Economía: escenarios complejos o profecías autocumplidas

En los últimos meses del año pasado y los primeros del presente, hay quienes se han ocupado en señalar que en 2009 es inevitable una recesión o al menos una fuerte desaceleración de la economía. Por lo tanto, los superávit gemelos se reducirán seriamente, el gobierno tendrá serios problemas para cumplir con los compromisos de deuda, se producirán severas corridas cambiarias, se reducirá profundamente el nivel de actividad, aumentará el desempleo y el modelo heterodoxo llegará a su fin.

En nuestra opinión, este tipo de enfoque alienta la profecía autocumplida y carece de rigor. Nos explicamos: esta secuencia de causalidad, solo comprende un escenario posible si se cumplen varios supuestos entre los que podemos destacar:

– Que la economía norteamericana se mantenga en recesión a lo largo de gran parte de 2009 y el plan de recuperación fracase estrepitosamente,
– Que China, Rusia y la Unión Económica Europea no hagan nada en ese escenario,
– Y que, ante tamaña inercia de las principales potencias, el gobierno argentino se mantenga en piloto automático.

Como nada de ello ha ocurrido aun, tal escenario parece de escasa probabilidad. O, al menos en nuestra opinión, tan probable o menos que otros escenarios totalmente distintos. Veamos uno. Supongamos que:

En el segundo o tercer trimestre del año el paquete diseñado por el nuevo presidente norteamericano reactiva la demanda de consumo de la clase media y medio baja de los Estados Unidos. A su vez, la estrategia de la Reserva Federal reacondiciona el sector monetario.

China implementa medidas para sustituir demanda externa por demanda interna y utiliza sus reservas para ampliar inversión comprando equipos y tecnología en Europa y Estados Unidos. Europa disminuye aceleradamente los tipos de interés y suma a ello programas de infraestructura.

En nuestro país se sostiene el tipo de cambio competitivo, los programas de infraestructura y la recuperación salarial, al mismo tiempo que se crean programas específicos para financiar consumo e inversión y se aumentan jubilaciones y pensiones.

En este escenario, posible, es indudable que la economía argentina tendrá todas las posibilidades de:

– Sostener los superávit gemelos.
– Ampliar producto efectivo y potencial.
– Sostener el poder adquisitivo del salario y el empleo.
– Honrar los compromisos externos de 2009.

Es decir, un escenario donde el mundo desarrollado comienza a salir de la recesión y nuestro país sostiene el crecimiento económico a lo largo de 2009 (tal vez menor a lo experimentado en 2007 y 2008 pero de un ritmo importante en términos relativos al resto de países latinoamericanos y de las economías desarrolladas).

Como el lector advertirá, el segundo escenario es diametralmente opuesto al primero. Asimismo, estamos convencidos que tiene las mismas o más probabilidades de ocurrencia. Pero, sobre todo, queremos advertir sobre el hecho de que existe suficiente evidencia de la complejidad de la crisis económica mundial como para, de forma apresurada y asertiva, realizar proyecciones en extremas sobre el devenir económico local e internacional.

Repasando la historia

La crisis económica internacional actual es de la misma dimensión que la de 1930 y aquella derivó, una década después, en la segunda guerra mundial. No se visualiza en el horizonte histórico actual tamaña hecatombe. En aquel entonces, las tensiones económicas generadas en el marco de sobreoferta para algunos y de demanda insuficiente para otros, derivaron en la destrucción de activos productivos y humanos en dimensiones pocas veces vistas en la historia de la humanidad. Dadas las condiciones tecnológicas, culturales y políticas actuales, parece muy poco probable tal devenir. Lo que la crisis financiera internacional ha destruido hasta el momento son “falsos derechos adquiridos” sobre el trabajo acumulado de la humanidad. A diferencia de principios y mediados del siglo XX, en esta oportunidad, no se hace con guerras mundiales y bombas atómicas. En esta época es suficiente con el mercado.

Después de la crisis financiera y de la profunda intervención de los gobiernos solo contamos con una certeza: el mercado de capitales no puede tomar decisiones de trascendencia; hoy más que nunca su destino dependerá de las decisiones políticas. Por ello el ultimo premio Nobel de economía le recomienda al presidente electo de Estados Unidos que sea audaz en las decisiones de gasto, que no peque por insuficiencia* y Samuelson se ocupa de señalar que “Lo quieran o no gobiernos de todas partes van a tener que entrar para curar las heridas graves de nuestros sistemas financieros”. Dos Nobel reclaman de forma urgente intervención del Estado en la economía porque advierten la gravedad de la crisis y la importancia de definir cuanto antes políticas anticíclicas. Y, como si esto fuera poco, el mismo ex presidente de la Reserva Federal asume como probable la nacionalización de los principales bancos norteamericanos.

El fin de un paradigma

A nivel mundial, por primera vez en más de dos décadas, lo que ocurra en el futuro económico no lo definirá el humor del capital financiero y su tránsito especulativo entre mercados centrales o emergentes. Sino, más bien, las diversas políticas y planes económicos que se tracen los Estados y los actores institucionales. Lo que ocurra, en términos económicos y financieros, dependerá estrictamente de la capacidad de las dirigencias políticas y de los diversos actores del escenario global.

