Del “nunca más” al “otra vez”

Terror y tortura en la Argentina de hoy. Cualquier “argentino de bien” puede dejar de serlo en el momento que lo decidan las fuerzas del cielo. Por Eric Calcagno

«Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y,
finalmente, mataremos a los tímidos».


General Saint-Jean, gobernador de facto de la Provincia de Buenos Aires, 1977.

Lo que expresa Saint-Jean es la aplicación de la llamada “escuela francesa” en materia de contra insurgencia. Fue elaborada entre las guerras libradas por el ejército francés en Vietnam (1946-1954) y en Argelia (1954-1962). Consistía en secuestrar un militante enemigo, conseguir más nombres a través de la tortura; proceder al secuestro de los mencionados, torturarlos, hasta que larguen los nombres de otras personas… que pasan a los tormentos hasta que surgen nuevas identidades… Luego, los torturados, eran arrojados al mar. El hecho que Francia haya perdido ambas guerras no impidió que McNamara, como secretario de Defensa de Estados Unidos, adoptara esa metodología para encarar la operación “Phoenix” durante los años sesenta y setenta, destinada a eliminar los militantes del Viet-Cong en la zona del delta del Mékong, también en Vietnam. Pese a los 80.000 torturados y asesinatos, Estados Unidos perdió esa guerra. No deja de ser sorprendente que en la Argentina de la dictadura militar hayan adoptado esas técnicas que condenan al fracaso militar. Aquí no hubo una guerra, sino una represión a gran escala para sembrar el terror a través de la práctica de la tortura. El objetivo no era conseguir una “victoria militar”, sino quebrar el espinazo del movimiento nacional para instaurar un determinado modelo económico. El programa de Martínez de Hoz precisó al menos 30.000 detenidos-desaparecidos. ¿Cuánto nos costará el proyecto de Milei? No hay ley bases gratis, no hay RIGI que no sea criminal.

Por lo pronto, el terror proclamado por el periodista disruptivo en campaña empalidece ante los hechos del presidente. Nadie elige estar enfermo, y menos tener cáncer, pero la medicación necesaria ha cesado. Cualquiera que conozca a alguien que tenga esa dolencia, o la padezca, sabe de la angustia y del dolor. El mismo que tienen los pacientes electro-dependientes, que ahora deberán negociar de manera directa con la empresa privada monopólica. En los mejor de los casos habrá caridad, en ninguno justicia social. Ni hablar de la falta de medicamentos para pacientes con HIV o la ignorada masividad de aquellos que sufren este PAMI libertario. Lo viejos vuelven a jubilaciones insignificantes. Otro tanto podemos decir de la comida escondida por Petrovello, que ya no sabemos si será un negociado, un envío a Ucrania para el Batallón neonazi Azov, o si dejarán pudrir lo que queda. No vaya a ser cosa que haya que alimentar familias argentinas en la pobreza. O todo lo anterior. Esta instrumentación del terror en la sociedad es completada por la decimación de los funcionarios públicos (un viejo castigo romano, consistente en ejecutar al azar uno de cada diez), que pueden enterarse al acudir al puesto de trabajo que ya no cobrarán más sueldos sin que medie “auditoria” alguna. Organismos sin dirección, programas sin financiamiento, trenes que chocan. Vivir peor. Es la manifestación concreta del arbitrario-violento establecido como norma. Junto al terror económico y el terror social es indispensable el terror político. Porque lo arbitrario-violento habilita el regreso de la tortura.

«Es la manifestación concreta del arbitrario-violento establecido como norma. Junto al terror económico y el terror social es indispensable el terror político.»

