Mario Barletta es acaso el dirigente más literal de los radicales más afines al Pro. El actual diputado nacional es el que suele llevar la voz cantante en los medios vociferando su afinidad al macrismo. Pero todos los boinas blancas del grupo Escarapela que él conduce junto al intendente santafesino José Corral coinciden en que hay que jugar con el partido de Mauricio Macri. Ahí se sienten más cómodos ideológicamente. A la ola neoliberal también se suma el MAR, espacio que lidera el flamante presidente del comité provincial Julián Galdeano junto al histórico dirigente Santiago Mascheroni.
Como la contracara surge el actual diputado y ex vicegobernador Jorge Henn, quien dejó ver su descontento en una radio local pidiendo que sus correligionarios que son parte del gabinete del gobernador Lifschitz den un paso al costado si piensan enrolarse en las filas de un espacio que es opositor al gobierno que integran. La interna entre estos sectores del radicalismo no es nueva. Pero los tiempos se han acortado sobremanera y el Pro le exige al grupo Escarapela cada vez más muestras de fidelidad.
El barlettismo ya anunció que irá a las legislativas de 2017 con Cambiemos, pero le será difícil sostener el equilibrio para, unos meses después, participar en las elecciones de medio término provinciales como Frente Progresista Cívico y Social, con el socialismo como principal socio y sin que haya heridos
Ante este panorama, el barlettismo ya anunció que irá a las legislativas de 2017 con Cambiemos, pero le será difícil sostener el equilibrio para, unos meses después, participar en las elecciones de medio término provinciales como Frente Progresista Cívico y Social, con el socialismo como principal socio y sin que haya heridos. En una situación incómoda, los principales dirigentes del partido de la rosa se muestran más conciliadores ante los micrófonos que cuando estos se apagan.
Las fotos que ha regalado la relación entre el Pro y el grupo Escarapela están bien guardadas en la memoria del socialismo puro y van conformando una película con un final que muchos dan por descontado. La detención de los Lanatta y cía en el tórrido verano local con las consabidas desavenencias entre las fuerzas policiales, la recorrida de Macri con Corral en helicóptero por las zonas inundadas sin dejarle un asiento al gobernador o los elogios desmesurados al gobierno nacional que profiere el intendente irritan hasta el cansancio a la tropa lifschitzta.
En los papeles, más allá de que ostenta el gobierno de la provincia y la intendencia de Rosario, además de presidir la Cámara de Diputados, el socialismo no está en las mejores condiciones para plantarse. Porque no ha podido o porque no ha sabido cómo poder, el espacio no ha tenido el desarrollo territorial esperado para una fuerza que está en gestión desde hace varios años y para sostenerse necesitan de los radicales más allá de que por lo bajo mascullan la bronca por tener socios tan poco fieles
Las fotos que ha regalado la relación entre el Pro y el grupo Escarapela están bien guardadas en la memoria del socialismo puro y van conformando una película con un final que muchos dan por descontado
Además, el socialismo también tiene problemas internos que atender. Más allá de los protocolos, las relaciones entre el ex gobernador Bonfatti y el actual Lifschitz no parecen ser las mejores. Ante la eventualidad de una reforma constitucional, el ex mandatario dejó en claro que el ex intendente de Rosario debe excluirse de la reelección. Lifschitz no piensa igual porque se imagina cuatro años más en la Casa Gris. Este cortocircuito es solo un botón de muestra que ostentan los que dicen saber que en la legislatura “Bonfatti prácticamente armó un gabinete paralelo”.
Será el tiempo el que se encargue de responder si los radicales podrán seguir haciendo equilibrio en una cuerda que cada vez es más delgada. Porque el Pro les pide definiciones y porque el socialismo pide menos pero en un momento deberá cantarle las cuarenta a los franja morada nostálgicos del menemismo. Por ahora, los radicales son los que tienen la chance de darle cuerda al reloj. No será por mucho tiempo, se ilusionan los que se niegan a esta alianza. Y –por qué no- también en el peronismo, que se relame por volver especulando con el fin de la fórmula exitosa del frente progresista.