El caso Posada Carriles y cómo Estados Unidos protege a sus sicarios mientras arrasa medio oriente en su “lucha antiterrorista”

Por Causa Popular.- Cuando finalizaba septiembre de 2005, a 4 años de los atentados a las Torres Gemelas, el juez estadounidense William Abbott, negó la deportación a Venezuela del terrorista anticastrista cubano-venezolano Luis Posadas Carriles. “Bush padre auspició el terrorismo como jefe de la CIA y luego, cuando fue presidente de EEUU indultó a terroristas como Orlando Bosh. Bush hijo sigue la misma política del padre cuando manipula la justicia e impide que el terrorista (Luis) Posada sea extraditado a Venezuela”, señaló el vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel en relación la fallo. Tanto Luis Posada Carriles como Orlando Bosh fueron juzgados en Venezuela por la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1976, cuando volaba de Caracas a Barbados, en la que murieron sus 73 ocupantes.

“El gobierno que en nombre de la lucha contra el terrorismo ha desatado guerras y enviado a morir a sus soldados es el mismo que protege hoy a uno de los más notorios terroristas de nuestro tiempo” denunció el diario cubano “Granma” al anunciar la negativa del juez norteamericano de deportar a Posada Carriles.

Este terrorista de origen cubano nacionalizado venezolano en la década del 60, que se fugó de una cárcel venezolana en 1985, fue miembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y del Ejército de EEUU, y fue detenido en Miami el 17 de mayo por agentes de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas.

Posada Carriles, además de lo ataques contra el avión de Cubana de Aviación, fue promotor de ataques con explosivos en diversos puntos de la isla de Cuba y partícipe en una fallida conjura para asesinar en Panamá a Fidel Castro cuando viajó a ese país en el contexto de una Cumbre Iberoamericana realizada hace cinco años.

No se necesita conocer los pormenores del fallo judicial, ni los antecedentes que convierten a Posadas Carriles en un funcionario de la Casa Blanca, para avizorar la clara parcialidad de la justicia norteamericana, los argumentos del fallo son una prueba irrefutable.

El juez estadounidense Abbott, citó como base de su decisión, la Convención Internacional de Protección contra la Tortura, alegando que tanto en Cuba como en Venezuela podría ser “sometido a tortura”.

Si hay algún país en el mundo que viola esta convención, no son precisamente los señalados. El país que enfrenta acusaciones de Amnistía Internacional y otros organismos humanitarios por violar la Convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra la Tortura no se llama Cuba ni Venezuela, sino Estados Unidos.

Un reciente informe de Amnistía Internacional sobre el trato a los presos en Irak, Afganistán y Guantánamo, indica que “salieron a la luz pruebas de que el gobierno de Estados Unidos había autorizado técnicas de interrogatorio que violaban la Convención de la ONU contra la Tortura”

“No hay terroristas buenos y terroristas malos. El terrorista bueno no es el que a mí me conviene defender y el terrorista malo aquel con el cual discrepo. Ambos son terroristas”, señaló el Vicepresidente Venezolano Vicente Rangel.

“No tengo la menor duda de que la familia Bush está, políticamente, comprometida con el terrorismo y por tanto su discurso antiterrorista es completamente falaz e hipócrita”, añadió Rangel.

Venezuela solicitó a Estados Unidos la extradición de Posadas Carriles para finalizar el proceso judicial que se le sigue por su probada intervención en la voladura de un avión cubano en 1976, del que el pasado miércoles 5 de octubre se cumplió 29 años.

La demanda de extradición sobre Carriles hecha por Venezuela se basa en un Tratado de Extradición con Estados Unidos firmado el 19 de enero de 1922, en la Convención Internacional de Aviación Civil, firmada en Montreal, Canadá, y la Convención Internacional para la Supresión de Ataques Terroristas, suscrita el 15 de diciembre de 1997.

El ex agente de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) se escapó de una cárcel de Venezuela en 1985, cuando esperaba una sentencia definitiva por la voladura del avión cubano. Luego de la fuga se refugió en El Salvador y Guatemala, al amparo de las autoridades locales y brindando nuevos “servicios” a Estados Unidos, entre ellos el apoyo a la contra nicaragüense.

En febrero de este año luego de ser indultado en Panamá por intentar asesinar a Fidel Castro, ingresó ilegalmente a los Estados Unidos por la frontera con México. Las autoridades estadounidenses afirmaban no estar enteradas de su ingreso a Estados Unidos, o que podía ser “una fabricación de Castro”, hasta que se vieron obligados a arrestarlo luego de que el asesino ofreciera una embarazosa conferencia de prensa en Miami.

En julio de 1998, en una entrevista publicada por el New York Times admitió que había organizado el ataque con bombas a varios hoteles en La Habana, donde murió un turista italiano, Fabio di Celmo, el 4 de septiembre de 1997. Aunque la autora de esa entrevista, Anne Louise Bardach, estaba en El Paso, Texas, hace poco más de un mes, cuando se celebró la audiencia de inmigración de Posada Carriles, los representantes del gobierno norteamericano, supuestamente interesados en deportar al terrorista, no solo no la llamaron como testigo, sino que permitieron que Luis Posada Carriles mintiera sobre sus declaraciones al diario neoyorquino.

Luego de conocerse el fallo que beneficio al terrorista, una de las editoriales del periódico Mexicano “La Jornada”, expresó: “se pone de manifiesto, pues, que el poder público estadounidense sigue midiendo este fenómeno condenable en todas sus expresiones, como siempre lo ha hecho, con doble vara: para Washington hay terroristas buenos (usualmente trabajan en coordinación con el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia) que desestabilizan gobiernos, asesinan civiles y ponen bombas en aviones, hoteles y restaurantes, y terroristas malos, como los integristas de Al Qaeda y las organizaciones guerrilleras colombianas.”

Y culmina: “Después de la negativa de extraditar a Posada Carriles, al gobierno de Washington y a las instancias judiciales estadounidenses no les queda ninguna autoridad moral para condenar el terrorismo ni para hacer como que lo combate.”

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