Pero los manuales han cambiado. Los franceses, como siempre, pecaban de cartesianismo, aunque esas enseñanzas fueron efectivas por esa época. Leemos en “Human rights first”, una organización civil norteamericana fundada en 1978, que existen siete nuevas prácticas de “técnicas de interrogatorio mejorado”, tal es la traducción de “Enhanced interrogation techniques” elaboradas a fines del 2001 junto a psicólogos y psiquiatras que son recomendadas por la CIA. Los secuestrados durante la manifestación contra la ley bases sufrieron cuatro de ellas, como amenazas, golpes y bofetadas, posiciones incomodas y desnudez. Al menos se salvaron, por ahora, del waterboarding, una especie de “submarino” en el que el rostro del torturado es cubierto con un paño mojado de tal modo que no pueda respirar; o ser arrojados con violencia contra una pared, ni sufrir requisas corporales humillantes de manera cotidiana. No hablan de la picana: no les demos ideas que ya conocen. Por su parte, el B’Tselem es el centro israelí de información sobre los derechos humanos en los territorios ocupados. Hablan de cómo los palestinos arrestados sufren aislamiento, abusos, condiciones de detención indignas, presiones psicológicas y físicas, tratos degradantes, imposición de frío o calor extremos, privación del sueño, prohibición de elementos de higiene personal, nutrición deficiente, privados de defensa legal, todo con el objetivo de debilitar la individualidad del prisionero, hasta el punto que tenga que pedir permiso para respirar. B’Tselem también señala las detenciones arbitrarias por tiempo indeterminado como otra modalidad más para “quebrar” a la persona y al entorno familiar. Digamos que los franceses, norteamericanos e israelíes no suelen torturar a los propios ciudadanos. Esa es una exclusividad argentina.

Como vemos, las doctrinas han cambiado, aunque los objetivos del terror y la tortura son los mismos: la imposición de un modelo económico. Lo importante es establecer en los hechos y “en derecho” el sistema de explotación que conviene a los grandes monopolios privados locales e internacionales que están urgidos por reconfigurarse en la nueva coyuntura mundial. Por eso, hoy no importa tanto que el detenido “cante” nombres, direcciones y citas, como en los setenta, sino secuestrar ciudadanos al azar, desde un vendedor de empanadas hasta un maestro de ajedrez, desde una profesora hasta una trabajadora en casas particulares. También hay que decir que varios de las ciudadanas y ciudadanos secuestrados recalcaron que la única ayuda que recibieron en las cárceles fue de parte de… los presos y presas comunes.

«Como vemos, las doctrinas han cambiado, aunque los objetivos del terror y la tortura son los mismos: la imposición de un modelo económico.»

Hay una semejanza con la peste: a cualquier puede tocarle. Cualquier “argentino de bien” puede dejar de serlo en el momento que lo decidan las fuerzas del cielo. Establecido el terror, la tortura es un medio de comunicación más: la muerte es el mensaje. Debe imponerse una cuarentena política, donde la mordaza es el mejor barbijo. Hay que quebrar las convicciones personales y destruir lo que quede de conciencia nacional. Quien critique será pasible de las peores penas penales: sedición, golpe de Estado, terrorismo…  La violencia libertaria es necesaria para lograr esos objetivos. Es interesante que muchos de los partidarios del mileísmo carecen de la experiencia de la dictadura militar en razón de la joven edad, así pueden valerse de ignorar qué significa el “Nunca más”. Hace tiempo que la lucha por la memoria, la verdad y la justicia ha sido calificada como “el curro de los derechos humanos” por los medios de manipulación masiva. Esos mismos medios (Clarín, La Nación) son los beneficiarios directos de la usurpación manu militari de Papel Prensa (ver los testimonios Papaleo). Junto con los paleorepresores, hijos del anticomunismo de la guerra fría, estos neo-represores, hijos del anti-peronismo de la “prensa canalla” son los que brindan el margen de maniobra necesario para “legitimar” terror y tortura a través de la saturación vía redes sociales. Nosotros queremos que lo justo sea fuerte; ellos quieren que lo fuerte parezca justo. Ni la violencia ni la ignorancia son fuentes de justicia.

En ausencia de una efectiva división de poderes en la Argentina, con la suma del poder público de hecho en las manos del poder ejecutivo, sólo basta un pretexto (una guerra externa, un atentado interno) para empezar la persecución de los “terroristas”, destinados a probar la validez de las nuevas teorías. Con la cobertura mediática pertinente.  Ha pasado la época del “Nunca más”, entramos en la oscuridad del “otra vez”. “Ay, Patria mía”, diremos con Belgrano este 20 de junio de 2024. ¿Por cuánto tiempo?

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