Es probable que seamos espectadores del fin de un paradigma. Tal vez los hechos históricos confirmen finalmente que la mano invisible del mercado no existe. Hoy es claro que el devenir económico dependerá de las decisiones de política económica que tomen Obama, Gordon Brown, Sarkozy, pero también de las que tomen Cristina Kirchner, Lula, Chávez y otros dirigentes latinoamericanos. Todo ello definirá un nuevo escenario de la economía mundial.

En los Estados Unidos la discusión del ¿qué hacer?, ya está cerrada: el Estado debe intervenir. En el país del norte existe consenso en cuanto a que esta crisis es de la misma magnitud que la del ‘30. Para poder pronosticar cuál será su profundidad o cuánto durará, solo resta esperar los resultados del programa del presidente Obama. Mucho ya se ha echo sobre el sector financiero rescatando de la quiebra a diversos bancos, también es probable que se intente rescatar al sector automotor. Pero todo parece insuficiente frente a una demanda agregada que se contrae y el desempleo que aumenta.

Entretanto, en China, la dirigencia del partido gobernante anunció un programa de inversiones públicas que pretende sustituir la pérdida de demanda externa por demanda interna y diversos analistas coinciden en señalar que las condiciones sociales en el gigante asiático no soportarían un crecimiento menor al 11%. Por su parte, la Comunidad Económica Europea ya tomó medidas de intervención sobre el sistema financiero y Alemania y Francia han diseñado sus propios paquetes anticíclicos.

La situación Argentina

Frente a esta dimensión de la crisis económica internacional la Argentina lejos está del piloto automático. Desde el último trimestre del año pasado se han puesto en marcha planes tanto para la economía real como para el sector financiero. Por el lado de la economía real, se trabajó sobre la oferta y la demanda. En el sector financiero, se resguardó la balanza de pagos y se intenta mantener un tipo de cambio competitivo. La pregunta es: ¿serán suficientes las medidas tomadas hasta el momento si la crisis internacional se prolonga más allá de 2009?. En nuestra opinión, es claro que la gestión actual tiene la voluntad política de sostener el modelo económico heterodoxo que permitió el crecimiento sostenido de los últimos años.

Esto conduce a un segundo interrogante: ¿tiene con qué? Veamos. Al revés de los ’90, el frente monetario luce sólido. Se cuenta con abultadas reservas, superávit comercial y una estructura de endeudamiento alivianada por el último canje de los bonos garantizados. Suficientes herramientas para sostener el tipo de cambio competitivo a la vez que se impulsa y mejora el financiamiento del sector productivo. El frente fiscal ha sido reforzado con nuevos ingresos provenientes de la reforma del sistema de seguridad social, aunque puede verse afectado por la baja en los precios de los “commodities” y la disminución de ingresos por retenciones. Ingresos que pueden ser sustituidos por el aumento del consumo interno si se logra sostener la demanda efectiva de los bienes transables que antes se exportaban. En suma, el desafío más grande para el resto del año parece ser cómo sustituir la porción de mercado externo —que la crisis internacional puede llevarse— por aumentos direccionados del poder de compra o el financiamiento a aquellos sectores de la sociedad dispuestos a consumirlos. Esta tarea ha comenzado desde el año pasado con distintos grados de éxito, pero en este sentido se dispone aun de un gran campo de acción. En nuestro país existen necesidades alimentarias no cubiertas donde pueden volcarse los excedentes no exportados. Por otro lado, el sector PyME y un número importante de pequeños productores agrícolas necesitan de maquinarias y equipos que se producen localmente pero no tienen (en su gran mayoría) acceso al crédito para transformar sus necesidades en demandas concretas sobre el sector metalmecánico.

Sostener el tipo de cambio competitivo y la demanda efectiva vinculada a la producción interna luce como uno de los desafíos centrales del actual modelo. Existe voluntad política e instrumentos para lograrlo pero, también es evidente, que existen sectores cuyos intereses están —o al menos parecerían estar— contrapuestos a que la Argentina supere con holgura una de las peores crisis económica de la historia global.

El futuro político y económico es complejo, depende de un número importante de variables de las cuales solo señalamos algunas en los párrafos anteriores. Lo que intentamos mostrar es que las predicciones de los futuros posibles suelen ser solo eso, predicciones de posibles escenarios. Quizás en el marco de esta crisis mundial es hora de aceptar profundos cambios en lo que hace a la epistemología económica, de su complejidad sistémica y la importancia de considerar la participación de los actores sociales en términos de voluntad individual y colectiva.

El autor es Director del Dpto. de Economía del CESS.

* En resumen, las oportunidades de Obama de ponerse a la cabeza de un New Deal dependen en gran medida de que sus planes económicos de corto plazo sean suficientemente audaces. A los progresistas solo les toca esperar que tenga la audacia necesaria.

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