afirmó Mabel Sánchez, de la APDH”
Cabe también mencionar la llegada a Esquel de una sinuosa delegación oficial encabezada por el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. Lo secundaba el asesor del Ministerio de Justicia, Martín Gershanik, y el inefable funcionario del Ministerio de Seguridad, Gonzalo Cané, quien fuera una suerte de comisario político del juez Otranto y estratega principal del encubrimiento impulsado desde el Poder Ejecutivo. ¿Acaso es posible que hayan traído en su equipaje alguna hipótesis que diluya la responsabilidad de la Gendarmería en el asunto?
Para ellos, al parecer, no fue un arribo plácido. De hecho, Avruj supo consignar en su cuenta de Twitter la siguiente observación: “Vinimos a Esquel para ponernos a disposición de la familia y el juez ante la noticia del hallazgo de un cuerpo. En la entrada del Lof fuimos insultados, intimidados y atacados por encapuchados que salieron de adentro del lugar; entonces destruyeron los vehículos, nos apedrearon, poniendo en riesgo nuestras vidas”.
En realidad esta versión no fue confirmada por otras fuentes. Pero en el Gobierno se dijo que Avruj y los suyos vieron impedido “su acceso al lugar del hallazgo”. En cambio, cuando a las 21.30 fue trasladado el cuerpo en una ambulancia hacia Esquel, la Policía Federal hostigó a un grupo de mapuches y le quitó la cámara al reportero Gustavo Zaninelli, quien el 1º de agosto retrató al funcionario del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, cerca del sitio donde ocurrió la captura de Maldonado.
Pero sí estuvieron presentes durante el rastrillaje los integrantes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Julio Saquero y Mabel Sánchez, junto a Sergio Maldonado y su pareja Andrea Antico, como así también el joven mapuche Matías Santana, principal testigo de la causa.
En el operativo intervinieron 12 buzos distribuidos en dos gomones. En una de esas embarcaciones iba Santana y tuvo un vuelco que los tiró al agua. Cuando volvían río arriba les avisaron que el otro grupo había encontrado el cuerpo.
Poco después llegó allí personal de Criminalística de la Policía Federal y, al atardecer, el ex miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense y perito designado por la familia de la víctima, Alejandro Incháurregui.
«Las pericias ahora deberán determinar si ese cuerpo es el de Santiago»
En horas de la noche y con el cadáver ya dirigiéndose hacia Esquel, Mabel Sánchez fue contundente en su versión de los hechos: “A nuestros ojos y a los ojos de Sergio Maldonado y la gente de la comunidad, el cuerpo fue totalmente implantado. Esto es una escenografía absoluta”.
“El cuerpo estaba flotando a la altura de la casa de vigilancia de la comunidad, en línea recta. Es un lugar que siempre se recorre y ese cuerpo estaba ahí, flotando, en un lugar no de tanta corriente, como entre unas ramas, pero no enmarañado. Estaba muy a la vista, cuando uno miraba en línea recta lo podía ver”, aseguró Sánchez, que formó parte desde la mañana de los rastrillajes en la zona.
“Yo estaba del otro lado del río, recorriendo con los perros y los bomberos cuando nos avisan que teníamos que cruzar de nuevo con el bote, porque habían encontrado un cuerpo. Desde la 13:30 hasta las 9 de la noche estuvimos vigilando la escena, para que no se alterara nada. Cuando llega Alejandro [Incháurregui] se hace el levantamiento del cuerpo, se hace un reconocimiento ligero, donde se constata que es un cuerpo humano, estaba boca abajo. Ahora estamos esperando que la familia confirme, ellos se fueron rápidamente tras la ambulancia hacia Esquel”.
Las pericias ahora deberán determinar si ese cuerpo es el de Santiago. Si no lo es, tendrán que establecer a quién pertenece verdaderamente. En ambos casos habrá que precisar la data de muerte, sus causas y si el lugar del hallazgo es el mismo en el que murió.
Esta última es por el momento la pregunta del millón.