Mientras sigue adelante el juicio contra ex capellán de la policía, Christian Von Wernich, por 7 homicidios, 32 casos de torturas y 42 privaciones ilegítimas de la libertad, la esposa de un desaparecido que declaró en el Juicio por la Verdad, Felisa Marilaff, fue secuestrada y lastimada durante tres horas el 27 de septiembre en La Plata. La mujer contó que les «prometió» a sus captores que se iría del país y así lo confirmó a la prensa. Pero mientras nadie logra salir del estupor de semejante ataque, los grupos de ultraderecha que siguen buscando victimizarse, aprovechan la distribución de los diarios en la zona de Retiro, para introducir panfletos con la consigna: “5 de octubre: Día Nacional de las Víctimas del Terrorismo”. Un breve recorrido por la maniobra que está urdiendo la ultraderecha para lograr impunidad para los criminales que siguen defendiendo.
El recurso de propaganda sería sostenido por unos 5 o 6 kioskos cercanos a la sede del Círculo Militar en el barrio de Retiro, desde donde se ha podido comprobar que introducen una serie de panfletos para invitar a los vecinos de la zona a la concentración prevista para el próximo viernes 5 de octubre a las 18.30, cuando los seguidores de Cecilia Pando, la esposa del mayor Rafael Mercado pasado a retiro por el presidente Néstor Kirchner, se movilicen una vez más para recordar a una decena de militares muertos entre 1973 y 1978.
La maniobra, pensada para sostener la teoría de los dos demonios, pretende mantener una ofensiva política contra los juicios que están demostrando que en la Ciudad de La Plata existe un núcleo fascista que viene operando desde hace más de un año para amedrentar a las organizaciones de derechos humanos y a los testigos que, como Jorge López que lleva un año desaparecido, no sigan entregando información que garantizará que muchos represores desconocidos terminen sus días tras las rejas.
De hecho, la Agrupación Argentinos por la Memoria Completa no sólo es la que organiza el acto del próximo viernes, sino es la que sostiene a Cecilia Pando, la misma mujer que el 19 de julio de este año protagonizó un fuerte cruce verbal con un grupo de Madres y de Abuelas de Plaza de Mayo que asistían al juicio contra Von Wernich. El incidente verbal terminó con la advertencia del presidente del Tribunal de desalojar la sala, un hecho que finalmente no ocurrió, pero que para muchos significó una advertencia cercana a la amenaza.
Días antes, Pando había entrado en la misma sala de audiencias del tribunal, portando fotografías de policías y militares «muertos por la subversión». Al ser obligada por personal del tribunal a ocultar las imágenes, Pando comparó la exposición de las fotos con el hábito de las Madres de Plaza de Mayo de cubrir sus cabezas con pañuelos blancos que llevan bordados los nombres de sus hijos desaparecidos. «Como las madres aquí presentes lucen en sus pañuelos los nombres de sus víctimas, yo muestro las mías», explicó Pando. Pero no fue suficiente semejante descaro. Ahora, en vísperas de la fecha en la que tienen prevista la nueva maniobra, sus amigos reparten panfletos dentro de los diarios que compran las oficinas de la zona y se preocupan por garantizar que el próximo viernes el selecto barrio de Retiro sea una zona liberada para que decenas de represores puedan juntarse a reivindicar descaradamente el Terrorismo de Estado.
Los hechos luego de recorrer el contexto criminal
Así las cosas, el ataque sufrido por Felisa Marilaff no puede ser analizado por fuera de una coyuntura donde las corrientes de opinión sostenidas por represores impunes, están tratando de evidenciar su molestia por no poder frenar los juicios que llevarán a las rejas a un considerable número de criminales que pensaban que iban a terminar sus días en la paz que permite la impunidad.
La mujer contó que sus secuestradores «me dijeron que no siga más, que me borre o me iban a borrar ellos a mí» y que no siguiera declarando en el juicio que investiga la desaparición de su esposo en la dictadura. Marilaff, quien dijo que fue obligada por dos hombres a subir a un auto cuando salía de su trabajo en el centro platense y fue liberada tres horas después con cortes en las piernas y tras simulacros de asesinato, dijo estar «aterrorizada» ya que, según afirmó, es la tercera vez que vive este tipo de episodios.
«No quieren que sigamos más (…), quieren que paremos» los testigos de hablar contra represores. Sobre si piensa irse del país, relató que «cuando ellos me querían quemar, les prometí que me iba del país».
En tanto, organismos de derechos humanos repudiaron el hecho y recordaron que «Felisa ya sufrió un ataque similar en el mes de junio de este año». Manifestaron su «preocupación por la serie de ataques producidos en los últimos días en la ciudad de La Plata, dirigidos contra edificios públicos» y «resulta extraño el ataque producido por un supuesto ‘comando Julio López’ que baleó el domicilio del médico Néstor Siri denunciado en el Juicio por la Verdad por su accionar en dos centros clandestinos de detención«.
Así, denunciaron que «existen sectores interesados en crear un clima intimidatorio a pocos días de conocerse la sentencia en el juicio al cura represor Christian Von Wernich, que se suma al que venimos viviendo desde hace un año con la desaparición de Jorge Julio López». Y exigieron al gobierno «el inmediato esclarecimiento de estos hechos y lo hacemos responsable por la seguridad de todos los compañeros y compañeras involucrados en este y todos los juicios».
El documento fue firmado por la Asociación de ex Detenidos- Desaparecidos, el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, el Comité de Acción Jurídica (CAJ) e HIJOS La Plata, entre otros organismos.
Nilda Eloy -ex detenida y amiga de Jorge Julio López, el albañil que testimonió contra el represor Miguel Etchecolatz y está desaparecido desde hace un año- dijo a la prensa que Marilaff «fue introducida en un auto, le preguntaron qué papeles manejaba, por qué participó de la marcha por Julio y le contaron cosas que ella había hecho por la mañana». Eloy añadió que «la amenazaron y está golpeada y cortajeada».
Mientras tanto, los editores de la revista B1 «Vitamina Para La Memoria De La Guerra en los 70«, tienen previsto distribuir los 3 números que han editado en la zona donde ya tienen todo preparado para hacer gala, una vez más, de una de las reivindicaciones criminales más horrendas e inaceptables de los últimos años de democracia.