Si antes de las elecciones el arco progresista le hablaba a los docentes, ahora que la derecha está por tomar el turno le habla directamente a la policía. Siguiendo los anticipos que balbuceó el jefe de gobierno electo Mauricio Macri cuando dijo que “como el siglo XX fue el siglo de los derechos humanos, el XXI será el de las obligaciones”, los primeros pasos de su fuerza fueron pronunciarse en contra de las comunas, buscar su reducción y profundizar su perfil eficientista para multiplicar el gasto en seguridad y echar atrás todo vestigio de participación comunal.
A nadie le cabe la menor duda que la característica principal del futuro gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires será su utilización de la política como herramienta para estructurar un modelo conservador para capitalizar políticamente la preocupación por la inseguridad de la mano de un pacto con la Policía Federal, que hasta ahora no ha hecho saber su parecer por la pérdida de sus 53 comisarías en la Ciudad de Buenos Aires, pero que ya está manteniendo fluidos contactos con Eugenio Burzaco, el futuro ministro de Seguridad de Macri, reconocido por su valoración de la mano dura y por su cercanía con los sectores más conservadores de las fuerzas de seguridad.
Con ese plan en mente, Macri se refirió esta semana a la derogación parcial de la Ley Cafiero, prevista para mediados de agosto, lo cual permitiría habilitar a la Ciudad de Buenos Aires una policía propia. Así Macri disparó: «ahora hay que transformar las palabras en hechos», en un claro mensaje hacia el gobierno nacional. Las palabras fueron pronunciadas luego de un encuentro con el actual jefe de Gobierno Jorge Telerman donde firmaron un acuerdo de transición para el traspaso del poder, donde en realidad, además de una serie de medidas, la derecha pretende anticipar algunas medidas.
Respecto del encuentro con Telerman, Macri dijo que en la administración porteña «hay más de 14 mil contratos que son de la política y acá tenemos el déficit. Hay que llegar a fin de año, que es cuando contratan demasiada gente y compran cosas ridículas y lo que hacen es suspender las obras, se inunda y siempre se ajusta por el lado que no hay que ajustar», apuntó Macri, quien puntualmente adelantó que le pedirá a Telerman «déficit cero pero empezando a corregir los abuso que han habido en los últimos diez años».
Al ser consultado el efecto que puede producir en el poderoso gremio municipal porteño SUTECBA, liderados por Amadeo Genta y Patricio Datarmini, recordó que con ambos dirigentes habló en 2003 cuando se frustró su aspiración de gobernar Buenos Aires.
Como una forma elegante de ocultar el añejo pacto que sostiene con estos dos dirigentes de la derecha sindical, Macri contó que Genta y Datarmini «defendieron el empleo público y separar la política del Estado, y espero que siga siendo la misma visión». En esa misma línea, los dos dinosaurios, encomendaron a Macri «que se encargue de buscar» a quienes el jefe electo considera ñoquis.
La andanada de declaraciones ocurrió luego de un encuentro con el presidente Kirchner, donde Macri sorprendió al señalar que fue él quien «le pidió» que la fecha estimada para el tratamiento de la derogación parcial de la Ley Cafiero sea el 15 de agosto.
A modo de síntesis, insistió que la reunión con Kirchner fue «muy constructiva» y que el jefe del Estado le refirió: «tengo que aceptar que hubo un apoyo de la ciudadanía y tengo que apoyar».
En esa línea de avance, el plan que el macrismo tiene en carpeta es reducir las reformas de la constitución porteña y avanzar en una contrarreforma que les permita desactivar el presupuesto participativo, y dejar a las comunas reducidas a su mínima expresión.
La marcha conservadora de esta iniciativa tiene por objetivo vaciar de contenido todas las instancias de participación popular, capitalizar institucionalmente el voto de derecha en la creación de instancias de control social y policial y sumar liderazgo para Macri a través de un acuerdo con la policía, de modo tal de no vulnerar sus negocios.
Para el espacio de centroizquierda, ante semejante mala noticia, la tarea posiblemente sea revisar sus traspiés sobre el desarrollo de las comunas y comprender que esos espacios pueden ser instancias de resistencia y desarrollo barrial para construir un espacio plural que se pueda sostener en la práctica concreta y que permita el trabajo conjunto con otras fuerzas en la búsqueda de la creación de una izquiera plural que no cometa los errores que ya conocemos.
Sólo así contaremos con las herramientas necesarias para defender los derechos que parece que se están preparando para vulnerar.