El pasado 18 y 19 de agosto se realizó la 8va edición del Festival Regional de Cine Rural en Bella Vista (Corrientes) con la participación de cientos de estudiantes, artistas, docentes, realizadores y profesionales que vinieron desde diferentes ciudades de la provincia, además del Chaco, Formosa, Misiones, Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Paraguay.
Desde su creación en el año 2015, el Festival Regional de Cine Rural surgió como un espacio de encuentro latinoamericano, no competitivo, bajo el lema en guaraní: “Cháke mitârusu oku’e”, que significa: “Ojo, jóvenes en movimiento”. Este evento se ha convertido en una de las actividades culturales más importantes que tiene el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Corrientes y de la experimental de Bella Vista en particular.
Cine para las guainas y los gurises.
Una de las características más importantes y distintivas de este festival es que está dirigido a jóvenes de las escuelas secundarias -principalmente rurales-, quienes son convocados a participar no solo como espectadores, sino con sus propias historias audiovisuales. Para lograr ese resultado, la comisión organizadora ha trabajado durante todo el año en talleres sobre narrativas, composición de la imagen, sonido, edición, a partir de juegos creativos y un campamento juvenil. Cada cortometraje fue una demostración de la sensibilidad y el entusiasmo que habitan en el territorio. A pesar de que muchxs atraviesan duras realidades, reflejaron en sus historias identidad, arraigo y una poética de su mundo.
También se presentaron cortos profesionales que apuntan a la inspiración y la puesta en valor de la producción local. En esta dirección participaron representantes de distintos festivales de la región del NEA, algunos de larga data y otros emergentes: el Festival de Cine de los pueblos Indígenas, el Festival de Cine de Goya, el Festival Latinoamericano de Cortometrajes LAPACHO, el Festival Oberá en Cortos, el Festival Guácaras, entre otros, y también la Escuela de Cine dependiente del INCAA en Formosa. La constitución de una red de cine del NEA propone a sus habitantes ser a la vez hacedores y protagonistas.
René y Melisa, siempre presentes.
En un viejo galpón readecuado para el festival, se proyectaron las películas en una pantalla móvil proporcionada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Dos enormes murales se destacaron, el de René Oviedo, un comunicador social fallecido a principios de 2021, trabajador del INTA, activo soldado de batallas culturales y “ajedrecista” de la comunicación -según la definición de sus propios compañeros-. René fue el primero en imaginar este festival y dibujó el horizonte, que representa uno de los tantos legados de un gran tejedor de puentes del litoral.
René fue el nombre más pronunciado en todo el evento y su memoria fue levantada siempre con alegría. En las redes sociales, al respecto decían: “Esta fue también la segunda edición sin René, el comandante y fundador de este espacio. El comunicador que tuvo la sensibilidad de ver en el audiovisual la herramienta que necesitaban lxs pibes rurales para expresar sus realidades. El que tuvo la visión de encontrar en un galpón en el que se guardan tractores y maquinaria agrícola una sala de cine”.
El segundo mural está dedicado a Melisa Bogarín, una joven madre, comunicadora social, trabajadora del INTA de Chaco, que falleció en 2018 durante el período de lucha contra el ajuste del gobierno macrista; Melisa intentaba preservar su fuente de trabajo y las de sus compañerxs. Su memoria se relaciona con uno de los ejes fundamentales del festival: la reivindicación de la lucha de las mujeres y la importancia del trabajo de las mujeres rurales.
Mesa inaugural
Desde el primer minuto, Marcela Collard, con una gran sonrisa recibió a cada participante que se acercó de manera individual o en delegaciones. Su trayectoria en la docencia se pudo apreciar en su calidez y fluida interacción con el público adolescente. Marcela es una de las organizadoras, compañera de vida de René Oviedo y mamá de sus dos hijas. Ella tomó la posta en el trabajo organizativo del festival desde el año pasado. Sin pretender reemplazar a René, Marcela transmite entusiasmo y compromiso, reflejando el espíritu inquieto y comunitario que dejó como legado su compañero.
El día jueves el evento arrancó con la presentación de la joven Sole Villalba, quien poco tiempo atrás fue una tímida participante del festival, junto a su escuela de la Colonia rural El Progreso (a 25 km de Bella Vista). Hoy Sole es una cantante y compositora popular, que regaló letra y música de una canción con ritmo de chamamé para el Festival de Cine Rural.
Seguidamente, las palabras inaugurales estuvieron a cargo del director del INTA de la experimental Bella Vista, Andrés Ramírez, “René a la cabeza, junto a un grupo de gente, creyeron en el desafío de hacer un cambio del paradigma que tiene el INTA y que debo reconocerlo. Yo soy ingeniero agrónomo, 100% productivista”. Luego comentó que a partir de sus estudios de posgrado en la Universidad Nacional de Córdoba, comprendió que el INTA debe trabajar con la gente. Además, el ingeniero Ramírez, señaló que por el contrario de lo que sucedía en la década de 1990, hoy las escuelas de familia agrícola (EFA) están aumentando en su población. La tendencia marca que cada vez más jóvenes están interesados en el campo y la agricultura.
Además de la intendenta de Bella Vista, Noelia Bazzi, concejales y otras autoridades locales, estuvo presente el máximo referente de la Dirección Nacional de Agroecología (DNA), Eduardo Cerdá, quien destacó algunos lineamientos que está llevando a cabo su gestión, teniendo en cuenta que se trata de una dependencia totalmente novedosa institucionalmente, no sólo a nivel nacional, sino incluso en América Latina. Cerdá fue acompañado por una comitiva de la DNA que presentó en el festival un trabajo documental: “La Agroecología es el camino” (de Elías Sáez y Rodrigo Castro Volpe). Este material audiovisual propone jerarquizar las experiencias de agroecología como posibilidad real y productiva para la alimentación del país.
Más tarde, dos miembros de la comisión organizadora dieron la bienvenida. Naty Vega destacó el trabajo realizado por las mujeres y Sebastián Toba hizo un recorrido intenso sobre todos los sueños que atraviesan la trayectoria del festival.
El campo tiene historia y las contamos “desde abajo”.
Todo en el Festival de Cine Rural parece tener sentido. Las problemáticas territoriales son centrales y cruzan la mayoría de los trabajos audiovisuales. La naturaleza, la soberanía alimentaria, la agricultura familiar, las formas de trabajo, son temas transversales. Pero este encuentro comunitario, intergeneracional e intercultural no remite sólo a la tierra, sino también a la libertad.
La autogestión es el principal motor y eso lo cuentan hasta las paredes, que registran la historia del festival en el predio del INTA. Una nota de un diario correntino que anunciaba el inicio del evento decía acertadamente que era un “cine para contar el campo más allá de las vacas”. En efecto, no se trata solo del cine sino de las artes, la cultura, la política y la realidad. Por eso este año también hubo una muestra fotográfica sobre los incendios a principios de año en Corrientes, que si bien no ocurrieron en Bella Vista, el pueblo no estuvo ajeno, pues del otro lado del río podía avistarse una cortina de fuego, el hollín llegó hasta los hogares. Los bomberos voluntarios de Bella Vista fueron también partícipes en el combate, ellos estuvieron presentes en la mesa inaugural para dejar un mensaje de compromiso y esperanza.
En octubre el festival continuará a partir de una jornada y una muestra de cine itinerante, en las localidades correntinas de Mocoretá y Caá Catí. Y es que este festival, al fin de cuentas, se trata de la democratización del cine, de las pantallas, de las comunicaciones y del acceso a la cultura.